Querido libertad: siempre te lo decimos y es un placer...

Y recordando aquello que nos contabas del corral. En nuestro pueblo, a mi me viene a la mente, lo que veníamos a llamar la cocina del horno. En casa de abuelita Lupe y abuelito Marciano (y, “porsia”, no me llaméis cursi pues toda la vida les llamé y les llamaré así) había una gran cocina del horno, donde en sus tiempos mozos se practicaba el filandero, filandón o calecho así que para recordarlo, precisamente, hice hace tiempo estas coplillas

FILANDERO

Sentada con abuelita,
de pequeña, me contaba
como alternaba la gente
cuando era ella zagala.

En nuestro querido pueblo,
en la casa familiar,
la casa vieja (decimos)
en la cocina del horno
que venimos a llamar.

En el centro de la estancia
está el fuego del hogar,
donde el puchero se cuelga
de la pregancia que está.

Se trata de una chimenea
Casi, casi circular,
rodeada de sus bancos
de madera natural,
trabajada con las manos
de la gente del lugar.

En un costado está el horno
donde se cocía el pan,
y al otro lado del mismo
en zona perimetral,
se colgaba: la cecina, los chorizos
y el jamón, para curar.

Entre las cosas que había,
que todavía allí están;
se encuentra: una mosquera,
(frigorífico actual)
un candil, una balanza,
un serón, un cuartal
y de cobre, unas ollas
listas para cocinar.

Hay un yugo, un cencerro,
en fin…muchas cosas más
que quizá…, mejor en otro
os vendré a detallar.

Mil recuerdos en el aire
que te envuelven al entrar;
entre ellos, mi cocina
la que mi abuela montaba
cuando era chiquitina

Las madreñas y la taja
que me compraron de aquella,
todavía hoy recuerdo
como “lavaba” con ella.

En aquella estancia grande,
alrededor del hogar,
nos contaba abuelita:
los vecinos se reunían
para cantar y bailar.

También hacían labores
propias del tiempo invernal.
La rueca y el uso estaban
listas para utilizar;
el invierno era muy duro
hay mucha lana que hilar.

Santiago, mi bisabuelo
hacía de rueda abarcas,
y bisabuela Manuela
tejía los escarpines
con aquella lana blanca.

Las castañuelas ya hablan
¡Hay que empezar a cantar!
Manuela pide a su hijo…
- ¡Marciano sal a bailar!.

El baile llano la jota
Cualquiera, eso es igual;
al son de la pandereta
que su madre hacía vibrar.
Se movían ciertas sayas
con salero sin igual.

De ahí salieron leyendas,
cuentos, chistes, realidad
por que alguna parejita…
de allí, al cura a casar.

Así era el filandero
que se hacía en el lugar,
lo que me contó abuelita,
aquí os lo vengo a contar.

Coral

La casa vieja, por desgracia, hoy no existe, por aquellas cosas desafortunadas que a veces nos hacen padecer.

! Hola a todos!

En mi pueblo, hasta donde alcanza mi memoria aun percibe a la abuela manejando la rueca, con una habilidad asombrosa, mientras el rezo de la angustia atenazaba su garganta. La hija tejía calcetines de lana después de haber leído una carta, que llegaba de alguna parte, con meses de retraso.
"Si regresa no le vendrán mal unos buenos calcetines... dice que el frío es implacabe, y que se arrastran a veces el el barro..."
El nieto escuchaba, y sabía que hablaban de alguien al que nombraban su padre, de él tenía el recuerdo de haberle sentado en sus rodillas... una barba que le araño su cara, y que por ella resbalaban humedades.
"El tío " Valentín le estaba enseñando a tejer algunas palabras.
El "tió valentín" era el hermano de abuelo y sabía leer... y muchos cuentos de hombres malos y buenos.
El viento rugía mas allá de la negra chimenea, y los dos hermanos, abuela, Y MADRE DEL PEQUEÑO, SE ABRAZABAN A LARGOS SILENCIOS despues
s de hablar de cosas que el pequeño no entendía. Otras si, tales como que los campos estaban abandonados, la cosecha había sido mala, y que gracias a la aceituna...
Viejos, mujeres y niños... eso es lo que NOS HAN TRAIDO ESTOS LOCOS.
El niño levantó la cabeza y preguntó:
-! Abuela: ¿quines son los locos?
-Los locos mi, nieto son, los que se han llevado a los hombres mas allá del Río Grande y...
Se callaba.
Se callaba la historia que el nieto años después escribió una vez, regresaron los hombres (los que recresaron) una vez que los arazos comenzaron siu canto de pan en la tierra. Una vez que las mozas jujaron de nuevo en la plaza. Una vez que los hombres, barbudos, sucios y llenos de piojos, se marcharon.
El niño aquel que escuchaba, a la luz mortecina del candíl fue guardando en su memoria todo cuanto sucedía a su alrededor. Nadie le explicó nada, si supo que el mundo estaba completamente loco, y que razón tenía la abuela.
Y pasados años un día escribió en el portal de la vieja casa:

<<< Un viento tenaz bascujla los árboles y ruge en alguna parte del tejado, y hasta entra por la negra chimenea... ha desaparecido el candíl, la debiol luz de una bombilla, alumbra, la pequeña cocina: Allí se sentaba la abuela: acá su hija. En el otro rincón el abuelo... En el silencio voces del tiempo.... y caminos. caminos a la espalda la vieja atada de la memori (continuará)
libertad.

Querido libertad: siempre te lo decimos y es un placer repetirlo, pues es señal de que nos sigues regalando tu más que estimable compañía. Un fuerte abrazo amigo.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
! Hola Coral! Pese ha haber estado muy ocupado, me ha quedado tiempo para a mamá elo y a alguno mas enviian mis saludos.
Ser felices.