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Más mentiras en el Gobierno.

A la ministra de Justicia, Dolores Delgado, le rodean hoy los embustes y las amistades peligrosas. Motivos para dimitir le sobran.

ABC.

Actualizado:

25/09/2018 11:53h.

Cuando hace una semana la ministra de Justicia, Dolores Delgado, dijo públicamente que no había mantenido «ningún tipo de relación personal, profesional, oficial o no oficial» con el excomisario de la Policía José Villarejo, hoy en prisión acusado de corrupción, no dijo la verdad. Ayer, y en un inusitado ejercicio de memoria selectiva tras una mentira previa, admitió que mantuvo reuniones con él en tres ocasiones. Unas conversaciones grabadas en 2009, durante un almuerzo junto a Baltasar Garzón y cinco altos cargos policiales, demuestran que la relación entre ambos era más que fluida. Aquel año, Delgado ejercía como fiscal de la Audiencia Nacional y asistía junto a su íntimo amigo Garzón a una comida reservada de homenaje a Villarejo, a quien se había concedido una condecoración policial. Tanto el tono de aquella conversación como la forma tan coloquial de dirigirse unos a otros revelan que había una relación personal fluida y de absoluta confianza. De otro modo, sería impensable que Garzón y Delgado fuesen «Balta» y «Lola», o que se produjesen chanzas de índole sexual. Lo grave no es que Delgado tuviese una aparente vinculación amistosa y de confidencialidad con Villarejo. Lo grave es que no haya dicho públicamente la verdad al respecto. No se trata de una coincidencia casual en un «evento», como ella sugirió tratando de blindarse cuando negó conocer a Villarejo. Más allá del origen espurio de esas grabaciones, hechas seguramente sin consentimiento, y más allá de la capacidad de Villarejo de chantajear a conocidas personalidades, lo cierto es que Delgado no sale bien parada. La ministra participó activamente y de modo cómplice en una confabulación contra una docena de policías de la Audiencia, a los que ella y Garzón exigieron sustituir por otros más afines. «Que el comisario me mande a alguien nuevo (…) Que dinamite a todo el que esté allí», pidió Garzón, como si la Audiencia Nacional fuese un cortijo de su propiedad. Mientras, Delgado asentía llamando «gilipollas integral» a uno de los policías de la Audiencia.

Delgado también participó, como fiscal en activo, de otra conversación en la que se vulnera el secreto judicial con motivo del secuestro del barco Alakrana en el sur de África. En ella Garzón y Delgado proponen acuerdos bajo cuerda, al margen del procedimiento jurídico español, para que esos piratas detenidos no fuesen trasladados a España. La fiscal llega a tachar a España de «país bananero» por la gestión que hizo el Gobierno socialista. Delgado participó además de comentarios despectivos hacia otros jueces de la Audiencia, incluido su entonces presidente, Ángel Juanes, o contra su actual compañero de gabinete, Grande Marlaska, sin contar chascarrillos racistas y homófobos nada ejemplarizantes. A Delgado le rodean las mentiras y las amistades peligrosas. Motivos para dimitir le sobran.

Hay que reconocer que a Villarejo le ha sobrado mucho tiempo (2009) para el cortipego.
¿Dónde está la diferencia de lectura entre unos y otros? Vuestros articulistas y el PP si se tratase de alguièn de sus filas hubiera apostillado con vehemencia que menudo sinvergüenza Villarejo! Cómo se puede dar credibilidad a un delincuente! Pero ay ay ay como es del PSOE pues a la mínima DIMISIÓN. Vaya paradoja! Es curioso la doble vara de medir y sobre todo la del PP.

Saludos.

Villarejo, absuelto de los delitos de descubrimiento y revelación de secretos por la grabación al CNI:
(para que se calle la boca la Clara)

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José Manuel Villarejo
El comisario jubilado José Manuel Villarejo (d). (Foto: EP)
OKDIARIO
12/01/2023 12:23 ACTUALIZADO: 12/01/2023 15:49

La Sección Séptima de la Audiencia Provincial de Madrid ha absuelto a José Manuel Villarejo Fernández, a Gemma Isabel Alcalá y a Carlos Mier de los delitos de descubrimiento y revelación de secretos de los que estaban acusados por supuestamente haber ordenado grabar una reunión entre agentes de la Policía Nacional y el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), en el marco de una investigación relativa a Francisco Nicolás Gómez Iglesias, más conocido como El pequeño Nicolás, y cuyo contenido fue publicado en un medio de comunicación digital, al no haber encontrado a lo largo del juicio base probatoria en el argumento de la acusación y sí, en cambio, una falta de coherencia lógica en el relato que ésta proponía que impide a los magistrados –dice la sentencia-, asumir sus conclusiones.

En definitiva, la acusación sostenía que tras la detención de Nicolás Gómez Iglesias en septiembre de 2014, tuvo lugar en octubre de ese mismo año una reunión entre la Unidad de Asuntos Internos del Cuerpo Nacional de Policía y el CNI coincidiendo con la investigación al Pequeño Nicolás por haberse hecho pasar ante varios importantes empresarios españoles como agente de enlace de la inteligencia española entre la Vicepresidencia del Gobierno y la Casa Real. La acusación también mantenía que José Villarejo Fernández tuvo conocimiento de esa reunión y que sirviéndose del teléfono de uno de los asistentes al encuentro grabó parte de su contenido, que luego apareció en el medio digital propiedad de Carlos Mier, con la participación de la tercera acusada -de ahí la acusación de descubrimiento y revelación de secretos- con el ánimo de torpedear la investigación.

El Tribunal ha desestimado la acusación de la Fiscalía, que asegura que el comisario tuvo conocimiento de la convocatoria para aquella reunión «y planeó grabar la conversación» con el propósito de difundirla posteriormente en Información Sensible y otros medios de comunicación «y lograr así obstaculizar, entorpecer o bloquear la investigación en curso» sobre Gómez Iglesias.

El Ministerio Público sostenía que el periodista Carlos Mier -que entonces trabajaba en Información Sensible- llamó desde su móvil al del jefe de Asuntos Internos y «activó algún tipo de aplicación informática o software que permitió captar el sonido ambiente sin que pudiera ser advertido por Martín Blas».

«Subsisten dudas»
A los magistrados, dice la sentencia, «no les corresponde explicar cómo se produjeron los hechos, mientras que subsisten dudas no explicadas respecto a cómo se realizó la grabación» (de una duración de casi siete minutos y de muy baja calidad), por lo que «a partir de los razonamientos expuestos no resulta un conjunto indiciario suficientemente sólido como para integrar prueba bastante para desvirtuar el principio de inocencia que favorece a los acusados».

Esta resolución aún no es firme y puede ser recurrida en casación ante la Sala Segunda del Tribunal Supremo, la competente en asuntos de naturaleza penal.

Alguien lo grabó, ¿no?
Alguién reveló secretos aunque sea una grabación de baja calidad.
Los Jueces podían haber optado por lo contrario.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Villarejo ha quedado absuelto, mientras los socialistas a la cárcel por los ERES.