SOCIALISTAS EN LA INTIMIDAD, Andalucía

SOCIALISTAS EN LA INTIMIDAD

El yugo andaluz es un dragón de mil cabezas, pero cuenta con un único rostro; el de la corrupción. Para combatirla se necesita aplicar el principio político de la educación. Por desgracia, únicamente un 10% de andaluces lee prensa escrita o digital. Así que el andaluz medio suele ser una criatura bastante desinformada y la lucha se antoja difícil. Con este panorama, nadie se lleva las manos a la cabeza al comprobar cómo los habitantes de la taifa más pobre de España, continúan votando al PSOE. No es que el andaluz no tenga convicciones morales, es que como las extravió al inicio de la era Chaves. Les ha pasado como con la virginidad, que una vez perdida, no vuelve a recobrarse.

Andalucía no es, en modo alguno, el paraíso de los charlatanes sino el de los chorizos que no ve ninguna ventaja material en la honestidad. Por eso, esta misma semana nos hemos enterado que una sociedad de la Junta de Andalucía daba créditos con informes falsos. Al parecer uno de sus trabajadores que responde al nombre de Cristóbal Cantos se negó a elaborar planes de negocios fraudulentos ante su jefa, Laura Gómiz que llegó a afirmar que si estuviera comprometida con la ética, no estaría trabajando en Invercaria. La grabación de las conversaciones de la presidenta de una sociedad pública andaluza ha sacado a la luz el montaje de expedientes para la concesión de ayudas a empresas. En la misma grabación, Doña Laura reconoce el reparto muy alegremente de 200 millones de euros a favor de empresas de su cuerda. El mismo método, viene a decir, que se seguía con los ERE. Aquella conversación que podría ser titulada socialistas en la intimidad, terminó con el trabajador Cristóbal Cantos, en la mismísima calle. La chica del capullo también revela que “todos los que están por encima de mí saben lo que hay en Invercaria”, y en ese todos se incluye al propio presidente de la Junta, José Antonio Griñán, el lumbreras que la nombró para el cargo en 2010. En las cintas, también aparecen el nombre de Antonio Valverde, Director General de la Agencia Idea, otra persona muy próxima al hijo del franquista. Las grabaciones, huelga decirlo, ya están en poder de la maravillosa Juez Ayala.

En esas conversaciones íntimas, la juez podrá llegar a la conclusión de que estamos ante una prueba más de lo extendida que está la metástasis de la corrupción en las tierras sureñas. Desconozco cuál será el destino de gentuza como Laura Gómiz en el futuro, pero si los socialistas vuelven a vencer en las elecciones regionales, los de su partido la mandarán a la grada un tiempo prudencial para rescatarla, como no, otorgándole la dirección de una empresa pública. De lo que no me cabe duda, es que el bueno de Cristóbal será señalado por sus vecinos como el tonto del pueblo por no haber querido pasar por el aro de esos canallas. Con lo bien que vivía. Para más INRI, tendrá que acabar sus días en otro lugar donde la bandera de la honradez sea la guía que siguen la mayoría de sus ciudadanos. Yo le recomendaría Islandia. Un país donde su ex primer ministro Geir H Haarde está siendo juzgado por presunta actuación negligente en el colapso bancario sufrido por su sistema financiero, y en el que se arriesga a una pena de dos años de cárcel. Allá verá que los inútiles y los corruptos pagan un precio. Podrá comparar al islandés con la tropa compuesta por Chaves, Griñán, Gómiz, Blanco y Gamez. La cuadrilla que cobrará jubilaciones millonarias a pesar de su manifiesta incompetencia y su latrocinio institucionalizado.

Si Cristóbal Colón nos alumbró el nuevo mundo, otro Cristóbal nos ilumina las alcantarillas del poder andaluz al 10% de ciudadanos que nos desayunamos cada mañana con la prensa. Imagino que Cantos no quiso ponerse de Ídem y se colocó de frente aún a riesgo de que le partieran la cara. Valgan estas líneas como reconocimiento a su valiente acción. Sólo añadirle que si finalmente no decide marcharse a Islandia, puede contar con mi toledana y mi vizcaína para el asalto final del Palacio de San Telmo. Porque todo hombre debe de ser un soldado cuando se trata de combatir a la tiranía.