VIDAS EJEMPLARES....

VIDAS EJEMPLARES.

El triunfo de la telemetralla.

Millones de españoles se pasan horas pendientes de una realidad paralela.

Luis Ventoso.

Actualizado: 15/02/2020 23:51h.

Al igual que les ha sucedido a sectores como el taxi o el pequeño comercio, internet está castigando también al negocio de la televisión generalista, que pierde público. Parte de la población se ha pasado a las plataformas de streaming y se ha alejado de las cadenas tradicionales, con su dictadura horaria y su sobredosis de anuncios. Rupert Murdoch, el sagaz magnate mediático, profetizó hace un par de años que el único negocio que les quedaría a medio plazo a las televisiones serían las noticias y los deportes en directo. Pero Murdoch se olvidó de aquello que podríamos llamar la «telemetralla», la tele chabacana de entretenimiento, con emociones a flor de piel, que parece vivir una edad de oro en España.
En su tiempo libre, los españoles no se dedican a ver películas de Bergman y Kurosawa, o a leer a Spinoza. Lo que hacen es arrearse unas panzadas de tele de tres horas y 57 minutos como promedio, y eso a pesar de que el consumo ya está cayendo. En ese negocio reinan las cadenas de Berlusconi, que han ido colonizando nuestro ocio hasta lograr algo singular: crear una realidad paralela de la que viven pendientes millones de españoles. La tarde en que un avión de Air Canadá sobrevolaba Madrid quemando combustible antes de intentar un aterrizaje forzoso, las cadenas interrumpían su programación para informar de la angustiosa situación. Telecinco optó por mantener su tómbola y que fuese Belén Esteban, de repente experta en aviación, la que iba relatando la operación. Los italianos han tenido la agudeza de inventarse una tropa de «famosos» creados por ellos mismos. La oferta consiste en ir contando los conflictos de un círculo endogámico, que les sale barato, pues muchos de esos personajes carecerían del menor interés fuera de la propia burbuja televisiva en la que habitan. Antaño los famosos tenían una carrera a sus espaldas como cantantes o actores, o al menos habían dado un braguetazo sonado. Ya no. Incluso se produce el efecto de que la fauna Mediaset está robando espacio en las revistas del corazón a los famosos tradicionales (los de la escuela Presley, para entendernos).

Sálvame, los grandes hermanos, las islas de las cornamentas... arrasan, porque presentan de manera descarnada y asequible las pasiones primarias del ser humano: los celos, el desamor, la lujuria, la traición y el perdón, todo presidido por maestros de ceremonias ora paternales ora irónicos, siempre con el escalpelo a punto para que la herida supure y el respetable vibre. La telemetralla se convierte así en el relajante de una sociedad cada vez más estresada y solitaria, un modo de evadirse poniendo la cabeza en blanco y viviendo los avatares de unos guiñoles que pasan a ser nuestra familia de quita y pon. ¿Válido o execrable? Carezco de una respuesta clara. Eso sí, estoy seguro de que Marcel Proust, divino voyeur, no se perdería episodio de estas ferias de las pasiones.

La paradoja final es que la televisión más vista en España es propiedad de un italiano muy de derechas, que se forra aquí vendiéndonos un circo de enredos viperinos festoneado por unos informativos «progresistas» y políticamente correctos. Curiosidades españolas.

Luis Ventoso.

Director Adjunto.