Paz, amor y pachuli....

Paz, amor y pachuli.

Sánchez se presentará hoy como un serenísimo Siddharta.

Luis Ventoso.

Actualizado:

22/04/2019 00:52h.

Llega la primera sesión del debate, en cancha amiga para el PSOE, la TVE de Rosa María Ferraz. En víspera de la contienda, Sánchez ha recibido el espaldarazo de Otegui, el jefe de Bildu, quien ha adelantado que lo apoyará para parar al «trifachito». El jueves salió de la cárcel David Pla, último jefe de ETA, una banda terrorista que descerrajaba tiros en la nuca a perfectos inocentes, o los despanzurraba con bombas bajo sus coches. Lo primero que hizo Pla al verse libre fue enarbolar una bandera de Bildu. También el PNV anuncia su respaldo al PSOE, pero siempre que se reconozca la «soberanía nacional vasca» y se establezca «un nuevo modelo territorial» (es decir, siempre que Sánchez abra la puerta a la partición de España). El candidato socialista cuenta además con el apoyo de los presos que en 2017 impulsaron un golpe de Estado en Cataluña para intentar proclamar una república. Con tales simpatías, lo normal sería que Sánchez tuviese ya perdidas las elecciones. Pero estamos en España. El respetable está muy atareado con las cañitas, el fútbol y «Sálvame» como para pensar en serio en su país.

Hoy toca baile de disfraces. Con rostro de titanio, Sánchez, el socio de Bildu que va meter mano a nuestra cartera para crujirnos a impuestos, comparecerá transmutado en un estadista de centro, del que emanarán efluvios de paz, amor y pachuli. Hablará despacito, gustándose, con voz queda y buscando la complicidad con el votante mediante un tono santurrón, con apelaciones huecas a la justicia social y críticas contritas a la «extrema derecha» de PP, Cs y Vox (el tipo que ha gobernado sostenido por Junqueras, Puigdemont y los comunistas).

¿Le funcionará la metamorfosis exprés? Depende de la habilidad de Pablo Casado. La próxima mayoría de gobierno solo podrá articularse alrededor de PSOE o PP, por eso lo crucial esta noche es esa liza mano a mano. Casado debe evitar dispersarse en todo lo que no sea Sánchez, un presidente que en sus nueve meses ha disparado el gasto público y lastrado el empleo, que ha asaltado las instituciones de todos para hacerse propaganda, que tiene un concepto elástico de la verdad y que promete más autogobierno para los nacionalistas, cuando en realidad España necesita más Estado. Casado no debe perder el tiempo con Iglesias, un secundario. Para anularlo, basta recordar que el valladar de «la gente» se chotea de sus votantes desde su chaletazo-casta. El meollo es Sánchez. Para aspirar a ganar las elecciones, el aspirante conservador deberá ser más sucinto y directo de lo que acostumbra e intentar dejar claras en la mente del público dos ideas básicas: con Sánchez la unidad de tu país peligra y tu economía personal y la de tus hijos, también. Si te acuestas con Sánchez, te levantarás encamado con Puigdemont, Junqueras, Otegui e Iglesias. Si votas a Sánchez, no te quejes del agobio fiscal.

Casado, cuyo partido ha hecho una campaña discreta, dispone de dos bolas extra, que decidirán si España avanza por una senda de normalidad o inicia un experimento que podría llevarla a una irreversible argentinización (o algo peor: dejar de existir).

Luis Ventoso.

Director Adjunto.