MARISA DEL CAMPO LARRAMENDI...

MARISA DEL CAMPO LARRAMENDI

ESTA EUROPA ES UNA RUINA… PARA ALGUNOS.

Los líderes de los 27 países de la UE siguen mareando la perdiz… una perdiz que más que ave parece tortuga de lo despacito, despacito que va.

Este pasado jueves, mientras el Aquiles del Covid 19 corre que se las pela hacia una catástrofe humana y económica, la tortuga de los dirigentes europeos ha logrado avanzar unos centímetros que no solo resultan insuficientes, sino que ya rayan en lo ofensivo y cargante.

Cuatro reuniones en un mes se han necesitado para bautizar a la criatura: algo así como un fondo de recuperación post-crisis, "suficientemente grande como para lidiar con la extensión de la crisis y dirigido hacia los sectores y las regiones de Europa más afectadas", en palabras del presidente del Consejo Europeo. Sabemos aproximadamente - en esto también hay diferencias - el peso de la criatura: en torno al billón de euros.

Sin embargo desconocemos su sexo: ignoramos si serán préstamos o subvenciones. Alemania, Países Bajos y Suecia defienden los préstamos; Francia, Italia y España las subvenciones.

Si son préstamos habrá que devolverlos lo cual dispararía la deuda de los prestatarios y lastraría su crecimiento económico por años – y hasta podrían acabar siendo intervenidos por los hombres de negro –

Si son subvenciones, incluidas dentro del presupuesto de la Unión, y por lo tanto verdaderas transferencias presupuestarias, los subvencionados podrían realizar inversiones sin multiplicar su deuda.

La tortuga europea ha dejado para próximas reuniones la conversión de la criatura en una quimera que sin sexo claro aúne y circunscriba préstamos y subvenciones en algún círculo cuadrado. Figura geométrica fantástica que, nos tememos, será dibujada por los grandes "artistas" centro europeos, escuela de Berlín.

Sin embargo convendría dejarnos por un momento de estos debates en las cúpulas políticas de la UE y sumergirnos brevemente en las pantanosas profundidades de la base económica de la comunidad europea.

La madre del cordero, la perdiz, la tortuga y el engendro de esta unión fiscal y monetaria de estados capitalistas nacionales en que consiste la UE es la gran diferencia en la Composición Orgánica de Capital que existe entre ellos. En plata y dicho de forma simplificada la mayor capacidad tecnológica de unos frente a otros.

La unión europea se concibió en términos monetarios y fiscales, y no hubo convergencia en la productividad, el crecimiento del PIB, la inversión o el empleo. Esto supone un desequilibrio permanente entre los países miembros que, comercialmente, castiga a unos y premia a otros.

Este desacoplamiento de producción y comercio y las diferencias tecnológicas entre sus miembros – recuerden la Composición Orgánica del Capital – están dando lugar a una economía bipolar: por un lado, desarrollo impulsado por una economía basada en las exportaciones, el superávit, la capacidad de conceder créditos – Europa central –; por otro lado, economías impulsadas por la deuda y la demanda – Europa periférica –

De esta manera se produce una continua transferencia de valor, rentas y riquezas de los países del sur y del este hacia los estados de la Europa central.

En definitiva el vigente modelo de unidad europea supone un desarrollo desigual en el continente, en el cual los países centrales aumentan su productividad y su renta per cápita, mientras los periféricos pierden productividad y renta por habitante.

Un modelo que genera tejido industrial de alto valor añadido en los países centrales, mientras condena a los periféricos a ser fuentes de mano de obra barata.

Un modelo que hace crecer el PIB de los países centrales gracias a su capacidad exportadora y lleva a los periféricos al estancamiento económico o a compulsivos crecimientos en base a las burbujas inmobiliarias financiadas por el capital alemán.

Tan solo un poder democrático y social a nivel europeo podría con una acción política decidida contrarrestar estos efectos perversos derivados del pésimo – para los de abajo – modelo de unidad europea vigente en la actualidad. Sin embargo este poder político ni está, ni se le espera.

Todo parece indicar que la salida de la crisis sanitaria y económica del corona virus se saldará con nuevos sacrificios y recortes para los países de sur… hasta que Alemania - esto es: el capital alemán - se harte, decida hacer la Gran Europa Central Alemana y nos mande a los países periféricos al fondo del Mediterráneo de una soberana patada.