VIDAS EJEMPLARES....

VIDAS EJEMPLARES.

Que mande el bufón.

Lo de Boris recuerda a Sancho al frente de la Ínsula Barataria.

Luis Ventoso.

Actualizado:

24/07/2019 08:06h.

En la segunda parte del Quijote, Cervantes cuenta el bromazo de un duque que convierte a Sancho Panza en gobernador de la quimérica Ínsula Barataria. En otra isla de mitos, la del empacho nacionalista del Brexit, ayer se dieron el lujo de culminar la gran chanza de nombrar premier a quien durante tres lustros era considerado el bufón oficioso del Reino: Boris Johnson, una curiosidad extravagante que amenizaba el circo mediático de Westminster con sus pelos de estrella del rock y sus declaraciones chocarreras: «Tengo más posibilidades de convertirme en aceituna que de ser primer ministro», bromeaba años atrás.

El pasado día 17, en el último debate entre los aspirantes a liderar el Partido Conservador, el paladín brexitero Boris esgrimió una bolsa de arenques como gesto efectista para arremeter contra la UE. La normativa alimentaria obliga a que ese pescado se conserve en hielo, lo que sirvió a Johnson de ejemplo para clamar contra «los devastadores excesos regulatorios de la UE». Bruselas aclaró al instante que la norma que regula la preservación de los arenques es exclusivamente británica. Johnson volvía a quedar como un cantamañanas. Da igual. Vivimos en la era del populismo, el repliegue nacionalista en el terruño y el culto a la diversión, así que ayer barrió a su rival en las primarias tories por 92.513 votos frente a 46.656.

Los arenques no son una excepción, sino más bien su pauta de conducta. Boris fue despedido por «The Times» en su primer empleo como periodista por inventarse citas. Más tarde, su partido lo sancionó por mentir sobre una relación adúltera. Además de al público, también engañó a su mujer, entreteniendo su matrimonio con un par de vástagos extramatrimoniales. En 2013, siendo alcalde de Londres, defendía los beneficios de la UE. Tres años después, calculó que el Brexit podía ser el camino más rápido al Número 10 y se puso al frente de la campaña del Leave. Su promesa estrella fue que dejando la UE el Reino Unido dispondría de 350 millones más por semana para su sanidad pública. Era mentira. Pero para cuando Johnson lo reconoció, los británicos ya habían votado salir.

Que Boris duerma en el Número 10 merced a un discurso populachero y simplista y sin haber ganado unas elecciones es un indicio más de la crisis que padece la democracia liberal, incluso en el extraordinario país que la inventó. El Reino Unido tiene 66 millones de habitantes. A su nuevo primer ministro lo han elegido 139.169 afiliados del Partido Conservador. La victoria de Boris indica además uno de los virus que corroen a Gran Bretaña: la incurable brecha clasista, con una élite patricia que mangonea al país. De las exclusivas aulas de Oxford han salido 27 primeros ministros y de Cambridge, 14. El selecto colegio de Eton educó a 19. Boris es de catálogo: primero Eton y luego, Clásicas en Oxford.

El flamante primer ministro, como todos los brexiteros, se quedaría mudo ante esta simple pregunta: Tres años después del referéndum, ¿dígame algo concreto en que haya mejorado la vida de los británicos? Y es que el Brexit es un sentimiento. Como Torra. Pero en legal y finolis.

Luis Ventoso.

Director Adjunto.