PEDRO GARCÍA CUARTANGO.

La rama doblada.

El maniqueísmo de Puigdemont tiene unos tintes racistas y xenófobos que apenas disimula.
ISABEL SAN SEBASTIÁN.

El dóberman era Óscar Puente.

Mientras el fiscal general mueve sus peones contra Díaz Ayuso y en favor de Begoña Gómez, él distrae nuestra atención arremetiendo contra Milei.
IGNACIO CAMACHO.

La cortina opaca.

Ábalos lo niega todo, incluso la verdad, como Sabina. Al menos admitió que a Koldo sí lo conocía.
LUIS DEL VAL.

El boquirroto de guardia.

Me parecen más peligrosos los cínicos y los taimados, pero el peligro es que los jefes de Estado de otros países no se atienen a sutilezas.
DIEGO S. GARROCHO.

Sánchez, Feijóo y el Dios medieval.

La oposición debería preguntarse por qué a medio país le da igual que le engañen.
CHAPU APAOLAZA.

Madrid, séptimo círculo del infierno.

Cuánto mejor que en San Isidro estaríamos en Columbia rompiendo lunas y reclamando que Hamas, Irán y Yemen son el paraíso de la civilización.
JOSÉ F. PELÁEZ.

La inmensa cobardía de Sánchez.

Un hombre valiente no actúa así sino al revés.
JUAN MANUEL DE PRADA.

Toreo, arte analfabeta.

Dejemos la «Cultura» para los mequetrefes y cagapoquitos de la izquierda caniche.
IGNACIO CAMACHO.

Tribunales a la carta.

No hay mayor desviación de poder que cambiar el método de elección de los jueces para salvar un conflicto de intereses.
Urtasun, el ministro banderillero que hace más daño al PSOE que a los toros.

EL RUGIDO DEL LEÓN.
OTRO BULO SIN BASE QUE LO SUSTEnTE
Para BULOS los de Pedro Pinocho, ese sí que es un BULERO.
OTRO BULO SIN BASE QUE LO SUSTEnTE
CARLOS HERRERA.

Deterioro eres tú, corazón.

El barrizal de la política española, que es cierto, tangible, viene dado por la maestría del socialismo español en remover odios.
MARÍA JOSÉ FUENTEÁLAMO.

Una guerrera de la Historia.

No es un oficio fácil, pero no se me ocurre mejor forma de afrontar estos tiempos de convulsas batallas de palabras.
ÁLVARO MARTÍNEZ.

Epístolas petrinas.

Laten en cada carta amenazas a la libertad de prensa, quedando pendiente el método para meter en vereda a los periodistas desafectos.