4.- La cuarta tensión es la doméstica y familiar. La...

4.- La cuarta tensión es la doméstica y familiar. La tardanza del Gobierno en reaccionar y la autorización de concentraciones masivas como las del 8-M, el mitin de Vox o los partidos de fútbol de aquel domingo funesto, originó una cascada de contagios que afectó, en primer lugar, al Gobierno y a su entorno. Varias ministras, incluida la vicepresidenta primera, resultaron contagiadas, así como la propia esposa, la madre y el suegro de Pedro Sánchez. A la tensión derivada de la preocupación por la salud de sus seres queridos -tan humana y lógica- se une la de la imagen que se da cuando el propio entorno cercanísimo del presidente, familiar y político, resulta contagiado, lo que transmite una imagen de imprevisión y ligereza impropias de gobernantes. Si a eso se añade, estando de baja Carmen Calvo, el temor de que el presidente se infectara también y Pablo Iglesias pudiera hacerse con la jefatura del Gobierno, la preocupación de Pedro Sánchez se disparó esos días y, en ese sentido, aún se mantiene.

5.- La quinta tensión es con la oposición. Aunque el PP haya dicho con la boca pequeña que apoya al Gobierno, de hecho solo ha circunscrito su colaboración al estado de alarma y a la cuarentena, mientras que opone resistencia a otras medidas esenciales para salir no solo de la crisis sanitaria, sino también de la económica que se está gestando. La última iniciativa “popular” de instar una investigación sobre las consecuencias de las manifestaciones del 8-M para el contagio, pero sin mencionar al mismo tiempo el mitin masivo (600 dirigentes y 9.000 simpatizantes) que su socio Vox celebró ese día, ni los partidos de fútbol de todas las categorías que tuvieron lugar al mismo tiempo, da idea de la parcialidad y la nula ecuanimidad del PP. Por lo visto, según la investigación que en estos momentos dificilísimos Pablo Casado pretende que se lleve a cabo, el coronavirus se infiltró únicamente en las manifestaciones feministas.

La primera tensión es la interna gubernamental, para conjugar la política razonable y urgente de lo que hay que hacer -que es lo que los socialistas tratan de implementar-, con las veleidades populistas de los ministros podemitas.

Y de Vox, mejor no hablar. La ultraderecha sigue con su estrategia de cuanto peor mejor para sus fines populistas.

Mantener un equilibrio de gobierno con el contrapeso de esta oposición cicatera y desleal, es dificilísimo. Menos mal que Ciudadanos parece haber enmendado errores anteriores. La pena es que hoy Ciudadanos es un partido irrelevante, aunque puede dar oxígeno al Gobierno para los próximos presupuestos.

Hacer demagogia ahora desde la oposición es muy fácil. Mientras el Gobierno arriesga y toma decisiones dificilísimas, el PP y Vox no pierden nada con su matraca, pero a ellos tampoco va a salirles gratis la gestión de la crisis. ¿Dónde están los hombres de Estado de la oposición?