Algunas amas envidiaban la suerte de las criadas o de las aparceras; pues mientras que ellas tenían que seguir trabajando, sin un minuto de sosiego; las otras, se sentaban a la fresca a charlar, cantar o contar chistes.
A ellas, después de cenar, les esperaban los cacharros, las vacas que ordeñar o el queso que elaborar. Mientras que las criadas, que habían estado trabajando en el campo con ellas, después de cenar se sentaban a relajarse bajo las estrellas.
Señora García: Leyendo su historia, he empezado a recordar lo que nos contaba mi madre, y es completamente diferente de lo que Usted explica.
Supongo que en cada lugar era diferente, pues lo que yo conozco de oídas, y no solamente a mi madre, si no a otras vecinas, era más o menos así.
Las “amas” se levantaban cuando las criadas habían ido a buscar la leche a la lechería, tenían ya el desayuno preparado y la mesa puesta. Ellas, o sea las Señoras, una vez que desayunaban, se marchaban a misa, (porque eso si, iban cada día) mientras las criadas hacían las camas, lavaban la ropa, (a mano claro está) fregaban el suelo de rodillas, que solía ser de lanchas, y las piedras de cantería, las tenían que fregar con cepillo de raíz.
Después, salían a la huerta a buscar las verduras, para hacer la comida, y mataban alguna gallina, que tenían que desplumar con agua hirviendo, o pelar algún conejo que el Señor en sus ratos de “ocio” había matado, o cogido en algún cepo. Lo dejaban al sereno colgado, para el día siguiente poder guisarlo, pues entonces la carne estaba más tierna,
Las criadas después de haber hecho la comida, comer en la cocina, y fregar los cacharros de la comida, tenían que repasar la ropa por si había algo para coser, que entonces era cuando podían sentarse un poco.
Mientras “el ama “descansaba la siesta, para ir al rosario por la tarde, y después quedaba con sus amigas para tomar algún refrigerio, que cuando tocaba en “la casa,” la criada tenía que hacer alguna clase de pastas intentando superar a la criada de las otras Señoras, para que su “ama” quedara en mejor lugar.
Continuaban con la cena, y después de cenar y recoger toda la cocina, que tenía que quedar como los chorros del oro, lo que menos tenían ganas era de salir a tomar el sereno a la puerta,
Esto, en verano, que en invierno las tareas aun eran más duras, pero eso se queda para otra historia.
Pa. Sa. Ma.
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