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Santiago Torres, el juez que encarceló a Jesús Gil: "La maquinaria judicial está prevista para que no funcione, excepto con los robaperas", (1/2)

Dejó la toga desmotivado, especialmente cuando vio que se metía en la cárcel a boleros [que transportan droga en el cuerpo] pero no se investigaba a las mafias que los explotaban: "Yo no podía dictar una sentencia más", dice a eldiario. es
"Existe corrupción porque hay áreas de impunidad: es lo mismo que se tire el dinero o que no, que haya estaciones vacías del Ave o aeropuertos sin vuelos", señala el ahora abogado Santiago Torres

"La Justicia en España puede ser muy dócil al poder político, porque el sistema de promoción está basado en nombramientos discrecionales y solo progresan dentro de la carrera judicial aquellos que no son versos sueltos ni problemáticos"

antiago Torres entró en la carrera judicial con 26 años y pasó "sudores para intentar aplicar el Derecho con el peso que suponía juzgar a otros". Destapó uno de los primeros casos de corrupción urbanística en la Marbella de Jesús Gil y se hizo famoso tras meter en la cárcel al alcalde, entonces todopoderoso y presidente del Atlético de Madrid, por el caso Camisetas en 1998. Se marchó a Madrid, tras una campaña de desprestigio que incluyó manifestaciones vecinales contra él y denuncias. Después de varios infartos, en los que "es de suponer que tuvo mucho que ver la herencia genética", y algunas decepciones, dejó la magistratura. Santiago Torres también fue el juez del caso Guateque (quedó sobreseído y él amonestado por un retraso en el sumario de 130.000 folios), el caso Alierta (contra el entonces presidente de Telefónica) o el que desarticuló el clan de los búlgaros. Todo le "valió la pena".

Usted metió en la cárcel a Jesús Gil cuando era alcalde de Marbella. ¿Le sorprende que la mayoría de los políticos juzgados y condenados lo sean cuando ya se han retirado? Por ejemplo, Eduardo Zaplana, Esperanza Aguirre...

Yo recuerdo lo que me contaba un fiscal de Marbella: que él no se metía en determinados asuntos porque eran políticos y suponían problemas. Es muy fácil mirar para otro lado en cuestiones que afectan a los políticos y al poder y la tentación supongo que será muy grande. Tiene que ver con que te creas que eres juez o un mero funcionario que pasa papeles. Que estés convencido del valor del Derecho para resolver conflictos, que es lo que determina el valor de nuestra civilización. Eso puede ser aplicado solo de una forma: sin sometimientos a otros intereses de los estrictamente establecidos por la ley. Y si tienes otros intereses, probablemente no merezcas ser juez. Es una cuestión de ser o no ser.

¿Le dieron más miedo las amenazas de Jesús Gil o las del clan de los búlgaros?

A mí las amenazas de Gil no me daban miedo, lo que me dio verdaderamente miedo fue que tuviera influencias en el sistema judicial. Tuve que dedicarme más a mi defensa por los ataques de la propia casa que al trabajo judicial. Es una forma de presión terrible. Tuve que hacer frente a 17 denuncias y cuatro querellas.

En 2013 dejó la toga y se pasó a la abogacía. ¿Cuándo dejó de creer en el sistema judicial?

Siempre creí que cada uno desde su puesto podía hacer algo importante. Pero me di cuenta de que yo no era un ladrillo de un muro que yo creía que se llamaba Estado de Derecho. Veía que el único que se llevaba las leches era yo, y que no había ningún ladrillo más, y me di cuenta de que era un sacrificio estéril. El Estado es susceptible de increíbles mejoras que no se pueden hacer desde el sacrificio individual de los funcionarios. La norma de conducta no debe ser la heroicidad. Por eso pensé que más valía dejarlo.

Dice que ser juez acabó siendo un peso para usted. ¿Por qué?

La maquinaria judicial está prevista para que no funcione, excepto en el caso de los robaperas, ahí funciona de una forma hasta cruel. Uno de los casos que más me desmotivó fue el de los boleros [las personas que transportan bolas de droga en el cuerpo]. Suelen ir a prisión porque no tienen arraigo en España y son pillados in fraganti. Pero desde el punto de vista del juez que está de guardia está claro que este señor no viene a traer eso para sí mismo ni para venderlo en las discotecas de Madrid. Este hombre viene para traerlo para alguien. No vas a aplicar con toda la dureza el Código Penal a la escala más baja, a los desgraciados. Pero claro, se acumulaban los asuntos el día de la guardia con investigaciones complicadas.

Y cuando llego a la Audiencia Provincial de Madrid y veo que todo el proceso es contra el bolero... Todo terminado el día de la guardia y a juicio. Y le caen 9 u 11 años de prisión. ¿Estamos metiendo en las cárceles a hombres desgraciados usados como mulas a costa de sus propias vidas y no miramos a dónde van y quiénes son esas redes de explotación? Yo no podía dictar una sentencia más. El sistema es completamente injusto. Solamente se castiga a los robaperas, y excepcionalmente cae alguno más para mantener el sistema.

¿Cómo nace y se reproduce la corrupción?

Existe corrupción porque hay áreas de impunidad. Por ejemplo, nunca se ha establecido un verdadero control de eficiencia de la actividad administrativa. Es lo mismo que valga 8 que 80, que se tire el dinero o no, que haya estaciones vacías del Ave o aeropuertos sin vuelos... y todo pagado con dinero público. En estas áreas, donde no hay control de eficacia, es donde hay posibilidad de corrupción.

¿Y también por cierta impunidad judicial? Ha dicho usted que "la Justicia en España puede ser muy dócil al poder político". ¿En qué sentido?

En el sentido de que solo progresan profesionalmente dentro de la carrera judicial aquellos que no son versos sueltos ni problemáticos, desde el punto de vista político. El sistema de promoción judicial está basado en nombramientos discrecionales de personas que son de estricta confianza política. Estamos hablando de nombramientos del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), presidentes de Audiencia, presidentes de Tribunales Superiores de Justicia, magistrados del Supremo… Por no hablar de otros nombramientos que tienen relación con un desahogo profesional, como servicios de inspección, letrados del CGPJ o letrados del Constitucional.

Precisamente la última renovación del CGPJ hizo aguas tras un whatsapp de Cosidó en el que sugería que Marchena sería presidente e iba a favorecer al PP...

El CGPJ tiene que ser abolido o sustituido en la forma de elección. Si tiene que ser órgano de gestión, un órgano colegiado no es efectivo para eso. Si tiene que ser un mero órgano áulico sin gestión y de establecimiento del deber ser judicial, entonces tiene que ser nombrado de otra forma, porque quienes deciden cómo tienen que comportarse los jueces no pueden ser elegidos a dedo por los que tienen el poder político. Y eso el Consejo de Europa nos lo ha dicho por activa y por pasiva. Además, si la dotación de medios materiales y personales de los juzgados está intervenida por las conveniencias políticas, el funcionamiento de los juzgados está mediado por razones políticas.

¿Quiere decir que según lo bien o mal que se lleva el juez con el político se le da más o menos dinero? ¿Así de rudo?

Tú no me das problemas, yo te pongo el personal que te falta. Si no, te boicoteo el personal, o no pago los peritos que te están haciendo las investigaciones, como me pasó a mí con la Comunidad de Madrid en el caso Guateque [investigaba una trama de sobornos de funcionarios del Ayuntamiento de Gallardón y fue finalmente archivado tras anularse todas las pruebas].