DISCURSO DE LA FUNDACION DE FALANGE ESPAÑ0LA...

Yo cuando veo un mitin de Pablo Iglesias rodeado por una multitud más o menos grande, pienso que todos y cada uno de ellos TAMBIÉN TIENEN UN CASOPLÓN COMO EL JEFE DEL PARTIDO, de no ser así... ¿Cómo es posible que aplaudan a un señor que se ha gastado o comprado un chalé tan caro? No me entra por el cabezón, no lo entiendo.

El año pasado yo conocí a Pablo Iglesias y a su compañera en el intercambiador de Aluche Madrid.

Y les hice "jurar" a los dos que se leyeran el Discurso del Teatro de de la Comedia y El Testamento de José Antonio.

! Así me lo juraron y si fue así, ahora lo veo "raro... raro... raro...

O, sea, entonces estaba aquI como Liberal.

DISCURSO DE LA FUNDACION DE FALANGE ESPAÑ0LA
(Discurso pronunciado en el Teatro de la Comedia de Madrid, eldía 29 de octubre de 1933)

Nada de un párrafo de gracias. Escuetamente, gracias, como corresponde al laconismomilitar de nuestro estilo.

Cuando, en marzo de 1762, un hombre nefasto, que se llamaba Juan Jacobo Rousseau, publicó El contrato social, dejó de ser la verdad política una entidadpermanente. Antes, en otras épocas más profundas, los Estados, que eran ejecutores demisiones históricas, tenían inscritas sobre sus frentes, y aun sobre los astros, lajusticia y la verdad. Juan Jacobo Rousseau vino a decirnos que la justicia y la verdad noeran categorías permanentes de razón, sino que eran, en cada instante, decisiones devoluntad.

Juan Jacobo Rousseau suponía que el conjunto de los que vivimos en un pueblo tiene unalma superior, de jerarquía diferente a cada una de nuestras almas, y que ese yo superiorestá dotado de una voluntad infalible, capaz de definir en cada instante lo justo y loinjusto, el bien y el mal. Y como esa voluntad colectiva, esa voluntad soberana, sólo seexpresa por medio del sufragio –conjetura de los más que triunfa sobre la de losmenos en la adivinación de la voluntad superior–, venía a resultar que el sufragio, esa farsa de las papeletas entradas en una urna de cristal, tenía la virtud de decirnosen cada instante si Dios existía o no existía, si la verdad era la verdad o no era laverdad, si la Patria debía permanecer o si era mejor que, en un momento, se suicidase.

Como el Estado liberal fue un servidor de esa doctrina, vino a constituirse no ya en elejecutor resuelto de los destinos patrios, sino en el espectador de las luchaselectorales. Para el Estado liberal sólo era lo importante que en las mesas de votaciónhubiera sentado un determinado número de señores; que las elecciones empezaran a lasocho y acabaran a las cuatro; que no se rompieran las urnas. Cuando el ser rotas es elmás noble destino de todas las urnas. Después, a respetar tranquilamente lo que de lasurnas saliera, como si a él no le importase nada. Es decir, que los gobernantes liberalesno creían ni siquiera en su misión propia; no creían que ellos mismos estuviesen allícumpliendo un respetable deber, sino que todo el que pensara lo contrario y se propusieraasaltar el Estado, por las buenas o por las malas, tenía igual derecho a decirlo y aintentarlo que los, guardianes del Estado mismo a defenderlo.

De ahí vino el sistema democrático, que es, en primer lugar, el más ruinoso sistemade derroche de energías. Un hombre dotado para la altísima función de gobernar, que estal vez la más noble de las funciones humanas, tenía que dedicar el ochenta, el noventao el noventa y cinco por ciento de su energía a sustanciar reclamaciones formularias, ahacer propaganda electoral, a dormitar en los escaños del Congreso, a adular a loselectores, a aguantar sus impertinencias, porque de los electores iba a recibir el Poder; a soportar humillaciones y vejámenes de los que, precisamente por la función casi divinade gobernar, estaban llamados a obedecerle; y si, después de todo eso, le quedaba unsobrante de algunas horas en la madrugada, o de algunos minutos robados a un descansointranquilo, en ese mínimo sobrante es cuando el hombre dotado para gobernar podíapensar seriamente en las funciones sustantivas de Gobierno.

Vino después la pérdida de la unidad espiritual de los pueblos, porque como elsistema funcionaba sobre el logro de las mayorías, todo aquel que aspiraba a ganar elsistema, tenía que procurarse la mayoría de los sufragios. Y tenía que procurárselosrobándolos, si era preciso, a los otros partidos, y para ello no tenía que vacilar encalumniarlos, en verter sobre ellos las peores injurias, en faltar deliberadamente a laverdad, en no desperdiciar un solo resorte de mentira y de envilecimiento. Y así, siendola fraternidad uno de los postulados que el Estado liberal nos mostraba en sufrontispicio, no hubo nunca situación de vida colectiva donde los hombres injuriados, enemigos unos de otros, se sintieran menos hermanos que en la vida turbulenta ydesagradable del Estado liberal.

Y, por último, el Estado liberal vino a depararnos la esclavitud económica, porque alos obreros, con trágico sarcasmo, se les decía: "Sois libres de trabajar lo quequeráis; nadie puede compeleros a que aceptéis unas u otras condiciones; ahora bien: como nosotros somos los ricos, os ofrecemos las condiciones que nos parecen; vosotros, ciudadanos libres, si no queréis, no estáis obligados a aceptarlas; pero vosotros, ciudadanos pobres, si no aceptáis las condiciones que nosotros os impongamos, moriréisde hambre, rodeados de la máxima dignidad liberal". Y así veríais cómo en lospaíses donde se ha llegado a tener Parlamentos más brillantes e institucionesdemocráticas más finas, no teníais más que separamos unos cientos de metros de losbarrios lujosos para encontramos con tugurios infectos donde vivían hacinados los obrerosy sus familias, en un límite de decoro casi infrahumano. Y os encontraríais trabajadoresde los campos que de sol a sol se doblaban sobre la tierra, abrasadas las costillas, y queganaban en todo el año, gracias al libre juego de la economía liberal, setenta u ochentajornales de tres pesetas.

Por eso tuvo que nacer, y fue justo su nacimiento (nosotros no recatamos ningunaverdad), el socialismo. Los obreros tuvieron que defenderse contra aquel sistema, quesólo les daba promesas de derechos, pero no se cuidaba de proporcionarles una vida justa.

Ahora, que el socialismo, que fue una reacción legítima contra aquella esclavitudliberal, vino a descarriarse, porque dio, primero, en la interpretación materialista dela vida y de la Historia; segundo, en un sentido de represalia; tercero, en unaproclamación del dogma de la lucha de clases.

…/ … continuará.