AQUELLOS HOMBRES ANCIANOS RECORDABAN A SU TIERRA SORIANA...

AQUELLOS HOMBRES ANCIANOS RECORDABAN A SU TIERRA SORIANA
Aquella mañana del mes de noviembre, del año 2015, aquellos hombres inmigrantes sorianos, que eran primos hermanos, se paseaban por La Barceloneta, en la conversación entre parientes, aparecían los viejos recuerdos, de su pueblo y de sus antiguos amigos de la infancia, eran un torbellino de sentimientos, a la orilla del Mediterráneo, hablaban de los campos y la Ribera del Duero, y algún que otro río de su entorno, y de su marcha casi obligada, hacia lo desconocido. Habían pasado más de 60 años, de aquella salida, casi toda su vida laboral, la habían vivido en el contorno de Cataluña, trabajando en carreteras y obras de mejora de ferrocarriles, sus esfuerzos humanos, les habían acondicionado, a sacar adelante a sus hijos, que en aquel momento disfrutaban de una buena situación laboral, ya que los hijos de ambos, lograron terminar sus estudios universitarios, y con sus carreras eran en la actualidad, personas bien situadas, a la vez sus esposas también inmigrantes, les habían ayudado con todo sus esfuerzos, para que la economía familiar, fuera más boyante, y así poder ayudar a sus hijos, en todos los estudios. Más aquella mañana los dos parientes, quisieron recordar a su tierra de nacimiento, y poner sus memorias en la conversación, hablaron de los fríos de aquellos inviernos, sobre los pueblos y campos, donde hubo días de no quitarse el hielo de los charcos y arroyuelos, sufriendo temperaturas de varios grados bajo cero, sus trabajos en la agricultura, donde en la época de verano, apenas podían dormir, sus madrugadas eran de mucho antes de salir el sol, con sus hoces a cuestas y sus animales, para poder transportar los cereales segados, y por las tardes en aquellas eras, donde reinaba el buen trato con sus vecinos. Hablaron de aquellas mañanas de invierno, cuando con sus animales y carros quien los tenía, se acercaban a sus montes de pinares y enebros, para poder llevar leña a las cocinas, y hornos de cocer el pan. De aquellas fiestas familiares, donde en las bodas, se trataba de preparar la comida y el convite de todos sus invitados, dentro de la casa de uno de los dos novios. Aquella mañana por La Barceloneta, y luego por Las Ramblas de Barcelona, continuaron con aquel tema, que se ve, que lo llevaban metido dentro del alma. Hablaron del primer amor, del primer beso a escondidas, de sus sueños de aventuras, quizá fuera de España, aunque los dos primos terminaron en Cataluña, donde a la vez, se estuvieron viendo y relacionando, con gentes de su tierra, de Soria, y aunque su economía, no les dio demasiado de sí, alguna vez volvieron a ver, aquel pueblo medio abandonado, con sus casas hundidas, sin colegio ni medico, y con la iglesia casi en ruina, la ermita era un recuerdo para el olvido, y el silencio se había adueñado de su entorno. Los recuerdos les tenían metidos en sus cerebros, pero los dos primos, no dejaban de lamentarse de aquella penosa situación, llegaron a la conclusión, de que Soria fue una zona olvidada, por el régimen de Franco, sí se hubieran dedicado a montar fabricas, talleres hoteles, y a tratar de mejorar el turismo, hoy decían ellos, Soria no sería esa provincia casi desértica, y los sorianos no hubiéramos tenido que abandonarla, para poder encontrar una vida un poco mejor. Los dos hombres continuaron sus comentarios, ahora que la mayoría de edad, la tenían encima, sus ochenta años, les hacían ver sus recuerdos con mucha más claridad, y además se daban cuenta, que aunque nadie les había hecho de menos, se sentían forasteros en una región de España, donde parece que el régimen de Franco, sí que monto fabricas y cantidad de cosas, donde la mayoría de los inmigrantes, y luego muchos emigrantes musulmanes, encontraron sus trabajos y mejores sueldos, y que algunos de ellos, quisieron o quieren imponer sus métodos de vida, que nunca fueron los nuestros.
G X Cantalapiedra.