EDITORIAL ABC....

EDITORIAL ABC.

Un paréntesis para pensar España.

Para pagar sus viernes sociales y mantener la crispación, Sánchez necesita a la extrema izquierda, no a Cs ni al PP, cuyo brazo tendido sería deseable para moderar la legislatura.

ABC.

Actualizado:

30/04/2019 00:01h.

La dirección del PSOE ha anunciado que intentará gobernar en solitario, en minoría, proyectando anticipadamente una imagen de gobierno centrado, capaz de pactar a derecha -Ciudadanos- e izquierda -Podemos-, evitando en lo posible a los independentistas. La opción del gobierno en solitario resultaría un mal menor frente a otro de coalición con Podemos y los separatistas, pero está viciada por el voluntarismo de Sánchez. Su victoria ha sido la menor de un partido ganador desde 1977 y esta limitación -123 escaños- se pondrá de manifiesto en cuanto se convoque el debate de investidura. La suma del PP, Ciudadanos y Vox, con 147 escaños, es superior a los 123 diputados del PSOE, lo que hace insuficiente la mera abstención de Podemos y los nacionalistas en segunda votación. Sánchez tendrá que pactar con Iglesias y con formaciones nacionalistas si quiere superar a la oposición y ser investido. Nueve meses de mal gobierno tendrían que haber sido suficientes para que Sánchez comprobara que en minoría no se gobierna y que jugar a dos bandas es inviable en un escenario tan polarizado como el del próximo Parlamento. Por cierto, los socialistas no podrán seguir hablando de los dirigentes del PP como «fábrica de nacionalistas», porque la presencia del nacionalismo radical -ERC, PNV, JpC y Bildu- se ha reforzado hasta los 35 escaños, animados por la presencia de su hombre en La Moncloa y la expectativa de perder ante una coalición «a la andaluza».

Se impone un paréntesis para pensar en España e intentar aminorar las erupciones de una campaña tensa y agresiva. Cuando los votantes deciden, no hay más que aceptar los resultados, pero estos necesitan ser gestionados políticamente. Nadie quiere alterar la situación postelectoral hasta que pasen los comicios autonómicos, municipales y europeos. Por eso, Ciudadanos, ahora más interesado en su pulso por el liderazgo de la derecha que por el interés general, ha ratificado su determinación de no apoyar a Sánchez. El objetivo de Rivera es absorber al PP tras la cita de mayo, objetivo difícil si ahora anunciara un pacto con el líder socialista. A partir del 26-M, se abre otro escenario, pero los resultados del domingo no dan motivos a Sánchez para abandonar su política radical. Para pagar sus «viernes sociales» con un hachazo fiscal y mantener la crispación, Sánchez necesita a la extrema izquierda, no a Ciudadanos ni al PP, cuyo brazo tendido sería deseable para que el PSOE no tuviera que recurrir a los socios de su moción de censura. Pese a los cantos de sirena del socialismo, el previsible entendimiento entre ERC y el PSC -con la agenda común de los indultos y la consulta- pone fuera del diálogo a Rivera. Ojalá las cosas fueran de otra manera, pero para el PSOE su victoria es una confirmación de lo peor de su gestión de gobierno. Y Sánchez sigue siendo el mismo.