LA SEÑORA CATALUÑA SE NOS QUIERE CONFEDERAR...

LA SEÑORA CATALUÑA SE NOS QUIERE CONFEDERAR

Señora Cataluña, no insista, no me quiero confederar con usted. Váyase y deje de meterme mano en la cartera.

Durán Lleida se ha declarado favorable a la confederación, no la del Sur, la de las películas de Hollywood, ni la Confederación Nacional de Trabajadores, la CNT, sino la confederación de Cataluña con el resto de España.

En teoría del Estado, la confederación supone que sus miembros políticos pueden ejercer el derecho a separarse de la entidad. Cuando en Estados Unidos un grupo de estados lo intentó hacer, se produjo una guerra civil con más muertos que la española de 1936-39. En la actualidad no hay confederaciones en Europa ni América, porque se ha comprobado que son fases hacia la unión más fuerte (Suiza, Estados Unidos, Argentina) o la disolución (la Confederación Perú-Bolivia y los Estados Confederados de América).

Pues ese modelo es el que propone el nacionalista catalán aragonés Josep Antoni Durán Lleida, tal como ha vuelto a explicar en el congreso de su partidito, Unión Democrática de Cataluña:

"Defendemos la soberanía de la nación catalana y el ejercicio de autodeterminación y el día que podamos decidir optaremos por la confederación".

Es decir, los amigos de la señora Cataluña nos quieren imponer a los demás españoles la facultad de que puedan irse cuando les apetezca, pero no ahora, claro, que todavía no nos han ordeñado lo suficiente. Pero ese plan tiene un fallo: ¿y si los demás no queremos confederarnos con ellos? Esta Cataluña es como una vieja pintada y triste que se empeña en aparentar juventud para sacar a bailar a los veinteañeros y apretarse bien a ellos.

Pues no, hombre, no. Ni confederación ni protectorado ni pacto fiscal.
Podíamos empezar por echar al Barcelona FC de la Liga Española y que así se confedere fubolísticamente con el Mollerusa y Nastic y el Reus. Seguro que hace

CATALUÑA, CADA VEZ MÁS DEPENDIENTE DEL MERCADO ESPAÑOL

Un informe interesante:

Debido al fuerte desequilibrio estructural entre las importaciones y las exportaciones, la economía catalana cada vez depende más de sus ventas al resto de España para equilibrar su balanza comercial.