EL ÁNGULO OSCURO....

EL ÁNGULO OSCURO.

El macaneo del doctor Sánchez.

Con lo de «la ley no basta» propone una hórrida coexistencia entre Cataluña y el resto de España basada en engaños y remanguillés.

Juan Manuel de Prada.

Actualizado: 08/02/2020 00:01h.

¿ué ha querido decir el doctor Sánchez cuando ha afirmado que «la ley por sí sola no basta»? Porque es un hecho que la ley no funda la comunidad política, ni se basta para sostenerla. Decía García Morente que «entre españoles el trato puede más que el contrato, y las obligaciones de amistad pesan mucho más que las obligaciones jurídicas». Los españoles se vinculan -o se vinculaban, cuando todavía lo eran- por lazos de amistad; «no como frías abstracciones del derecho político o del Código Civil -añade García Morente-, sino como cálidas realidades de amor y de dolor».

Pero un personaje tan maniobrero, taimado, mentiroso compulsivo y refractario a la traición como el doctor Sánchez no puede estar diciendo lo mismo que el filósofo García Morente. Pues cuando García Morente nos enseña que no puede haber auténtica comunidad política fundada en meras obligaciones jurídicas nos está refrescando la enseñanza aristotélica, tan olvidada por los modernos, que nos recuerda que la comunidad política sólo puede subsistir cuando existe amistad entre sus miembros, concordancia de pareceres y justicia política. En cambio, cuando el doctor Sánchez dice que «la ley no basta» no está vindicando los fundamentos aristotélicos de la comunidad política, que le parecerán infinitamente más odiosos que la propia ley emanada de ellos. Lo que está proponiendo es una hórrida coexistencia entre Cataluña y el resto de España basada en engaños mutuos, en apaños y remanguillés, en sobornos (o promesas de sobornos que luego incumplirá), en anfibologías y vaguedades. O sea, lo que los argentinos llaman «macaneo» o necedad en el hablar, que consiste en envolver los problemas que demandan soluciones fundadas en la deliberación aristotélica de un conceptualismo vacuo o difuso, lanzado al aire con temeridad de botarate, con la intención de contentar a todos, o simplemente de embaucarlos (que es lo que fundamentalmente busca el doctor Sánchez), por alargar una situación que conviene al macaneador (en este caso, sacar adelante unos presupuestos con el apoyo de los engañados que le permitan seguir durmiendo en el colchón de La Moncloa).
El macaneo es todavía más nocivo que el error. Pues el macaneo disfraza al error, lo maquilla con ambigüedades, lo hace pasar por verdad, lo entremezcla con la verdad y con el batiburrillo hace albóndigas, con las que alimenta y mantiene entretenidas a las masas cretinizadas. Pero este macaneo de los confusionarios acaba siempre muy malamente. Porque, a diferencia del hombre noble, que otorga aquello a lo que no está obligado y se abstiene de aquello que no se le prohíbe, el confusionario hace creer que se abstendrá de aquello que está obligado y que dará aquello que se le prohíbe. Pero sus macaneos acaban tarde o temprano siendo desvelados; y entonces quienes entretanto han perseverado y se han ratificado en el error que el confusionario no les ha señalado desde el principio - ¡autodeterminación!- se cogerán un cabreo monumental, porque se considerarán -con razón- engañados. Que, siendo catalanes, será un cabreo como el que Roque Ginart describe en el Quijote: «A mí me han puesto en [este modo de vivir] no sé qué deseos de venganza, que tienen fuerza de turbar los más sosegados corazones. Yo de mi natural soy compasivo y bien intencionado; pero, como tengo dicho, el querer vengarme de un agravio que se me hizo, así da con todas mis buenas inclinaciones en tierra». Por supuesto, el confusionario doctor Sánchez no ha oído hablar de la «venganza catalana»; y un ardite que le importa, porque esa venganza no va a caer sobre sus espaldas.

Juan Manuel de Prada.

Escritor.