(1)“Día de la raza”: 524 años de exterminio, discriminación...

(1)“Día de la raza”: 524 años de exterminio, discriminación y resistencia

En este feriado largo con que el sistema racista celebra el 12 de octubre, nosotros recordamos los 524 años de genocidio y discriminación que sufrieron los indígenas de estas tierras.

Antes de que el gobierno radical de Hipólito Yrigoyen cometiera tres de los hechos más aberrantes de las primeras décadas del siglo XX: la Semana Trágica en el Buenos Aires de 1919, las matanzas de la Patagonia trágica de 1921 y las masacres perpetradas, también en 1921, en el norte de Santa Fe por impulso de la empresa británica La Forestal, ocurrió que las autoridades, en un súbito rapto de exacerbada hispanofilia, decidieron en 1917 imponer el 12 de octubre como feriado nacional en Argentina, rotulándolo al mismo tiempo con el pomposo título de “Día de la raza”.

(93 años después, ante la presión popular y la creciente toma de conciencia de la tragedia indígena, el Poder Ejecutivo, en uno de sus habituales giros oportunistas, decidió cambiarle el nombre por “Día de la diversidad cultural americana”. Pero, eso sí, igual que en los días de Yrigoyen, manteniendo el carácter de feriado oficial).

El 12 de octubre de 1492, cuando los europeos llegaron a estas playas para “descubrir” y expoliar aquello que denominaban frívolamente “nuevas tierras”, lo que se inició en realidad fue una política sistemática de exterminio de las civilizaciones que estaban en estas latitudes desde siempre. Con lenguaje actual diríamos que lo que comenzó en esa fecha trágica y emblemática fue un gigantesco operativo de terrorismo de Estado. Cuyo punto de partida se dio con los pueblos originarios del siglo XV, siguió con los afrodescendientes norteamericanos explotados y reducidos furiosamente a la servidumbre, y continúa en nuestros días con las preciosas vidas suprimidas por el gatillo fácil y la tortura en el conurbano bonaerense, o con los secuestros y desapariciones de estudiantes en Ayotzinapa, estado de Guerrero, México, o con la criminalización de las organizaciones sociales de Honduras y buena parte de los demás países de América latina y el Caribe, o con los prolongados encarcelamientos de mapuches en Chile o con la persecución y el asesinato de los qom, pilagá, wichí, guaraníes y otras naciones del norte argentino que reclaman legítimamente contra el saqueo de lo que es suyo.

Y, como siempre, las víctimas de este suelo fueron convertidas en victimarios y denominadas “salvajes”, abriendo la eterna historia que se viene desarrollando desde el poder para blanquear a los genocidas.

América
“América” es el nombre que los asesinos conquistadores le colocaron al continente. Pero el líder aymara Constantino Lima Chávez, más conocido como Takir Mamani (1933) impuso el nombre de Abya-Yala, difundido antes que nadie por el pueblo kuna de Panamá.

El nombre, que significa “tierra en plena madurez” o “tierra de sangre vital”, ya es utilizado por los indígenas en sus documentos y declaraciones juradas, porque colocar nombres foráneos a nuestras villas, ciudades y continentes es equivalente a someter nuestra identidad a la voluntad de nuestros invasores y sus herederos.

Takir, que es el nombre de guerra empleado en sus luchas y acciones políticas, fue perseguido y enviado al exilio por la dictadura de Hugo Banzer (1971-78). A su retorno a Bolivia fundó el movimiento Tupaj Katari en 1978.

Las cifras difieren según la fuente, pero el exterminio costó la vida de no menos de setenta millones de seres humanos. Civilizaciones enteras, que habían desarrollado su cultura durante siglos y sus formas de apreciar la naturaleza y la relación humana, fueron destruidas.

El imperio de los incas, para citar simplemente un caso emblemático. El imperio de los incas, que el francés Louis Baudin (1887-1964) denominó “El imperio socialista de los incas”, en su libro publicado en 1940, fue avasallado por la voracidad de los colonialistas, insaciables de riquezas e insaciables de sangre indígena.