RESEÑA: ESPAÑA ES DIFERENTE...

RESEÑA: ESPAÑA ES DIFERENTE

El concepto de conciencia e identidad nacional, son términos que generan confusión de tal forma, que para cierto sector, significa los mismos contenidos interpretativos y así que para otro sector, son conceptos controvertidos, que no significan lo mismo.
La conciencia nacional, es un sentimiento colectivo de índole espiritual en el que participan, generalmente todo el pueblo, capaz de realizar algo, sea empresa o destino común juntos.
La identidad nacional es un término actualmente muy utilizado para identificarlo confusamente con la conciencia nacional, por ambiciosos políticos y charlatanes que su único objetivo es medrar en una sociedad a veces sin opinión sobre el tema y pendiente de resolver día a día sus problemas de subsistencia, ajena a ideales sublimes de naturaleza política.
Si interpolamos estos conceptos a la realidad política de la España del siglo XXI, podremos deducir, a la vista, la ausencia total de conciencia nacional generalizada en la mayor parte de la sociedad española y una emergente y supuesta errónea identidad nacional, en ciertos territorios que integran la nación española.
Ya, D. José Ortega y Gasset, en su prólogo “A una punta de Europa” decía:
“Yo creo, que una de las cosas más útiles para el inmediato porvenir español es que se renueve la meditación sobre el hecho regional… Toda mi fe en la fecundidad de un nuevo regionalismo presupone que gallegos, vascongados, y catalanes abandonen la creencia, tan falsa como ingenua, de que basta con que exista una cierta peculiaridad étnica y un cierto modo de ser corporal y moral para tener un derecho a constituir un Estado diferente….”
España, Patria común desde la antigüedad de pueblos diversos como escribió Estrabon, años antes de Cristo, sobre los carpetanos que habitaban Castilla la Nueva, los oretanos que vivían en Jaén, los vetones en Salamanca, los arévacos en la cuenca del Duero, los turdetanos de la Bética, en el área nórdica, vascones cántabros, astures y galaicos, los jacetanos de Cataluña, y lusitanos, iberos y celtas.
Hispania romana, que comprendía lo que es hoy, la península Ibérica, España y Portugal, es en su origen en el pasado y ahora actualmente, una única nación, Iberia, históricamente enriquecida por las múltiples culturas individuales de los pueblos que la integran..
Roma, la invade en el año 218 a. C y tras las guerras con otros invasores de la península Ibérica, logra dominarlos y funda Hispania, provincia romana, estableciendo la paz de Augusto en el año 19 a. C.
En el año 456 d. C. y desaparecido el Imperio romano, los visigodos consolidan su poder en la Hispania y es Suintila, quien en el año 624 d. C., se titula primer Rex totius Spaniae.
Tras la expansión del Islam en el 711 d. C. la presencia musulmana fue una realidad en toda la Hispania, incluso en las zonas pirenaicas de Navarra y Vasconia, pues las crónicas de la época prueban, que los jefes visigodos de estos pueblos, renegaron de su fe cristiana y abrazaron la islámica.
Así pues, estos antecedentes históricos, prueban que Hispania como provincia romana, luego como reino visigodo y después como Al-Ándalus, conserva su conciencia e identidad nacional, integrada por los diversos pueblos que la forman, diferentes en personalidad, costumbres y cultura (manifestaciones lingüísticas, artísticas, literarias etc..).
Habiendo hecho a conocer, este largo periodo de la Historia, que comprende la Edad Antigua y parte de la Edad Media, que al parecer, niegan reconocer en sus planteamientos las Comunidades periféricas (Cataluña, Vascongadas y Galicia), ahora, reivindicativas, de unos supuestos derechos históricos inexistentes pero que fueron reconocidos equivocadamente por la izquierda de la Segunda República española (1931-1936) cuya implantación fue fruto de una alianza de la Izquierda y los partidos nacionalistas de estas regiones. Tras la derrota musulmana de Covadonga por Pelayo y la formación de los reinos pirenaicos, de Navarra, Aragón y el condado de Cataluña, se inicia la reconquista del territorio peninsular, formándose en la zona pirenaica, una franja de territorio protegido por reino franco, a la que se llama Marca hispánica.
Estos núcleos cristianos, aparecen como independientes unos de otros, sin una idea nacional de restauración del reino visigodo en la Península ibérica.
Precisamente por esta carencia de conciencia nacional, desde el siglo IX, es la razón de la aparición de estas instituciones, unas como reinos y otros como condados, motivos en la que basan sus tesis, las posturas nacionalistas, de los territorios periféricos (Cataluña Vascongadas y Galicia).
Sin embargo, olvidan la Historia de Hispania y de Al-Ándalus, desde el siglo II a. C. hasta el siglo IX de nuestra Era, así como también la fundación de España del siglo XV, por la unión de los reinos de Castilla y de Aragón, hasta nuestros días.
En el actual Escudo constitucional, basado en el que instituyeron los Reyes Católicos, con la fundación de España, están representados, los distintos reinos peninsulares con sus reconocidos derechos históricos como Castilla y sus territorios, León, Aragón con sus territorios, Navarra y el reino de Granada.
Cualquier Comunidad autónoma, que actualmente, no esté representada en el Escudo constitucional, no tiene derechos históricos originarios, amén de los derechos derivados que le corresponde por estar integrada en alguna de las comunidades mencionadas.
No obstante, la Constitución española de 1978, en su Disposición adicional primera ampara y respeta los derechos históricos de los territorios forales.
El Art. 2 del mismo texto legal, se fundamenta en la indisoluble unidad de la nación española, Patria común e indivisible de todos los españoles pero reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones etc.…
Este artículo es una paradoja, porque establece el principio de la unidad de la nación española y a su vez, reconoce dentro de la nación, otras nacionalidades.
Ninguna de las otras Constituciones españolas, por muy progresistas que fueran, reconocieron en la nación española, la existencia de otras nacionalidades.
El principio disgregador de la actual Constitución española del 1978 fue el reconocer el terminó de “nacionalidades” dentro de la realidad nacional cuando España siempre fue y es una única nación. Y otro motivo de conflicto futuro fue elegir como forma de Estado un sistema autonómico, impuesto por las tesis nacionalistas de los partidos políticos separatistas e independentistas que jamás debieron ser legalizados. Así también otro error fundamental fue el elegir el sistema electoral proporcional y no el uninominal puro donde el partido que gane las elecciones por una simple mayoría gobierna evitando los pactos entre partidos habiendo sido necesario relegar la representación parlamentaria de los partidos nacionalistas o separatistas exclusivamente a su región y ser excluidos en el ámbito nacional del Congreso de Diputados y del Senado.
Si revisamos, por Derecho comparado, las Constituciones europeas de los Estados democráticos, comprobaremos que existe un principio generalizado en todas, de defender la integridad nacional o al menos declarar inconstitucional la organización o partido político, que atente contra ella.
Así pues, la Ley Fundamental de Bonn del 23 de mayo de 1949 en su Art. 21 dice:
“Regular los partidos políticos que cooperan en la formación de la voluntad del pueblo”. En el Apartado 2 dice: “Son inconstitucionales, los partidos que por sus fines tienden a atentar o suprimir el orden libre y democrático o a suprimir la existencia de la República Federal”.
La Constitución francesa del 1958, establece en el Art. 20: “El Gobierno decide y conduce la política de la nación. Dispone de la Administración y de las Fuerzas armadas”.
La Constitución italiana del 27 de Diciembre del 1947 establece en su Art. 5: “La República, una e indivisible, reconoce y promueve las autonomías locales etc.,”