Los campos de concentración de Franco (1/10)...

Los campos de concentración de Franco (1/10)

El escritor español José María Pemán que fue un intelectual y propagandista franquista decía “Limpiad esta tierra de las hordas sin Patria y sin Dios”.
Los campos de concentración de Franco (1/10)

El escritor español José María Pemán que fue un intelectual y propagandista franquista decía “Limpiad esta tierra de las hordas sin Patria y sin Dios”.

El propio general Franco dejó dicho que en una guerra como la que vivía España era preferible una ocupación sistemática de territorio, acompañada por una limpieza necesaria que una rápida victoria militar que deje al país infectado de adversarios.

El general Mola, en sus directrices previas al golpe, pidió “eliminar los elementos izquierdistas: comunistas, anarquistas, sindicalistas, masones...”. El objetivo era “El exterminio de los enemigos de España”

El oficial de prensa de Franco, Gonzalo de Aguilera puso número a esa limpieza. Según sus cálculos, había que “matar, matar y matar hasta terminar con un tercio de la población masculina de España”. El franquismo había negado a sus enemigos hasta los derechos de la Convención de Ginebra.

Franco no era Hitler, sin embargo, si había similitudes. Lo que sucedió fue un verdadero holocausto ideológico en la España de Franco. Una solución final contra quienes pensaban de forma diferente.

La sexualidad en el franquismo
La España franquista tuvo al menos, entre doscientos y trescientos campos de concentración, entre los años de 1936 hasta el año 1947. Algunos fueron de forma estable y otros muchos provisionales. La red de campos era un instrumento de la represión franquista.

Terminaban en estos campos de concentración desde excombatientes republicanos del Ejército Popular, las Fuerzas Aéreas y la Marina de Guerra, hasta disidentes políticos y sus familiares, indigentes, independentistas marroquíes, homosexuales, gitanos y presos comunes.

Una investigación llevada a cabo por Carlos Hernández plasmada en su libro “Los campos de concentración de Franco”documenta 296 campos de concentración. Pasaron por ellos entre 700.000 y un millón de españoles que sufrieron hambre, torturas, enfermedades y la muerte. La mayoría de ellos además fueron trabajadores forzosos en batallones de esclavos.

Es imposible documentar todos los asesinatos y muertes porque no dejaban registro, pero en solo en quince campos que han podido ser investigados, se calcula entre 6.000 y 7.000 los asesinatos producidos.

La comunidad autónoma que más campos albergó fue Andalucía, pero se extendieron por todo el territorio. El 30% eran campos de concentración en terrenos al aire libre con barracones rodeados de alambradas. El 70% se habilitaron en plazas de toros, conventos religiosos, fábricas o campos deportivos, hoy muchos reutilizados.

Ninguno de los presos había sido juzgado ni acusado formalmente ni siquiera por tribunales franquistas y pasaron ahí una media de cinco años. Sobre todo eran combatientes republicanos, aunque también había alcaldes o militantes de izquierdas, capturados tras el golpe de Estado en localidades que cayeron en manos del ejército franquista.

Las Comisiones Clasificatorias que funcionaban en los campos eran las que determinaban el destino de los internados. Se investigaba a cada uno de los prisioneros, principalmente mediante informes de alcaldes, curas y de los jefes de la Guardia Civil y la Falange de las localidades natales.

- Los declarados afectos eran puestos en libertad.

- Los desafectos leves y sin responsabilidades políticas eran enviados a los batallones de trabajadores.

- Los desafectos graves iban a prisión y estaban a disposición de la Auditoría de Guerra para ser procesados por un tribunal militar.

- Los clasificados como delincuentes comunes eran enviados también a la cárcel.

Las cifras oficiales dadas por la Inspección de Campos de Concentración de Prisioneros, al finalizar la guerra civil, valoraba en alrededor de cien campos existentes, que retenían a 177.905 soldados enemigos prisioneros pendientes de clasificación procesal. La Inspección informaba también de que hasta entonces habían pasado por los campos 431.251 personas.

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Los desafectos poblaron de manera estable los campos de concentración y fueron condenados a trabajos forzosos. Durante la guerra estuvieron obligados a cavar trincheras, y al término del conflicto, principalmente a labores de reconstrucción de pueblos o vías.

Sufrieron torturas físicas, psicológicas y lavados de cerebro. Tenían que comulgar, ir a misa, o cantar diariamente el Cara al Sol, como ha documentado Carlos Hernández. Hay testimonios explícitos de hambrunas extremas, enfermedades como el tifus o tuberculosis y plagas de piojos.

Muchos de ellos fueron asesinados en el propio campo o por tropas falangistas que iban a buscarles, y otros muchos no sobrevivieron a la falta de alimentación, higiene y atención sanitaria.