Poco valor van a tener, con la leyes de los progresistas.

Luis del Val.

Esta mañana va a quedar en evidencia, que España no es país para abuelos. Y no lo digo sólo porque la etnia gitana les trate con respeto y consideración, y no los despache nunca hacia una residencia. Y no lo digo porque a las residencias llegan, cada año, abuelos con una edad más temprana. Y tampoco me refiero a la verdad estadística de que, en los meses de julio y agosto, en las fechas donde los hijos más facilidades tienen para visitar a sus padres, sean precisamente los meses donde menos visitas reciben.

Tampoco lo digo porque el progresismo no haya ampliado las unidades de dolor para trabajar con más entusiasmo en la eutanasia, que, mira, esa sí que quita el dolor de una manera definitiva. Lo digo, porque, hoy, en el acto de jura de la Constitución por la Princesa de Asturias, no va a estar presente su abuelo, porque parece que España no es un país para abuelos.

Lo invitarán más tarde, cuando no lo pueda ver nadie, y no le tengan que escuchar batallitas. Y tiene bastantes batallitas que contar. Porque con Felipe González hubo dos intentos de golpe de Estado, y otros dos con Adolfo Suárez. Y, en uno de ellos, se tuvo que poner el uniforme de capitán general de los Ejércitos y pudo pararlo.

Tenía entonces Sanchez, 9 años casi recién cumplidos. A lo mejor, por eso, es más condescendiente con los delincuentes que escapan de la Ley, y a ese cobarde prófugo le rinde homenaje llamándole presidente. Esta mañana, nos daremos cuenta de que la ausencia de medio centenar de diputados que mantienen al Gobierno son republicanos que odian al abuelo, a su padre y a la nieta. Pero le veo más porvenir a la nieta, como Reina, que al otro como presidente de la III República.

Al menos, por ahora, mientras a Juan Carlos I le aplauden en la calle, al otro lo abuchean, y sólo le aplauden los bueyes de su partido, y a puerta cerrada. Pero hoy el protagonista de traer la Democracia a España, estará ausente, porque parece que este no es un país para abuelos.

El campechano Juan Carlos 1°), no trajo ni defendió la democracia, es una herencia recibida de la dictadura franquista, que prestó juramento a los principios del moviento y obediencia al caudillo. Un candidato a rey dispuesto a jurar lo que sea von tal de recuperar el trono que el pueblo desterro con su abuelo Alfonso Xlll. Un herencia apoyada por los militares golpistas de la República. El golpe con Felipe de discutible procedencia inyelectual interpretado por Tejero iba contra Suárez, la derecha ya no le quería y algunos partidos políticos estaban también compinchados para formar un gobierno dirigido por un militar de salvación nacional muy apreciado por el campechano. No quería la herencia franquista y se jugó la carta del paripé de Salvador de la democracia que algunas mediocridad es, interesadas o no califican de salvador de las libertades, En fin, los medios de comunicación hicieron el relato y lo siguen haciendo, porque de ello depende las subvenciones que perciben. Para salir de dudas se debería hacer un referéndum, sólo para decidir entre monarquía o República, sin coletillas que lo condicionen como pasó cuando la constitución. Las rémoras del pasado son fardos muy pesados para seguir soportando semejantes excentricidades.

Poco valor van a tener, con la leyes de los progresistas.