Diga usted que si, no se deje amilanar de la gentuza...

eL Plural

Aznar, Ayuso, Abascal: la Triple A de la derecha española
Los votantes de derechas oyen a Casado pero no lo escuchan: reservan su escucha para la presidenta de Madrid, el expresidente de España o el jefe nacional de Vox

FERNÁNDEZ/EP

Cuando Abascal ruge, Casado se encoge. Cuando Aznar brilla, Casado palidece. Cuando Ayuso habla, Casado guarda silencio, como sabiendo que si hablara en ese momento nadie le escucharía.

El presidente nacional del PP es un líder volátil, demediado; un político vicario e inconsistente que lleva estampado en la frente el estigma de la provisionalidad; un candidato que sospecha que sus votantes se han resignado a él pero preferirían que el liderazgo orgánico coincidiera con el liderazgo político, ya fuera el liderazgo de perfil más denso que encarna Aznar o el de contornos más bullangueros que exhibe Ayuso.

A Casado, la parroquia conservadora lo oye; a Ayuso y Aznar, los escucha. Los votantes de derechas perciben el sonido de la voz de Casado pero apenas le prestan atención, que reservan para la presidenta de Madrid, para el expresidente de España o para el jefe nacional de Vox Santiago Abascal.

Un líder indeterminado
Afiliados, simpatizantes y votantes del PP se malician la indeterminación de Pablo Casado: no es un duro como Aznar ni un blando como Rajoy, pero tampoco un desahogado como Ayuso, aunque no carezca de talento para imitar a los dos primeros o aproximarse llegado el caso a la tercera. Ni siquiera es un enemigo franco y abierto de Abascal, pese a haber convencido durante unas semanas de lo contrario a la gente que escuchó -esa vez sí- su célebre discurso contra él y contra Vox con ocasión de la fallida moción de censura que los ultras presentaron en octubre contra Pedro Sánchez.

Aznar, Abascal y Ayuso son los verdaderos referentes de la derecha española, su Triple A, naturalmente no porque sean terroristas parapoliciales como lo era el grupúsculo así conocido en los años duros de Transición, sino porque las tres tenebrosas aes de su denominación respondían a las siglas de Alianza Apostólica Anticomunista.

Aznar habla de Casado con una displicencia que ni se molesta en disimular, mientras que Ayuso guarda las formas y simula respetarlo, pero calienta en la banda a la espera de poder saltar al campo y relevarlo como capitán del equipo. La supervivencia del presidente del PP depende hoy de la clemencia de Aznar y de la benevolencia de Ayuso, además lógicamente del calendario electoral, que hoy por hoy le favorece.

Aun así, no se olvide que hay políticos que llegan a presidentes gracias a su liderazgo, pero también los que alcanzan el liderazgo gracias a haber llegado a presidentes por coyunturas o carambolas que nadie previó: José María Aznar es ejemplo de lo primero y Juan Manuel Moreno de lo segundo. El primero logró la Presidencia gracias a su liderazgo y el segundo está convirtiéndose en un líder gracias a la Presidencia. Casado nunca será de los primeros pero bien podría acabar siendo de los segundos.

El fuego y la brocha
España no está desconcetada del mundo. Aznar, Abascal y Ayuso son los referentes conservadores en el país por sus afinidades ideológicas y temperamentales con los líderes ultraderechistas o simplemente populistas que campan a ambos lados del Atlántico y cuya falta de escrúpulos institucionales y lealtad a sus propios países hacen de ellos unos políticos particularmente peligrosos: son los Trump, los Johnson, los Salvini, los Orbán, las Le Pen.

El escenario dibujado por la concesión de los indultos a los políticos independentistas condenados por el ‘procés’ es ideal para que el populismo conservador despliegue todos sus talentos. Con la brocha gorda en la mano y el discurso incendiario en los labios pueden llegar muy lejos: perderán para siempre Cataluña pero no les preocupa porque en realidad la perdieron hace mucho tiempo; podrían ganar, sin embargo, la España que se extiende al sur del Ebro: piensan que ello les bastaría. Se equivocan: acabarían convirtiendo el Ebro en la frontera que todavía no es.

La Triple A lleva toda ella la marca de la ultraderecha, aunque cada uno de sus miembros la lleve a su manera. Ayuso es la hija tardía y natural de Vox, mientras que Aznar es más bien su padre. El expresidente ya era Vox antes de que naciera Vox. ¿Y Abascal? Abascal es solo el titular de la marca, no la pieza principal de este mini puzle de las derechas nacionales.

Días para apuntar
De todos ellos, a quien no conviene perder de vista es a Aznar, el único ilustrado de los tres y quizá el más tenebroso porque da la sensación de ser un hombre que nunca hubiera experimentado determinados sentimientos como la culpa, el propósito de enmienda o el perdón.

Sus palabras amenazantes de esta semana en relación al apoyo de obispos y empresarios a los indultos lo retratan: “Son días para apuntar, para tener en la cabeza y no olvidar”, dijo.

Días para apuntar y no olvidar fueron aquellos en que el expresidente involucró a España en una guerra que ningún español quería, le ha recordado el habitualmente ponderado Joan Baldoví.

De Aznar se diría que es un tipo a quien sus amigos no se atreven a decirle lo que piensan de verdad sobre su conducta tras los atentados del 11-M, porque si lo hicieran perderían los beneficios de la amistad con un hombre que sabe pocas cosas pero las que sabe las sabe muy bien; un hombre seguramente generoso con sus amigos pero resentido con sus enemigos y obsesivamente amurallado frente a ellos; un tipo que llegado el momento tuvo lo que había que tener para desafiar a su propio país y no solo salir vivo del embate, sino acabar medio millonario merced a los valiosos contactos con el Gran Dinero que le proporcionó su lealtad perruna pero previsora a George W. Bush y la derecha antieuropea.

Sí, y vosotros sois la triple izquierda, FILOTERRORÍSTAS, INDEPENDENTISTAS Y COMUNISTAS, ¿te parece poco mangurrián?

Diga usted que si, no se deje amilanar de la gentuza que quiere romper España, mas vale estar solo que mal acompañado.
VIVASPAÑA.