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ANOCHE VI A LOS MEDICOS ENCERRADOS
En un barrio lleno de obreros cono es Manoteras, vi a muchos profesionales de la medicina encerrados en un local, donde las gentes que se reúnen ahí, tienen la condición de negociar, e intentar llegar acuerdos que sean solucionar los problemas, Anoche sentí esa falta de negociadores de la Comunidad de Madrid, que deben estar pensando que los médicos de la Seguridad Social, no los deben de ver necesarios, y prefieren ver la medicina privada cómo su gran negocio, en manos de algunas empresas dedicadas a negociar con la salud, y cuando fallan ellos mandar a los enfermos a los hospitales de La Seguridad Social, o que se gasten el dinero para poder morirse, Es lamentable esta situación que está llevando La Comunidad de Madrid, Su presidenta la primera, echando la culpa al vecino de no sé dónde, ni porqué causa. Estas ordenes de arriba como dicen los politiquillos que a todo que dicen sus jefes les dicen que amen, La verdad que no tienen sentimientos humanos, las listas de espera de cualquiera intervención se van alargando, y muchos enfermos lo van notando, seguro que dirán esos malos gobernantes, que si la gente fallece es mejor, menos listas para entrar en el quirófano serán necesarias, y menos pensiones habrá que pagar, Parece que estamos en manos de gentes sin conciencia ni sentimientos humanos, no digamos ya de solidaridad y caridad para esas gentes del pueblo llano que no tienen más que la pensión para vivir, y a veces no les alcanza, es imposible que se puedan meter en la medicina privada, donde te chupan el dinero sin discreción. Me compadezco de los Médicos de familia, la que están pasando con estos gobernantes sin conciencia. Tienen que estar oyendo mentiras por algunas bocas que mejor estarían cerradas. SOLUCIÓN YA, Y MENOS ECHAR BALONES FUERA. G X Cantalapiedra. 21 – 1 – 2023.

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21 DE ENERO DE 2023
Fernando Jáuregui.- No voy, no firmo
MADRID, 21 Ene.

Me envían un texto de protesta contra algunas medidas del Gobierno contra las que, en mi ánimo, también protesto. "Va a estar firmado por periodistas muy conocidos", me dicen, y me citan los nombres de algunos promotores, en efecto notorios colegas, y también, añaden, firmarán ex socialistas y ex altos cargos de otro signo, en lo que entendí confusa mezcolanza. No firmé.

Y desoiré algunas llamadas -también secundadas desde algún medio- para asistir este sábado a una manifestación de signo inequívocamente de protesta contra el Ejecutivo de Pedro Sánchez y con cierto aroma populista. No iré, respondí, añadiendo que todos deben tener perfecto derecho a salir a la calle en protesta, estemos o no de acuerdo con los gritos que se escucharán. Pero, me digo y digo, creo que los periodistas no estamos para eso.

Pienso que es bueno que la sociedad civil, se encuadre en los extremos que se encuadre, salga a la calle, a las páginas de los periódicos, para expresar su opinión, sobre todo cuando considera que la falta de transparencia y el 'maniobrerismo' de los poderes públicos restan a la ciudadanía su capacidad de influir en la gestión de la sociedad. Quizá sea, como alguien me dice, un "antiguo", pero me parece que los periodistas estamos más bien para contar lo que hacen otros que para que otros cuenten lo que hacemos nosotros. Y eso, siempre, esgrimiendo la máxima atribuida, quizá sin razón, a Voltaire, según la cual "yo, que aborrezco las ideas que usted proclama, daría la vida para que pueda seguir expresándolas libremente". ¿No es esa una bella máxima para quien pretende ejercer la sagrada tarea de informar?

Sí, apoyo sin dudas el derecho a manifestarse de gentes cuyos postulados me inquietan y que proponen soluciones para este país que me parecen un total desacierto. Mi respeto por algunos -no todos-- de los grupos que convocan, apoyados por un partido extremo, una manifestación este sábado en Madrid. Como lo tuve, sin tratar de meter en el mismo saco unas cosas y otras, nada que ver, por los independentistas 'radicales' que salieron el viernes a las calles de Barcelona, cometiendo, me parece, un tremendo error. Allá ellos acerca de cómo ejercitan sus derechos y libertades. Mi derecho, mi libertad y mi obligación consisten, creo, en analizar críticamente cómo ejercen su protagonismo, y su gregarismo, otros.

Lo mismo digo acerca de esos escritos que firman gentes dispares por las que siento dispar admiración y sintonía. Me hice periodista para escribir crónicas, artículos, sobre lo que pasa, no para influir en lo que, a mi juicio, debería pasar. Ya digo: no estamos para ir junto a los manifestantes, sino para hacer, desde la orilla, la crónica de las manifestaciones. Ni para firmar proclamas, sino trabajos de investigación y reportajes. El periodista no está, aunque muchas veces lo crea, para liderar movimientos sociales, porque, desde el momento en el que lo pretenda, deja de ser periodista. Y uno, en su modestia, pretende seguir siendo eso; nada más y nada menos que eso: testigo de la actualidad, de la vida de los otros. Desde la butaca del espectador. O la del crítico.