EL RECUADRO....

EL RECUADRO.

¿No hay extrema izquierda?

Estamos aceptando un sistema en el que sólo hay extrema derecha, nada de extrema izquierda.

Antonio Burgos.

Actualizado:

05/05/2019 00:03h.

Hoy hace justo una semana, y parece que las elecciones generales fueron hace un año. No sé si por previstos o por asumidos sus resultados. Y como la que será como su segunda vuelta, las municipales, europeas y autonómicas del 26 está ya ahí, todo el mundo anda tentándose la ropa o rezando lo que sepa, como si aquí no hubiera pasado nada. Por eso mismo, porque parece que todo fue hace un año y habrá quien quiera irse de rositas, quiero fijarme en Pablo Casado. ¡Gran triunfo el de Casado! Ya tiene mérito, increíble, perder los 137 diputados de Rajoy cuando dejó que Soraya pusiera el bolso en su escaño y se fue Juan Naja de Levante, dejándonos este mochuelo que tendremos que padecer cuatro años y que de momento se ha anunciado con una subida de impuestos de caballo cuando el nuevo Gobierno aún no ha tomado posesión. Que con el bolso del escaño se me fue el santo al cielo, pero venía diciendo que lo de Casado tiene un mérito grandísimo: estando frente a la amenaza de tener que aguantar cuatro años el extremismo de Sánchez, pasar de los 137 diputados de Rajoy a 66.

Casado está haciendo bueno a Rajoy no sólo por esto, sino por sus incomprensibles salidas de pata de banco. Dicen que legislar en caliente es malo, ¿no? ¡Pues anda que cambiar de ideología en caliente, tras una derrota! La metedura de pata de Casado con Vox ha sido de antología. En menos de horas veinticuatro, vencido y derrotado por las urnas, ha pasado de ofrecer ministerios a Vox para una gobernación conjunta a proclamar, para parecer más centrado y progre que nadie, que Vox es «la extrema derecha». ¡Qué originalidad más grande decir que Vox es la extrema derecha! Sin pensar, además, que los de Vox, como así ha ocurrido, se podían cabrear con toda la razón, y dejar al PP y a Cs agarrados a la brocha de la Junta de Andalucía, porque se llevaban la escalera de su apoyo de investidura o, sin ir tan lejos, negar la aprobación de los presupuestos. ¿Pero no ha pesando este hombre, Casado, que cabreando a Vox podía romperse el acuerdo de gobierno en Andalucía y rodarse las cosas de modo que el poder volviera a Susana Díaz, que fue la más votada?

¿Y quién ha dicho que Vox es de extrema derecha? ¿Es de extrema derecha acaso defender a España, su Monarquía Parlamentaria, sus Fuerzas Armadas, su Constitución de 1978, su sistema de valores democráticos en una nación de ciudadanos libres e iguales? O sea, defender todo lo que ahora se quiere destruir. No es que yo a estas alturas de curso quiera defender a Vox, por mí a Vox que le vayan dando, y más con sus salidas de pata de banco como lo de las escopetitas dichosas. Abascal se creyó Reagan y por poco si nos funda la Asociación del Rifle o por lo menos de las escopetas de plomillos de las casetas de tiro al patito en las ferias.

Es un genio el que ha conseguido ponernos un parche oftalmológico en el ojo izquierdo para ver solo extremismos en Vox. ¿Y la extrema izquierda, dónde me la dejan? ¿No existe? Aquí por lo visto no hay más ultra que Vox. La ultraizquierda de comunistas bolivarianos, separatistas y bilduetarras no existe. Según el concepto acuñado, Vox es de extrema derecha, pero Podemos no es de extrema izquierda. Estamos todos aceptando un sistema en el que sólo hay extrema derecha, nada de extrema izquierda, por Dios, ¿qué es eso de la extrema izquierda? Los que quieren derribar la Monarquía, acabar con la Constitución, los que ultrajan la Bandera, los que queman las fotos del Rey, ninguno es de extrema izquierda. Son gloria bendita de la democracia y libertad de expresión. Y así nos ha ido. No se lo digan a nadie, pero las elecciones han sido un gran cordón sanitario contra Vox impuesto por la extrema izquierda.

Antonio Burgos.

Articulista de Opinión.