"Las cosas de comer se han impuesto en la recta final del 12M. La opa hostil del BBVA sobre el Sabadell ha convulsionado una campaña que empezó con otra bomba, el período de reflexión que se marcó Pedro Sánchez para decidir si tiraba la toalla tras la apertura de una investigación judicial contra su esposa. La indignación general ante el órdago del BBVA nos recuerda al capitán Renault en Casablanca tras descubrir que en el café de Rick se organizaban timbas: ” ¡Qué escándalo, aquí se juega!”. La clase política y empresarial catalana ha descubierto de pronto cómo funciona el capitalismo, que todos sabemos que no tiene ni patria ni corazón. Los candidatos se han apresurado a mostrar su estupor ante la jugarreta del banco de origen vasco. Puigdemont ve un nuevo complot contra Cataluña. Aragonès pide parar los pies al BBVA como sea. Illa teme la pérdida de espacios de decisión para la economía catalana. Albiach vaticina una oleada de despidos. Alejandro Fernández está preocupado por las pymes. La CUP quiere un banco público. ¿Y Vox? Abascal no opina. Dice que no tiene datos. Todos los que suele tener sobre los pobres (migrantes) no los tiene ahora sobre los ricos (banqueros)".