Está claro que San Juan, tras fumarse aquel pedazo...

Está claro que San Juan, tras fumarse aquel pedazo de porro en la isla de Patmos, vio verdaderamente el futuro de la humanidad y como tal lo escribió en su Apocalipsis. Una amiga me cuenta desde California que allí es imposible vivir sin un buen historial crediticio. No ya con uno malo, sino sin uno bueno, que no es lo mismo. Es el creciente control financiero sobre las almas. Antes, ese historial bancario hacía falta para un pedir un préstamo, comprar un coche o alquilar una vivienda. Ahora, además, las grandes empresas empiezan a exigirlo para contratar a sus trabajadores. El más cualificado aspirante puede quedarse fuera si su expediente recoge la huella de alguna morosidad pasada, a modo de enfermedad crónica inhabilitante. Es la nueva versión de los apestados. Entre los americanos, a quienes carecen de este perfil financiero (por ejemplo, al no tener cuentas corrientes por una cuestión de principios o por lo que sea) los llaman ghosts, fantasmas. Espectros de la economía, marginados de la vida, criaturas inquietantes y de poco fiar. En España esto aún no es así del todo, pero sabido es que la Central de Información de Riesgo del Banco de España elabora el historial bancario de todos y cada uno de sus paisanos y los brinda por la cara a las entidades que los requieran para analizar los riesgos de crédito. Sí, señor: la Bestia exige que todos lleven su número escrito en la frente o en la mano. Es más: quien quiera encontrar trabajo (ya lo advierten nuestros cazatalentos insistentemente) debe abstenerse de hablar de política y de religión en las redes sociales, y nada de quejarse de su empresa. Pese a lo improbable que pueda parecer, en vista del muermo social imperante y este miedo sin precedentes que nos amarra al yugo, un estallido social contra este proceso de esclavización les vendría de perlas a los poderes del mundo. En el descorazonador documental de Erwin Wagenhofer Vamos a hacer dinero, el presidente de Templeton Emerging Markets, Mark Mobus, lo deja clarísimo: “El mejor momento para comprar es cuando la sangre está corriendo por las calles”. No importa lo que hagamos. Todo está previsto. Las reglas del juego, su juego, lo contemplan todo.
O casi. En una entrevista con El País, la diputada islandesa Birgitta Jónsdóttir afirmaba que “el capitalismo no se puede cambiar, se tiene que destruir, destrozar”. No hablaba de cañones ni de guadañas, sino de hábitos ciudadanos. Mi amiga americana dice que eso de los historiales crediticios pasa “cuando desaparece el pequeño empresario y los autónomos. Las grandes empresas hacen esto, las grandes corps. Es por ello que debemos luchar para evitar que lo mismo ocurra en España”. No es una mera coincidencia que la citada política islandesa añadiese que es imprescindible y perentorio que recuperemos los valores de las sociedades más pequeñas, retomemos la sabiduría de nuestros abuelos y su modo de vida. Esa es la pedrada en la frente que la Bestia necesita. Aprovechemos estas fiestas para convertir la fraternidad imperante no en un telefilme empalagoso de Antena 3 sino en una provocación para que nuestro espíritu entre en rebeldía. Resucitemos esos viejos buenos valores. Eso sí que sería limpiar el historial.
(C. R)

Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese.

FELIZ NAVIDAD para todos/as