Patriotas y mercenarios....

Patriotas y mercenarios.

El socialismo tiene un sentido patrimonialista, exclusivo y alambicado de la patria.

Manuel Marín.

MADRID. Actualizado: 10/06/2020 08:43h.

Atrás quedaron aquellos tiempos en que José Luis Rodríguez Zapatero llamó «patriota de hojalata» a Mariano Rajoy tras ser tildado de «bobo solemne». El socialismo tiene un sentido patrimonialista, exclusivo y alambicado de la patria. Durante el confinamiento y en sus filípicas desde La Moncloa, Pedro Sánchez se ha dirigido a los españoles como «compatriotas» y, extraño en él, no era una expresión improvisada, sino premeditada y consciente.

Si la izquierda invoca la patria, es síntoma de nobleza y arraigo, de progreso y modernidad. Cuando Sánchez, Zapatero o Iglesias aluden al patriotismo, transmiten una connotación reactiva frente a la tragedia, y entonces la patria deja de ser rancia y se asocia a conceptos positivos de resistencia, unidad y optimismo proactivo. La izquierda solo se apropia del léxico patriótico cuando está en dificultades o cuando percibe que es un nexo simbólico de unión por el que el centro-derecha se moviliza. Por eso, el socialismo maneja a la perfección un concepto sibilinamente reversible del patriotismo. Tanto, que si no es un progresista el que recurre a él, quien lo hace es un golpista embrionario, un reaccionario dictatorial, un fascista represor, o un nostálgico del guerracivilismo. Los matices desaparecen y cualquier discrepante es un camisa parda de gomina y caduco fervor pijo-heroico al que se ridiculiza porque no puede jugar al golf. Y no les ha ido mal a Sánchez e Iglesias con la monserga.
Si la derecha gobierna, son «policías patrióticas», «esbirros» de los servicios secretos, jueces ultras, y habitantes de las «cloacas del Estado» quienes lo hacen. En cambio, si la Fiscalía o la Abogacía del Estado viran hacia el PSOE, no hay «fiscales patrióticos» de estricta obediencia, sino eminentes juristas técnicamente irrebatibles para imponer la lógica doctrinal en cualquier debate legal. Patria tóxica, patria modélica.

Una juez de Madrid no ha sucumbido a la ofensiva de este nuevo «patriotismo normalizador». Ni siquiera se ha arrugado ante el tono despectivo empleado por la Fiscalía y la Abogacía en defensa del delegado del Gobierno. Son criterios jurídicos respetables los que mantienen en pie el proceso por el 8-M y no salmodias de juez ultramontana. Tras la destitución de De los Cobos, la deslegitimación de la Guardia Civil, la campaña contra la juez, el intervencionismo de Marlaska, y el informe de un forense afirmando que las autoridades estaban avisadas de una «hecatombe» vírica, las brigadas del buen patriotismo se desplegarán. Todo será otra confabulación de ultras, y el trabajo de ese forense quedará desautorizado porque un domingo, hace veinte años y camino de una comida en El Escorial, atravesó el Valle de los Caídos. Cuando Sánchez e Iglesias ideologizan el patriotismo para moldearlo a capricho, olvidan que un patriota de conveniencia tiende más a mercenario.

Manuel Marín.

Adjunto al Director.