>>>>>detrás de cada palabra, el discurso político de...

>>>>>detrás de cada palabra, el discurso político de la ultraderecha tanto en las instituciones como en los medios de comunicación esconde muchos más peligros de los que alcanzamos a ver. La semana pasada en el Congreso de los Diputados, Macarena Olona llamó "fea" a la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. No es una descalificación casual. El 18 de mayo de 1938, un artículo publicado en “Arriba”, órgano de expresión de Falange Española, llamaba feas a las mujeres republicanas. Se ridiculizaba a las mujeres republicanas como "feas, bajas, patizambas, sin el gran tesoro de una vida interior, sin el refugio de la religión, se les apagó de repente la feminidad y se hicieron amarillas por la envidia". En el marco de un discurso, se llama dog-whistle a usar conceptos o palabras que tienen un significado prácticamente neutro para la mayoría de la audiencia pero que un grupo específico de personas, en este caso los fascistas, es capaz de descodificar, contextualizar y dar un significado con mayor contenido. Llamar feas a las mujeres de izquierdas, ridiculizarlas, no es una ocurrencia más: es una estrategia histórica de la ultraderecha para intentar despreciar la contribución de las mujeres a la democracia.

"El nazismo se introducía más bien en la carne y en la sangre de las masas a través de palabras aisladas, de expresiones, de formas sintácticas que imponía repitiéndolas millones de veces y que eran adoptadas de forma mecánica e inconsciente", nos dejó como advertencia Klemperer. ‘Coletas’, ‘perro sánchez’, ‘chiringuitos’, ‘okupa’, o ‘feminazis’ son claros ejemplos de cómo hoy en día la ultraderecha usa el lenguaje para cosificar y deshumanizar a sus adversarios políticos y de cómo ese lenguaje se está incorporando a las conversaciones cotidianas.>>>>>