Yo no conocí la guerra y cuando yo viví en estos pueblos...

Queridos amigos y amigas, y en especial quiero agradecer a Fernando e Isabel por su respuesta: Gracias.
Podemos tener los españoles y españolas diferentes ideas y podemos entendernos gracias a la palabra. Pero todavía hay personas a quienes les ofende la verdad y el punto de vista de cada uno. Eso me ha pasado en el foro de Carmen Negrín. He vuelto a mandar mensajes para decirle que hay aquí en este foro una carta para ella, y siempre lo mismo, me dice que me excedo en caracteres. Los últimos mensajes, según ellos, no tenían que tener más de 20 caracteres, en mi nombre. Carmen García García tiene 20 caracteres contando los acentos. ¿Es que los castellanos no podemos tener acentos en nuestros apellidos. No quieren saber qué tuvivmos que pasar los españolitos que nos quedamos aquí, solo con la memoria de los que se fueron en cuerpo y regresaron en espíritu. Los dirigentes salvaron sus vidas, se llevaron el oro a Moscú y nosotros nos hubimos que conformar con un colacao de leche en polvo en los recreos infantiles. Y fue maravilloso poder compartir con nuestros iguales, niños y niños de risineros en Ciruelos del Pinar (Guadalajara) eso tan sencillo y estupendo como un colacao con leche en polvo. El oro se lo llevaron para salvar sus propios pellejos y ahora que vuelven quieren solo gloria. Pues aquí hubo más que eso y soy testigo de primera mano después de varias generaciones. Me tuve que conformar con ser nómada y peregrina toda mi vida.

Amiga mía: mencionar Guadalajara, y cuanto dices forma parte de mi niñez robada: no me enteraría hasta después. 1Claro que nuestra inocencia se divertía entre soldados que ayudaban en las labores del campo. les ayudábamos a limpiar sus ametralladoras, y hasta comíamos de los garbanzos que arrojaban, en unos grandes maderos tras de la plaza. Cierto que me divertía con ellos, me llevaba uno de la mano, me daba alguna naranja: me quería. me quería y era republicano, Y hasta supe por mi madre que rezaba... y que recordaba a sus hijos. Yo le vi llorar pero no lo di importancia, si se que aprendía que es falso que los hombres llora, como falso que se les nombrara malos, después. Yo puedo decir que no, y quyesi tirábamos piedras a los aviones, es porque alguien decía que esos eran los malos.
Es triste, muy triste aprender por si solo, que hombres malos y buenos están por todas partes.
Como triste aprender después que los capos se llenaron de cadáveres, y que sigamos discutiendo, mucho años depues, el porque no se les da sepultura, como "Dios manda"
No se si los esqiueletos lloran pero lo que si estoy seguro es que están llorando demasiado tiempo. ¿por culpa de quien?
Saludos.

Yo no conocí la guerra y cuando yo viví en estos pueblos que menciono solo viví felicidad. Nada que ver el tiempo de estos benditos pueblos como el tiempo de invierno en Madrid en cuanto se acababa el trabajo de mi padre en sus cuarteles de verano de marzo a octubre. Me daba alergia por todo. Cambiaba de amigos, de colegio, de iglesia, que se hacía invisible para mí y parecía de otro tipo.
Cuando la gente critica tanto a la iglesia yo no lo entiendo porque la gente que formábamos iglesia en estos pueblos del alto Tajo eran formidables y eso se extendía a los curas párrocos. La pena es que lo nuestro durase tan poco, hubiésemos tenido que emigrar y muchos, es seguro se han desnaturalizado al intentar sobrevivir en las grandes ciudades. Tengo una suerte increíble que a mi eso no me haya sucedido. Cuando me fui de allí mi propia naturaleza me impidió que perdiese mis raíces y a las adversidades y a las malas compañías me cerraba como si fuese una piña. Solo admití las buenas influencias y eso me permitió ser como soy, auténtica.
Cuando ya tuve edad suficiente volví a mi pueblo de verdad y lo mismo. Viví intensamente todo lo bueno. Me alejaba de Madrid en cuanto podía y volvía a mis raíces siempre.
De la guerra supe mucho después y de sus consecuencias y empecé a relacionar hechos familiares que ya si les encontré explicación. El por qué mi padre enfermó a causa de todo lo malo que pasó de niño, de no haber tenido a su padre y de que éste hubiese tenido un final tan trágico. Pero todo me vino cuando podía asimilarlo y comprenderlo. Hasta entonces notaba el dolor algunas veces pero no entendía su procedencia.
En cuanto a lo de enterrar a los muertos lo veo muy justo y razonaable. Si los restos de mi abuelo hubiesen sido físicos yo también lucharía por ello. Pero le quemaron y las cenizas se quedaron allí en Mathausen. Como os digo, menos mal que éramos católicos y pudimos acoger su espíritu y su memoria para bien nuestro, y para hacer justicia a una persona que la vida y las circunstancias maltrató tan injustamente.
Y ha sido una desgracia que ha pasado de generación en generación y solo saneándola nos volverá a la vida.