POSTALES....

POSTALES.

¿Quién engaña a quién?

¿No le hubiera controlado mejor desde dentro? Lo sabremos las próximas semanas. O meses.

José María Carrascal.

Actualizado:

21/07/2019 23:40h.

Empiezo a estar cansado de escribir siempre la misma columna y supongo que ustedes estarán hartos de leerla. Pedro Sánchez ha vuelto a caer en su propia trampa. Creyó tener a Iglesias en el talego acusándole de no creer en España ni en sus instituciones, e Iglesias le ha devuelto la pelota renunciando a formar parte de su gobierno, pero colándose en él a través de su gente. ¿Reacción de Sánchez? Aceptar el envite seguro, como el jugador de fortuna, de que el otro tiene más miedo que tú. En este caso, a unas nuevas elecciones. Es verdad que el PSOE puede retroceder. Pero Podemos puede desaparecer o poco menos. Iglesias lo sabe, de ahí que haya dado un paso al lado. ¿Qué negocian en las pocas horas que quedan hasta la primera votación de investidura? Pues un compromiso como los puercoespines hacen el amor: con muchísimo cuidado. El plan de Sánchez es empezar por la investidura para pasar luego al programa de gobierno. Justo lo contrario que quiere Iglesias -el programa primero, el gabinete después- pero no va a tener más remedio que aceptar si no quiere ser de nuevo acusado de «impedir la formación de un gobierno progresista» o, dicho en lenguaje electoral, «votar lo mismo que Vox».

Para disimular la trampa, Sánchez va a hacer un discurso de investidura tan tierno como vacuo: enarbolar la bandera de la igualdad, del feminismo, del cambio climático, de la juventud que no puede abandonar la casa paterna y de los jubilados que no pueden llegar a fin de mes con su pensión, buenismo puro y de la mejor marca. ¿Quién puede estar contra ello? De cómo va a pagarlo se encargará el presupuesto ya rechazado. Si ocurre otra vez, la culpa será de quienes lo rechacen, y a vivir con el de Rajoy, que no va tan mal. De la reforma del mercado laboral, ni palabra, de Cataluña una vaga referencia a la singularidad histórica, lingüística, cultural, política de las distintas comunidades españolas, que conviene precisar en sus estatutos y leyes generales. Eso sí, garantizando la «libertad e igualdad de todos los españoles». ¿Pero no está ya garantizado? preguntarán ustedes. Claro que está, pero a Sánchez lo único que le interesa es ser investido. Luego. ya veremos. Su modelo es el portugués: gobierno de izquierdas con programa de derechas. Lo malo es que los españoles no somos portugueses y ¿cómo van a reaccionar los ministros «podemitas» al ver que sus planes sociales quedan aparcados? Supongo que Sánchez contará con que las poltronas adormecerán sus afanes reformistas y, si insisten, les amenazará con « ¡Qué viene Vox!».

Olvida, con el optimismo de quienes han forzado siempre su apuesta, que al impedir a Iglesias entrar en el gobierno, pero dejando a sus caballos de Troya, le ha dado la oportunidad de demostrar que la única y verdadera izquierda de España es la suya. ¿No le hubiera controlado mejor desde dentro? Lo sabremos las próximas semanas. O meses.

José María Carrascal.

Articulista de Opinión.