He leído lo que escribes, detenidamente. Tu forma de proceder, en sus frutos, es vil y mezquina. Tu consciencia no produce con Justicia, ni con equidad y amor para el prójimo. Los bienes que el Cielo me transmite y yo te traspaso, no son tonterías como dices, sino bienes de paz y los medios de un progreso evolutivo para el físico y el espíritu. Tú argumentas que dices lo que te da la gana, pero al mismo tiempo pones en tus palabras los sones de tu egoísmo ciego y maligno. Actuando como haces, nunca alcanzarás los preciosos bienes de la paz y la justicia, y el mal se arraigará en tí cada vez más, y la discordia, en lugar de disminuir, aumentará en tu corazón.
Yo comprendo y amo a los que son justos, pero no comprendo ni amo a los que, con un orgullo satánico y una mala conciencia, niegan y se mofan del bien que Dios derrama sobre todos sus hijos, sin ninguna distinción.
Yo te invito a meditar, a evaluar los hechos y a reflexionar, para sacar las conclusiones que se imponen y para poder comprender la necesidad de un urgente cambio en tu Alma contaminada por el odio.
Aún si estás en la obligación de considerar nuevas ideas, diferentes de las tuyas, y que son difíciles de aceptar por tu lógica primitiva, debes intentarlo con fe, humildad, inteligencia y valor, si quieres descubrir, sinceramente, el alcance de la realidad que yo te ofrezco, que sólo puede aparecer en su contexto real. Tú dispones de miles de hechos, al alcance de tu escaso entendimiento, que pueden ser redimensionados y estudiados con una nueva óptica. Personalmente, soy consciente del malestar psicológico y mental que padeces y que te impide creer en todo aquello que manifiesto a lo largo y lo ancho de este Foro. Sin embargo, es cierto que, si quieres, nada podrá impedirte dominar progresivamente una Verdad tan grande como la expuesta en los diferentes temas en los que intervengo, buscando llevarla, sin esperar recompensa alguna, al interior de los demás, mis hermanos en el Espíritu.
Las grandes Verdades han sido siempre las víctimas del escepticismo, esta negación de todo lo que escapa a la comprensión del razonamiento humano, particularmente cuando este último prefiere ceñirse a las concepciones estrechas que le impiden liberarse de las ideas preconcebidas históricas, ya sobrepasadas por los acontecimientos del nuevo tiempo.
Muchos hombres, entre los que te incluyo, todavía viven su propia existencia en los límites estrechos de sus visiones terrestres, prehistóricas y supersticiosas. Equivocados, prefieren rehuir la nueva era, el tiempo del nuevo destino, por miedo de descubrir el abismo oscuro de su ignorancia y de sus presunciones atávicas.
Por suerte para la Humanidad, existe siempre una minoría de personas de buena voluntad que han sentido y todavía sienten interiormente la Luz activa de las Verdades Eternas que otros han vivido y viven todavía, sin haberlo pedido nunca. Esta pequeña cantidad de almas sensibles que se consagra instintivamente a laborar con fe, coraje y amor es, en verdad, la fuerza que en todas las épocas de nuestra historia sobre este planeta, ha preparado y despertado las almas adormecidas en las debilidades terrestres, sin ocuparse de las realidades superiores que dominan sus espíritus, sus almas y sus corazones.
Si el Cielo me ha concedido vivir esta maravillosa experiencia y si me ha permitido aceptar la labor ingrata de divulgarla, debido a los detractores como tú, que la Santa Voluntad de Dios sea hecha. Aún si yo pago hoy, por el amor de la Verdad, el precio pagado por otros muchos hombres que me han precedido, soy consciente de que esta humilde acción hecha de duros sacrificios espirituales, morales y materiales, no será un trabajo vano. Yo digo que el tiempo me dará la recompensa que mi alma haya merecido. Yo no lo digo por presunción profética, sino a causa de una certeza absoluta.
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