Mi querida amiga Clara, yo vivo en un mundo que no...

RESPUESTA A JOSÉ SARAMAGO

Alemania, Europa y el FMI se están equivocando con las recetas que imponen a España porque no la conocen. Creen que España es como Francia, Inglaterra, Holanda o cualquier otro país democrático de Occidente, pero España no es eso sino una partitocracia de golfos habituados a arruinarlo todo, como ya han arruinado las cajas de ahorro, la prosperidad, el Estado de Derecho y buena parte de los valores, principios y decencia que poseía la sociedad.

Para salvar a España no son suficientes el equilibrio presupuestario, el control del déficit y los recortes, unidos a medidas de estímulo que reactiven la economía y la hagan más competitiva. España necesita de una terapia previa diferente y más radical: que la liberen de las bandas de políticos parásitos e ineptos, sin capacidad de liderazgo ni escrúpulos morales, que se han apoderado de los grandes partidos políticos y del Estado y que se instaure en el país una verdadera democracia.

El mundo occidental no es consciente de hasta que punto España está minada por la corrupción y el abuso de poder. Ni siquiera pueden imaginar lo que los políticos y sindicalistas han hecho con el sistema financiero que controlaban, esas cajas de ahorro que eran instituciones sanas y pujantes hasta que los políticos se sentaron en sus consejos y empezaron a desvalijarlas sin piedad. Han construido aeropuertos sin aviones y trenes de alta velocidad sin pasajeros, enriqueciendo a los amigos y embolsándose comisiones secretas. Han llenado las administraciones de familiares y amigos, tirando los billetes públicos como si fueran confetis. Todos los depredadores, saqueadores y despilfarradores se han escapado de la Justicia sin pagar su deuda, muchos de ellos inmensamente ricos, atiborrados de dinero público. No saben que mientras en España subsista una clase política así, ninguna receta tradicional surtirá efecto.

Hay dos ejemplos que demuestran cómo España también en política es diferente. El primero es el descalabro de Zapatero, un dirigente que cosechó un nivel de rechazo ciudadano tan grande que tuvo que ser apartado de la política por su mismo partido para evitar un desastre electoral, que al final se produjo, aunque atenuado. Zapatero destruyó España durante sus siete años de mandato, no sólo en su economía, sino también en su moral, confundiendo, desmoralizando, mintiendo, esparciendo corrupción desde lo público y creando millones de seres decepcionados que ya no saben distinguir entre el bien y el mal. El segundo ejemplo es el vertiginoso deterioro de Mariano Rajoy, que pierde apoyos a un rítmo fulgurante, como consecuencia de que su gobierno es cobarde, mentiroso e injusto. No sólo ha hecho pagar la factura de la crisis a las clases medias y a los que tienen un puesto de trabajo, sino que ha dilapidado la credibilidad, agotado la legitimidad y frustrado a millones de españoles que le dieron su voto, al no atreverse a acabar con el gran cáncer del país, que es un Estado enorme, corrupto, inepto y tan costoso que ningún país podría financiar sin arruinarse.

Los norteamericanos son los únicos que lo tienen medianamente claro: Ellos piensan que España es un país inviable mientras subsistan dos dramas terribles en el corazón del Estado español: el primero es la pésima calidad de sus políticos, egoístas, sectarios, ineptos e incapaces de anteponer el interés general al bien común, más interesados en destruirse mutuamente que en trabajar por la nación y por sus ciudadanos; el segundo es el inmenso coste del Estado Español, probablemente el más irracional y caro de todo el Occidente, dividido en 17 reinos de taifas, con miles de parásitos aferrados a la teta pública y con miles de instituciones y administraciones que realizan el mismo trabajo y que no aportan absolutamente nada al bien común.

En un país normal, la receta que se está aplicando a España funcionaría. Primero hay que reducir los gastos y realizar recortes y reformas que hagan al país competitivo, para después empezar a trabajar para recuperar la prosperidad. Pero, en España, esa receta no sirve porque cualquier despegue, ajuste o reforma será boicoteado por una clase política dividida e invadida de enfermedades terminales como la corrupción, la avaricia, la golfería y la insolidaridad. Los enemigos de España no están fuera, sino dentro del Estado y quien no se lo crea que analice hoy la política socialista, animadora de la trifulca y del enfrentamiento, o la de los nacionalistas vascos y catalanes, felices de que España se debilite porque así piensan que será más fácil independizarse.

Los socios y aliados de España en el mundo deberían hacer un esfuerzo para entender hasta qué punto este país se ha deteriorado en los últimos treinta años. Si no creen en estas tesis, que contemplen las estadísticas y descubrirán con sorpresa que esta España que se autoproclama "democrática" es líder internacional en casi todas las lacras y vergüenzas, campeona de muchas calamidades y dramas: tráfico y consumo de drogas, blanqueo de capitales, despilfarro, arbitrariedad de los grandes poderes, impunidad del poder político, refugio de dinero mafioso, trata de blancas, prostitución, alcoholismo, fracaso escolar, deterioro de la democracia, desprestigio de la clase política, desahucios, destrucción de tejido productivo, desempleo, avance de la pobreza... y un largo etcétera que demuestra, con implacable certeza, que España es un país pésimamente gobernado, una auténtica partitocracia de golfos, que más que recetas económicas necesita una inmensa purga que llene las cárceles del país de indeseables y delincuentes con poder.

Pero tú donde vives? O sea que en los 30 años de democracia hemos estropeado lo que hizo Franco?
Vaya tela.
Un saludo.

Mi querida amiga Clara, yo vivo en un mundo que no es el mío y soy un simple espectador. Lo que ocurre en la época actual, no me gusta y me apena el corazón. Viví también el tiempo de dictadura franquista, con sus pros y sus contras. Pero, entonces, existían unos valores morales que hoy han desaparecido. No creo en la democracia a la que aludes. Sólo es un invento de aquellos granujas que la han utilizado para hacer su agosto, pero, los pobres, seguimos siendo tan esclavos o más que con el Caudillo. En el período del Generalísimo, persona a observar como otros dirigentes posteriores, era raro el que no tenía trabajo y pan para llevarse a la boca, más cuanto avanzaba su mandato. Se podía dormir tranquilamente con la puerta de la casa abierta. Hoy, ni siquiera las rejas son suficientes, ante la impunidad de la que gozan los numerosos delincuentes. Las madres asesinan a sus hijos y los hijos a sus padres ancianos. Las esposas se separan de sus esposos por disidencia con ellos, y ellos, de forma demencial acaban matándolas. Los jóvenes están corrompidos hasta el tuétano, con sus libertinajes, lujurias, drogas y costumbres viciosas, donde el alcohol, la ordinariez y lo soez son protagonistas. Y las naciones, cada vez están más en la ruína espiritual y económica, en ambas cosas camino del abismo.

Lamento ser tan agorero, pero así son las cosas. Lo peor es que la mayoría de las personas se han olvidado de Dios y muchos son los que no creen en Él, se mofan, lo insultan y lo desprecian. Escucha esto que te digo:

En el Reino de Dios, el más pequeño será el más grande. La humildad es un don preciado que deben poseer aquellos que aspiran a ser algo ante el Supremo. La humildad y la caridad son fundamentales para la superación espiritual. Búsquense y se encontrarán la paz y tranquilidad de espíritu deseadas por todos. Si en algo tenemos que ser grandes, que sea en el amor a Dios y al prójimo. El que camine por ese sendero alcanzará la vida eterna.

¿Existen, hoy, humildad y caridad? Sabes, como yo, que no. Así que, como dices muy bien: ¡Vaya tela! Dentro de lo mal que estamos, a tí te deseo una gran felicidad y que todo te vaya bien.

Desde las verdes colinas de mi pueblo salvaje.