Mensajes de Mariano Rajoy enviados por ruccio:

¡A Fátima!, gritó Mariano enfervorizado RELATOS DE DON LEANDRO (José María Izquierdo)

A Om le decías vaticano y ya: venga a blasfemar, que cada día se inventaba una jaculatoria nueva, a cual más salvaje

La situación era terrible.

—Presidente, la prima…

— ¡Calla, que no quiero ni oír lo que ha subido! —le gritó Mariano a la secretaria.

—No, no, que es la prima de Ana Pastor, la ministra de Fomento, que me ha dicho que ahora mismo viene…

— ¿Y por qué llama su prima, que es que aquí cada día pasan cosas más raras?

—Es que te recuerdo que ya hemos reconvertido en taxis el 50% de la flota de coches, y como hemos echado a la mitad de los chóferes, a la ministra la trae una prima suya que tiene un Fiat 500…

—Vale, vale, no sigas… Que entren Montoro y Guindos.

—También vienen Fernández Díaz y Gallardón…

—Pues que pasen también cuando lleguen…

—No sé si baja el riesgo y la prima se da un batacazo con Bruselas, que depositaba fondos en los recortes del BCE, mientras Valencia recorta y Cataluña me hace un corte de mangas que a la vez se la revendo a Galicia y así el déficit, dijo Montoro, que tenía las gafas torcidas y un aspecto absolutamente zarrapastroso.

—Pero Cristóbal, hijo, qué te ha pasado…

—Es que me voy a reunir con los consejeros de Hacienda y dejarles quiero claro la ruina a las que comunidades nos han llevado las autónomas… ¡Ayyyyyyyy, qué dolor!, suspiró el ministro de Hacienda.

—Outsourcing, due diligence, offshoring expert, murmuraba Guindos en voz baja…

— ¿Qué dices, Luis, que no se te oye?

— ¡Digo que la madre que parió a Schaüble y a todos los banqueros vivos y muertos desde Tarifa hasta los Urales!, gritó el ministro de Economía.

—Bueno. Tranquilos, dijo el presidente. He tomado una decisión definitiva que va a acabar con nuestras penas.

Los tiempos exigen medidas heroicas y vuestro Mariano Rajoy está dispuesto a todo, que como ya dije en un momento histórico, cuando la II Guerra Mundial, nos esperan épocas de sangre, sudor y lágrimas…

—En realidad lo dijo Winston Churchill, presidente, le corrigió Guindos, que es muy leído…

—Es lo mismo. Son palabras de grandes estadistas. Winston, Mariano… qué importa.

— ¿Y esa medida heroica, presidente…? Inquirió Montoro, que hacía cualquier cosa para retrasar su cita con los consejeros autonómicos.

—Atentos. Me he dado cuenta de que los seres humanos somos sobre todo personas, con alma y con sentimientos, y esto es muy bonito y me reconforta mucho

—… Eso sí, claro, acertaron a decir Guindos y Montoro, que se habían quedado francamente pasmados…

— ¡Así que vamos a ir todo el gabinete en procesión a Fátima! Necesitamos un milagro. ¿Y cómo nos lo va a negar la Virgen de Fátima, teniendo, como tenemos, a Jorge Fernández Díaz, a Ruiz Gallardón, a Fátima Báñez y al resto de ministros, que más católicos ya no se puede ser, que esto más que un gobierno parece un sínodo… ¡Todos a Fátima!

— ¡Ave María Purísima!, se asomó el ministro del Interior.

—Sin pecado concebida, dijo el de Justicia.

— ¡El trece de Mayo, la Virgen María bajó de los Cielos a Cova de Iría!, cantaban los a dúo cuanto entraron en el despacho, que ya estaban al tanto de la procesión.

— ¡Canten todos, hombres también!, dirigió la operación el presidente.

Así que cuando entró Ana Pastor se encontró al presidente y a medio Gobierno cantando a coro, brazos abiertos y mirada al cielo:

— ¡A tres pastorcitos la Madre de Dios descubre el misterio de su corazón!

La ministra de Fomento no se lo pensó ni un momento:

—Ave, Ave, Ave María... El Santo rosario, constantes, rezad, y la paz del mundo el Señor dará.

Yo me había quedado agazapado detrás de las cortinas, que a mí estas cosas sobrenaturales me dan un poco de yuyu, que ya me las conozco yo… Tuve que devolverle al mundo a Mariano, susurrándole al oído, que les veía dispuestos a enzarzarse con el rosario, que 20 Padrenuestros y 200 Avemarías, versión corta, era un exceso… Yo me lo sabía de memoria, que cuando Ana Botella estaba por aquí no paraban de venir amigos y amigas, que si del Opus, que si de los legionarios de Cristo…

-—Bueno, a lo nuestro, a lo nuestro, dijo el presidente. Como ministra de Fomento, y dado que vamos a ir en tren, te toca organizar el viaje a ti, Ana…

—Horario germánico, presidente, ni un minuto de retraso, que en seguida organizo yo un plan que….

—Vale, vale. Y vosotros, Jorge y Alberto, a rezar. Mucho, muchísimo. Y a interceder con Rouco, que seguro que tiene mano.

—Presidente, está don Antonio María Rouco…

—Si antes lo menciono…

—Os doy la bendición… a todos, dijo el cardenal un tanto intimidado ante el numeroso personal que se hallaba en el despacho.

—Estábamos hablando de Fátima, cardenal, que si usted nos echara una mano con lo del milagro, ya sabe, las Bolsas, la ruina…

—Bueno, presidente, no digo que sí ni que no, pero antes… esto del IBI…

—Quite, quite, olvídelo, eso es cosa de los socialistas, unos comecuras…

—Y lo de los colegios…

—También solucionado, que ya le digo yo a Wert…

—Bueno, y verá, presidente, esto de la asignatura de Religión… Y el aborto… y el matrimonio homosexual…

—Hagamos un pacto, cardenal. Usted intercede mucho por la primas de riesgo y yo le digo a Soraya que me estudie bien esas leyes…

—… Ya lo he hecho, presidente, que me sé totalmente todos los artículos del Concordato, informó la vicepresidenta. Verás. Artículo 2, apartado segundo: 2. “En particular, la Santa Sede podrá libremente promulgar y publicar en España cualquier disposición relativa al gobierno de la Iglesia y comunicar sin impedimento con los Prelados…”

—Está bien, está bien, que no te habíamos visto…

—He entrado detrás de Jorge Fernández y Alberto, que como van siempre tan juntos lo tapan todo…

Se organizó un poco de lío al irse Rouco, porque unos y otros querían rendirle pleitesía. Hubo que arrancarle a Fernández la mano del cardenal, que no es que la besara, no, es que la rechupaba cual alita de pollo.

—Déjame, Jorge, déjame un poco de anillo, que también es mi cardenal, protestaba Gallardón…

—Y yo qué, protestaba Soraya, que el resto de ministros no hacía más que ponerse delante y Rouco oía la voz pero no sabía de dónde le llegaba…

No tuve más remedio que echar la vista atrás y acordarme de algunas cosas que pasaban con los curas, obispos, arzobispos, cardenales y hasta el Papa en otras épocas. Azorín nos explicó que en su época los obispos estaban muy contentos, que les hizo mucha ilusión cuando le pidieron al mismísimo cardenal Antonio María Rouco —ya digo que le conocía de antiguo— que oficiara la boda de Anita en el El Escorial, que momentos así no hay que desaprovecharlos. Para motivar un poco a la Divina Providencia. A Alfonso Guerra se le daban muy bien los obispos. Los trataba con un desdén volteriano y los obispos le correspondían con un desdén vaticano. Él creía que les tomaba el pelo, dice Por Consiguiente, pero en realidad le sacaban hasta los higadillos.

Om se agita un poco cuando le recuerdo a María Teresa y la mantilla. ¡Lo que me hacía sufrir!, dice. Era decirle que tenía que tratar alguna cosa con los curas, por no hablar de la Santa Sede, y un color se le iba y otro se le venía. Era terrible, me dice Om. Le decías Vaticano y ya: venga a blasfemar, que cada día se inventaba una jaculatoria nueva, a cual más salvaje. Y no paraba de romper cosas, que había que sujetar con clavos todo lo que estaba a su alcance, que estaba maltratando a cualquier ministro, como era habitual, y de pronto se acordaba: ¡La peineta! ¡La xxxx madre que parió a los xxxxxxxxxx, la xxxxx, el xxxxxxxxx y hasta a las monjas que xxxxxxxxxxxxxxxxx!, y allá que se iba contra la pared otro teléfono, que no ganábamos para reponerlos.

Así que en breve saldríamos rumbo al santuario portugués, que por nada del mundo me iba a perder aquella cosa. La peregrinación prometía…

Me preguntó Mariano.

— ¿Y a ti que te parece esto de la procesión a Fátima?

—A mí no me preguntes, le dije, que ya sabes que yo no creo en nada sobrenatural…

— ¡Hombre, Leandro…!

(Continuará)

Próxima entrega, mañana: La Virgen y la prima de riesgo.

Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese. ... (ver texto completo)
NO ME HAGAS REIR QUE TENGO EL LABIO ROTO.

El presidente dice confiar en que no tendrá que tomar de nuevo “medidas tan duras”, tras un encuentro con Hollande en Moncloa

RAJOY PROMETE ahora que no volverá a subir el IVA y el IRPF en 2013

JAAAAAAAAAAAAAAAA, JAAAAAAAAAAAAAAAAAA, JAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA AAAAAAA.

Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese.
Esperanza, Pons, Matas ¿y Cascos? RELATOS DE DON LEANDRO (José María Izquierdo)

Pues aquí pone coivhllllltcicccc, dijo Willows muy segura. (Y sí, contestó por lo bajito la ayudante, hay un cierto tufo…)

El pasmo fue general.

— ¿Cómo ha dicho?, le preguntaban al traductor.

—coivhllllltcicccc. Lo juro por mi madre, que ha dicho eso…

—A ver, Catherine, a ver, no es posible que diga eso… Déjame a mí otra vez… ¡Ah!, es que no son letras, que son unas rayaduras…

Así que de allí no íbamos a sacar nada. Grisson y Willows se disculparon:

—Lo sentimos, pero tenemos que volver a Las Vegas, que nos esperan para el estreno de un casino de míster Adelson… Es precioso, parece el templo de Angkor por un lado y el de Buckingham por otro… A lo mejor traen uno a España, nos han dicho, con la Basílica de El Pilar y la Cibeles o La Pedrera, que están en dudas…

—Adiós, buenas tardes, dijo la hija de Willows, que estaba muy bien educada.

Menos mal que había una solución…

—Estoy aquí, soy Horatio Caine y quietesito to'el mundo, ¿eh?, qu'el que se menee pierde la chola…

Es que llevaba tantos años en Miami que parecía que había venido ayer del barrio La Víbora de la Habana.

—Ya tú sabes, asere, es cosa de mirar con cuidadito…

El comandante se lo explicó a Mariano.

—Es que también ha venido al mismo seminario… Pero en días distintos, que se llevan a matar.

—Pues tampoco en persona está mal este Horatio, dijo Dolores de Cospedal…

Horatio sacó de la funda de las gafas —que no le servían de nada, porque siempre las llevaba puestas— un artilugio desconocido.

—Éste es el último regalo que me hizo el pobre Jobs, Steve Jobs, ya sabes, un microscopio chévere, mijito, mil veces mejor que los que usan en Las Vegas esos vejestorios…

Diez minutos estuvo repasando el cuchillo, que aún seguía clavado en la pared. Lo miraba por arriba y por abajo. Se giró un poco hacia el respetable, solo un poco, para poder mirar a todos por encima del hombro. Y con las gafas de sol, claro.

—Imposible encontrar nada, brothers, que ya lo han estropeado los de Las Vegas. Unos manazas. Además, aquí huele fatal. Y ahora me voy pitando que tengo una guerrita de bandas en Miami…

Rajoy no podía más y tomó el mando. Yo todavía no quería intervenir, que ahora ya íbamos llegando donde yo quería.

—Comandante, los nuestros. Traiga a los mejores agentes y a la tarea. De aquí no sale nadie hasta que se sepa quien ha intentado matarme. ¡Quiero que se localice inmediatamente al autor frustrado…

— ¡Afortunadamente!, gritaron a coro todos los presentes…

—… del marianocidio!

—Verá usted presidente, tengo dos opciones. Uno es el detective privado que ya investigó con éxito la muerte de un gato del presidente Aznar…

—De eso nada, quita, quita…

—Entonces llamo a C-169. Es tan secreto que solo le llamamos C-169. Por dos razones: una, que impresiona más. La otra es que ya no nos acordamos de cómo se llama. Es el mejor, y además está hoy aquí porque se saca unas pesetillas sirviendo las croquetas del catering, porque como sabe…

—… Lo de los recortes y la bajada de sueldo de los funcionarios, sí, lo sé.

— ¡A las órdenes de su excelencia, mi presidente! Ya me ha contado el comandante cuál es mi tarea. No quedará defraudado, señor. Y aquí le dejo mi tarjeta, Sinnombre's, Reparaciones y Mantenimiento del Hogar y Negocio, por si tiene alguna chapucilla en La Moncloa, que supongo que ya sabe que con esto…

—… de los recortes, sí. ¡Averigüe de una puñetera vez quién me tiró el maldito cuchillo!

Lo primero que hizo fue arrancar el cuchillo de la pared.

—Si es que mucha tecnología, pero no están a lo que hay que estar. Que si no sacan todo el cuchillo a ver cómo van a leer en la hoja lo que pone. A ver, que lo apunto. Se quitó el lápiz de la oreja, mojó la punta y escribió en una libretilla que había comprado en un chino: Cuchillería El Oso y el Madroño, Madrid.

—Esperanza, ha sido Esperanza, dijo Mariano…

—Pero cómo puedes decir eso, Mariano, con lo que yo te quiero y te admiro…

—Un segundo, que no he acabado. Madrid… y dice que tiene sucursal en… No sé, no se lee bien que se han desfigurado las letras al entrar en el muro… O dice Val… encia o dice Bal… eares, que la primera letra no se lee bien.

—Lo dicho, insistía por lo bajinis Mariano, Esperanza… y Camps, y lo estoy viendo, Jaume Matas, que no me pueden ni ver…

—No tuve más remedio que intervenir porque aquello se nos iba de las manos y había que centrar el tiro, que ya veía a los presidentes autonómicos con muy mala cara, que además Montoro los estaba espeluchando a los chinos.

—Tres con las que saques, le estaba diciendo a Juan Vicente Herrera, mientras Patxi López y Artur Mas hablaban de sus cosas identitarias y Monago, Fernández y Griñán coincidían en las lamentaciones:

—Oye, Griñán, y cuando los de IU te piden lo de la expropiación de pisos de más de 60 metros, ¿tú qué les dices?

Intervine, pues.

—Presidente, no te líes. Fíjate en el nombre, en las palabras del nombre. Lo de las sucursales te lo cuento luego…

Había sobrado mi intervención, porque Sin nombre (C-169) estaba diciendo en ese momento…

—Por cierto esto tiene una peste a Cabrales…

— ¿Fernández, el nuevo?

— ¡Imposible, presidente, si yo estaba casi a tu lado!, se defendió el presidente asturiano.

—Entonces… ¡Cascos, ha sido Cascos!, gritó Mariano.

El comandante organizó rápidamente a la seguridad de la casa.

—Hay que localizarle. Como sea. Y ojo que puede ser peligroso, que lo mismo te tira una caña como si fueras un salmón que te dispara un tiro como si fueras un conejo.

Dos horas llevaban ya de búsqueda por todo el complejo, sin el menor éxito, cuando tuve que volver a intervenir.

— ¿Te acuerdas de qué pasó con el efecto 2000?

— ¡En el búnker, está en el búnker!

Trató de huir pero fue rápidamente reducido. Aprovechando una de las visitas guiadas que se montaron desde la gran idea del ministro de Defensa, Cascos se había introducido en el recinto y con una careta verde que se traía ya preparada, se hacía pasar por uno de los funcionarios de los del búnker.

— ¡Asturias es mía, mía! ¡Mariano, traidor!, gritaba mientras le metían en un taxi y le daban al taxista la dirección de Oviedo, que Rajoy prefirió no montar escándalos y clausurar la Conferencia.

—Que se vaya para casa, pero que me lo vigile alguien, que ha estado a punto de desgraciarme, y bueno está lo bueno…

Me preguntó de las sucursales. Se lo conté, que un fantasma personal no le oculta nada al presidente.

—Verás, te lo cuento, pero tú tranquilo, que no te suba la tensión… Lo de Valencia y Baleares es que Esteban González Pons y Jaume Matas estaban entre los camareros, perfectamente camuflados.

— ¿Esteban también?

— ¿Tú le has nombrado algo? Pues entonces.

—Y Jaume, hombre, bueno, la verdad… ¿Así que fueron ellos los de las bromitas pesadas?

—Iban creciendo en envergadura hasta acabar con una mascletá que había preparado Pons… Pero los dos discutieron que si tú, que si yo, pues anda que Nóos… Y en esas estaban cuando lo del cuchillo.

—Ya, lo del oso no hace falta que me lo expliques…

— ¿No me preguntas por el madroño…?

—Esperanza…

—No, si yo no digo nada, pero a ver de dónde han salido los fondos para comprar ese cuchillo, y quién lo adquirió en Madrid… que lo mismo hay algún contrato por ahí de adjudicación de navajas de regalo entre el Bigotes y la susodicha cuchillería… Y si se acerca Sin nombre a la tienda, a lo mejor le cuentan que un día apareció por allí un tipo con un mechón blanco que iba en coche oficial… Vamos, solo por decir…

—Pues mira, tengo por aquí la tarjeta… ¿Oiga, está Sin nombre?

Mañana, siguiente capítulo: ¡A Fátima!, gritó Mariano enfervorizado

Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese. ... (ver texto completo)
LO QUE LE IMPORA A ESTE TIPO LA SITUACION SANITARIA.

José Ignacio Echániz, titular de Castilla-La Mancha, “en paradero desconocido”

“ ¿Cómo que Echániz está de vacaciones?” Esta fue la pregunta que nueve consejeros de Sanidad del Partido Popular se hicieron este miércoles en Valladolid, donde acudieron a la llamada de Ana Mato para analizar la reforma sanitaria, en una reunión en la que nadie entendió que el responsable de Castilla-La Mancha, José Ignacio Echániz (“el consejero de los cuatro ... (ver texto completo)
El cuchillo que esquivó Rajoy RELATOS DE DON LEANDRO (José María Izquierdo)

Ay! A ver, ¿quién me ha tirado esta pelota de papel, que me ha dado en todo el ojo?, se oyó protestar a Luisa Fernanda Rudí. Como le pille le voy a romper los dedos uno a uno, falange a falange, y luego le voy a arrancar las uñas y luego…

—Luisa Fernanda, hija, que tampoco es para tanto, que hay que ver cómo te pones por una bolita de papel…

—Ya, Mariano, pero es que dentro iba una bola de acero…

— ¡Atchís!, estornudó el presidente de Cantabria.

— ¡Atchís!, le siguió el de La Rioja.

— ¡Atchís!, coreó Cristóbal Montoro que acompañaba al presidente.

— ¡Atchís!, añadió Artur Mas. Oye, dijo, ¿esto lo hacéis mucho en España?

—A ver quién ha sido el listo que ha echado polvos pica-pica, se quejó Rajoy, que ya estaba harto de tanta tontería.

La reunión de presidentes autonómicos llevaba meses de retraso.

Es que me da una pereza tremenda, Leandro, me había comentado el presidente el día anterior. Y fíjate ahora, además, con las de a kilo que les ha hecho Montoro, que ya me ha contado que esta semana les ha quitado a todos mil millones así, por la gorra.

Yo entendía bien a Mariano, que esto de las autonomías y sus jefes era una lata. Desde el principio. Lo del País Vasco y Cataluña es lo que es, que ese es un tema imposible. Pero luego tampoco se sabe si los peores son los de la oposición o las fuerzas propias. Los propios, sobre todo si son demócratas cristianos, oí que susurraba el airecillo de Fito, esos son los peores… A Felipe no le gustaban nada esas reuniones, que se hacían a mayor gloria de Alfonso. Pero es que nada, me reforzó Por consiguiente. Ni tampoco a Aznar, insistió Azorín, que tenía que sonreír a Fraga. Bueno, tenía que sonreír, que ya era un esfuerzo. Hasta Om tuvo que reconocer que a Zapatero le ponían de los nervios. Lo de los nervios es un decir, claro. Así que ya estaban todos dispuestos a seguir la reunión, que la cita había comenzado fatal.

—No digas nada, Cristóbal, pero la silla quema. No, espera, hiela; no, quema…

Hubo que aplazar el arranque hasta que se cambió el asiento, que alguien había echado el líquido ese que venden en las tiendas de sorpresas que da frío y calor. Por no hablar de las bombas fétidas…

—No he sido yo, dijo Alberto Fabra, que en cuanto pasaba algo así siempre le miraban a él. Por lo del Mediterráneo…

—Bueeeno, bueeeno, estaba diciendo Montoro, así que protestar queríais por los recortes… A ver, Valcárcel, di lo que querías decir, hombre… Si te voy a meter un puro de cien millones digas lo que digas…

—Cristóbal, que ya no puedo ni encender las luces del despacho, que me alumbro con velas…

—Muy romántico, Valcárcel, muy romántico. Y a ver, Griñán, ¿otros 200 millones a quién papá le va a quitar?

—Señor presidente, le ruego que le diga al señor ministro, que la injusticia histórica que sufre el pueblo andaluz…

—Oye, no me metas, que he traído a Cristóbal para que os peguéis con él, que yo no tengo nada que ver…

—Quita, quita, Griñán, que era broma, hombre… Y a ver, Asturias…

Justo en aquel momento se fue la luz.

— ¡Agggggggggggggg ¡!, se oyó el grito aterrador del presidente, al tiempo que se oía un ruido sordo tras un sonido sibilante: ¡ssssssssssssshhhhhhhhhh, ZAS ¡

Yo había visto el lanzamiento y soplé un poco para desviar la trayectoria. Por si acaso. Las luces se encendieron y los ojos de todos los presentes se quedaron fijos en un cuchillo clavado en la pared, justo detrás del presidente. Aún se cimbreaba por la fuerza con la que había sido lanzado.

— ¡Madre mía, si le pilla!, dijeron casi todos, más fuerte o más bajito, con más tacos o con menos tacos.

—Ha sido Griñán, seguro, gritó Monago. Son los rojos, que nos odian, dijo Bauzá…

— ¿Y el asturiano?, terció Valcárcel, cabreado como estaba por lo de Montoro, que ése es nuevo, pero también socialcomunista…

—Por no hablar del vasco, que además de ser de Portugalete es socialistón, reafirmó Núñez Feijóo…

—Y pita al himno de España. Y al Príncipe, que yo lo vi…, acusó Esperanza Aguirre.

Mariano, pálido como aquel día del helicóptero, interrumpió la conferencia y avisó al comandante del CNI que siempre estaba por allí.

—No sé cómo ha podido ocurrir, presidente, que es que estaban todos los agentes mirando hacia afuera y nadie prestaba atención al interior, que como casi todos eran de casa… Pero lo resolvemos pronto. ¡Con la experiencia que tenemos nosotros de Afganistán!

Yo sí había visto al autor, claro, pero preferí dejarlo estar por unos minutos, que si hacía falta ya intervendría. Pero antes quería saber cómo de finos estaban los investigadores de la casa y darles una oportunidad de lucirse…

Los agentes investigadores, dos hombres, dos mujeres y una niña llegaron en un momento y se dedicaron, lo primero, a calmar los ánimos.

—Don't worry, etcétera, dijo el primero, que parecía el jefe. El segundo hombre tradujo: Nada, ni preocuparse, que esto lo resolvemos en dos patadas. Estamos acostumbrados a cosas más difíciles.

— ¿Pero éste no es Grissom, el de CSI Las Vegas?, preguntó Rajoy al comandante del CNI.

—No diga nada, presidente, que está dando aquí unos cursillos y le hemos pedido que nos eche una mano…

—This is a knife. And this, is a wall. La segunda era la agente de campo.

— ¿Catherine Willows, supongo?

—Sí, presidente. La niña es su hija. Nos ha dicho que no tiene con quién dejarla, dijo esto último en voz alta, para que la concurrencia no se extrañara demasiado, que ya la presencia de los CSI de Las Vegas había causado suficiente impacto…

—Pues en persona no está mal ese Grissom, ronroneó Dolores de Cospedal…

—Escolta, com la noia és bo veure...., dijo Mas atusándose el tupé.

—Ese cuchillo tiene una etiqueta, tradujo el intérprete de Grissom. Haz el favor de leerla, Catherine.

Silencio expectante.

—Aquí pone Navajas El Fígaro, calle El Betis, 18. Sevilla, dijo finalmente la traductora de Catherine Fellows.

— ¡Es una trampa, es una trampa!, saltó Griñán. Quieren implicarme en una horrible acción, que desde ahora mismo repudiamos todos los andaluces, que desde el alma vibrante de Blas Infante…

—Vale, vale, está bien, seguimos investigando. Pero las pruebas son las pruebas, dijo el comandante, haciéndose cargo de la situación, mientras Grissom y Catherine seguían buscando huellas con unos microscopios portátiles que habían sacado del monedero.

—Bien. Aquí tenemos la guía de teléfonos de Sevilla, páginas amarillas. A ver. Cuchillerías: El faro de Cádiz, SL; El felino cuchillero, SL, y de ahí pasamos a El florón de Marchena, SL. No veo yo que exista El Fígaro. Ahora mismo lo comprobamos. Guía de teléfonos de Sevilla, pero de calles. Repasemos, 14, 16, 18. Aquí. Pues no, aquí está registrada Casa Pitón, artículos de broma para despedidas de soltero. No veo yo…

—Oiga comandante, ¿y si utiliza un ordenador o un iPad, o incluso un móvil para llamar a sus agentes de Sevilla y que lo comprueben in situ?, preguntó Rajoy, que poco a poco se iba poniendo hecho una furia con tanta guía de teléfonos.

—Ah, ya quisiera yo. Pero eso dígaselo a Montoro, que le tiene aquí al lado, que con lo de los recortes hemos tenido que vender en el Rastro todo el material electrónico para pagarnos los sueldos…

— ¡Eureka! Con mi microscopio portátil he descubierto que debajo de la etiqueta estaba grabado otro nombre en el duro metal. Han tratado de engañarnos. ¡Engañarnos a nosotros!, tradujo el intérprete de Grissom.

-—Shut Up!, dijo el propio, que le gustaba demostrar el carácter.

—Aquí pone… No se lee bien… Sí, parece que…, exacto, sí, estoy seguro… Compruébalo, Catherine, que no quisiera equivocarme… No, la niña no, que se esté quieta, que ya te dije que la dejaras con el capitán Brass. (Por cierto, le habló bajito a Catherine, ¿no huele un poco mal este traductor?)

Mañana, la continuación: Esperanza, Pons, Matas ¿Y Cascos?

Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese. ... (ver texto completo)
Solo le falta Benito para las capuzas.
ESTE, SOLITO, SE HA LLEVADO LO MISMO QUE LOS ERE EN ANDALUCIA.

Cobró dietas por 300.000 euros en cinco años

Un directivo de la CAM concedió a sus propias empresas 17 millones

El expresidente de la Comisión de Control de la CAM Juan Ramón Avilés concedió a sus empresas créditos por 17 millones de euros, en condiciones ventajosas. La Audiencia Nacional ha admitido una querella del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) contra este exdirectivo por administración desleal.
Artículos ... (ver texto completo)
Cañete, de aprendizaje en Atenas RELATOS DE DON LEANDRO (José María Izquierdo)

Ahora lo importante es conseguir meter el comando espía en Atenas. Tenemos que lograrlo como sea.

El presidente se puso serio.

—La empresa es vital: hay que llegar a las tripas de los hospitales griegos para saber cómo se cose a los pacientes con heridas de 10 centímetros sin hilo y sin tijeras… no, vendas tampoco…, y a ver cómo se trata a los que blasfeman contra el plan de ajuste de Bruselas. Sobre todo a esos. Luego me hacen un buen informe para que podamos poner en marcha en España esas valiosas técnicas en los hospitales públicos, que la vida es dura, todos tenemos que sufrir —unos más que otros, también es verdad—, los bancos centrales aprietan y además ahogan, y ya está bien de tanto mimo, que si escáneres, sondas y otras zarandajas, que hasta les cambiamos las sábanas a diario…

— ¡Y hasta les damos medicinas que curan enfermedades!, dijo Ana Mato, escandalizada.

— ¡Ah!, ¿Es que hay medicinas que no curan, monina?, contestó Ana Pastor, que para eso es médica y le tenía una manía a la Mato que para qué.

— ¡Y hierbitas, les damos muchas hierbitas!, insistía Ana Mato.

Estaba muy animado el presidente Rajoy, que su gurú de cabecera, Arriola, con él yo me las tenía tiesas, que me parecía un fantasma, y cuando un fantasma de verdad dice de alguien físico que es un fantasma, ustedes ya saben lo que quiere decir el fantasma fetén. Pues Arriola, digo, que había venido a una cena de matrimonios, aprovechó con rapidez entrenada un momento en el que se calló Celia Villalobos, por atragantarse con un espeto de sardinas, o similar, para decirle a Mariano que cuanto más burro fuera mejor le saldrían las encuestas…

—Oye, mano de santo. Y si les recortas a los votantes cuestiones primordiales, como el hospital de su padre, tanto mejor. A más miedo, más tranquilos, que aquí no se mueve ni dios, acojonados como están, que no saben si mañana les vamos a bajar el sueldo o subirles el metro. O las dos cosas, que para qué cortarnos… Van a culpar a Zapatero y a Rubalcaba…

De ahí —de ahí y de cuatro cubatas, todo hay que decirlo— surgió la idea de los hospitales griegos.

—Oye, que si ellos ya han pasado por estas, lo mismo sacamos algo de cómo han sobrevivido…

Y ahí.

—Quiten, quiten. Mato no, que ya saben que se atropella un poco cuando habla en público…

—Pues anda que en privado…

—Calla, Pastor, calla. Decía que ya he decidido que vayáis Arias Cañete y tú misma. Más que nada para que nos enteremos de algo.

— ¿Y por qué Arias?

—Pero, hombre, ¿no te has dado cuenta? Si es igualito a Demis Roussos. Le pones una túnica, le tiñes el pelo, y ya. A ver, Miguel, cántanos algo, que es por el bien de la patria…

—… Quiero bailar contigo esta canción, canta, ríe, baila, hazme soñar! Y espera, espera, que esta otra me queda muy bien: ¡Adiós, amor, adiós, no tienes que llorar…!

Es que se embalaba.

—Y si las quieres en inglés, en inglés, que ya sabes cómo me las gasto: ¡Goodbye, my love, goodbye, goodbye and au revoir!

—Muy bien, Miguel, muy bien. Ensaya un poquito más, anda, que ese gorgorito final…

—Hombre, yo hubiera preferido Juanito Valderrama, pero si es por España…

El comandante del Centro Nacional de Inteligencia al que se le encomendó la misión lo preparó todo en un santiamén.

—Les hemos hecho una documentación falsa a nombre de Tomás Roussos, que siempre podrá decir que es un primo español que tiene Demis. El de Ana Pastor es el de verdad. Les hemos puesto que son un cantante flamenco…

— ¡Eso, eso, Juanito Valderrama!: ¡Un coro de serafines hay en el altar mayor, que está mi niña tomando su primera comunión!

—… Y su doctora personal.

—La que me espera, oí decir a Ana Pastor…

Me metí en el avión porque nunca había estado en Grecia. Siempre me había dado mucha pereza, que para antigüedades ya estaba yo mismo, que ni recuerdo cuándo empecé a ser un fantasma. Lo mismo soy contemporáneo del Partenón, tantos siglos deambulando… Me llevé a Azorín, para que hiciera juego con el paisaje. Por lo pedregoso, digo. Despegaba el avión y se oyó una canción…

— ¡Y adiós mi España querida, dentro de mi alma te llevo metida, y aunque soy un emigrante, jamás en la vida yo podré olvidarte!

—Y mientras los pasajeros prorrumpían en un estruendoso y coordinado olé, yo capté a la Pastor:

—La que me ha hecho el presidente… No me nombra ministra de Sanidad y ahora tengo que acompañar a este…

…Y es que la ministra de Fomento estaba más que quemada, que en los últimos meses se había dedicado en cuerpo y alma a hacer la catedral de Zamora con palillos, a ver si así al menos la nombraban madrina de las fiestas, que no tenía ni para media hora de trabajo… a la semana. Montoro no la dejaba gastar ni un duro, que la tenía a raya…

—Ya te autoricé el camino rural que me pediste…

—Pero si era de 26 metros…

—Ya, ya, pero hasta te di un crédito extraordinario de 12 euros para que pusieras un cartelito…

—Pues me costó 20 el rotulador y tuve que poner ocho de mi sueldo…

En el Hospital General de Ática, 40 grados a la sombra, les recibieron muy bien.

—Así que quiere ver el hospital a ver si se ingresa para perder unos kilitos… Pues eso lo tenemos chupado, que ya hemos decidido dar de comer medio plátano a cada paciente, a ver si llegan hasta octubre, cuando caerán más euros del BCE… Oiga, y ahora que le miro, es usted igualito a un tipo que canta trikitrikitriki…

—Me lo dicen mucho, sí…

—La barba, Arias, que se te mueve, oí a Ana Pastor que le susurraba al ministro…

—Pues aquí tenemos una de nuestras mejores salas, estaba diciendo uno de los jefes del hospital ante un solar de cemento que parecía el parking, que es donde aplicamos a los enfermos uno de nuestros tratamientos de fama mundial, la solterapia, que en griego la llamamos helioterapia, que ya suena de otra manera.

— ¿Y cómo funciona?, preguntó Ana Pastor en su condición de especialista.

—Nada, fácil. Los sacas aquí, a la solana, y ya. Son 46 grados con el cemento, así que al que no se le seca la herida para qué vamos a seguir…

En una sala más pequeña había seis o siete enfermos. Y un frigorífico.

—Con estos ensayamos la técnica que aquí denominamos la crioterapia de Pericles. Estamos en fase de experimentación, pero tiene buena pinta. Les metes la cabeza y así están seis o siete horas. Por lo menos se quedan sin habla.

— ¿Y alguna otra técnica?

—Sí, bueno, antes utilizábamos las risoterapia, pero llegó un tipo de Bruselas y nos preguntó que de qué nos estábamos riendo… Y es verdad: ¿de qué nos podemos reír? Así que lo cambiamos por la lloroterapia, pero no es lo mismo. Queríamos probar la mentaralamadredeangelamerkelte rapia, pero aún no hemos empezado…

A las operaciones sin bisturí ni hilo ni desinfectantes ni vendas no entraron, que ya habían visto suficiente.

Antes de despedirnos, Yorgos Aristopoulos, el director, nos recibió muy amablemente y nos llevó a un aparte: ¿Y no tendrán ustedes una aspirinita por ahí? Por cierto, ¿le han dicho alguna vez que es usted igualito que Demis Roussos?…

Volvimos a España. Azorín, el pobre me preguntaba: Oye, Leandro, ¿y no podías haberme traído a otro viaje más alegre, que vuelvo con el cuerpo del revés?...

En cuanto le dieron el parte a Mariano…

— ¡Me voy a hacer un rosario con tus dientes de marfil!

— ¡Basta, Miguel, basta!, gritó Ana Pastor, que ya no podía más.

… El presidente les mandó a ver a Montoro. “Corriendo”, dijo concretamente.

—A ver, Pastor. Que sumar tú sabes. Mil, tres mil, setenta mil, doce, quince, ochocientos mil… ¡Cinco millones que nos vamos a ahorrar, y eso solo con lo de los plátanos! Que si la solterapia usamos… Primero, que lo prueben en Andalucía.

Informaron a Ana Mato.

— ¡Qué guay!, dijo.

Mañana, siguiente capítulo: El caso del cuchillo asesino.

Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese. ... (ver texto completo)
El PP veta todas las comparecencias del Gobierno que pidió la oposición
IU abandona la Diputación Permanente del Congreso para no ser "cómplices" de una "farsa". El PSOE considera que ahora es más necesario que nunca que el Ejecutivo "dé la cara"

ESTOS SON LOS QUE ESTAN DESTRUYENDO LA CREDIBILIDAD DE ESPAÑA, Y NO GORDILLO.

Alonso ha adelantado que su grupo va a rechazar todas las peticiones de comparecencia que ha hecho la oposición -31 solicitudes para once ministros- porque de aprobarse ... (ver texto completo)
Very well, Barack, very well RELATOS DE DON LEANDRO (José María Izquierdo)

Lo peor que tiene traer a los ectoplasmas en los viajes es que enseguida les da la nostálgica. En EE UU el que se pone más pesado es Azorín

Me dije que una visita a América siempre tiene su gracia. Primero fuimos a Estados Unidos. Yo ya he ido mucho, a América, digo, que con los lazos con los del sur, y desde que Felipe se hizo atlantista con el norte, los presis no han parado de aparecer por allí. Estados Unidos le ... (ver texto completo)
Pistolas Santa Teresa, SA RELATOS DE DON LEANDRO (José María Izquierdo)

Hora es ya, o bien llegada es la hora, que le oí decir a Cánovas en innumerables ocasiones cuando ejercía de fantasma en el Congreso, de que les cuente lo del búnker, ese que tan afanosamente buscaban los iranís. Porque existe. Y el que crea que es cosa de poco, apenas algo más que un apartamento blindado, se equivoca, que son 7.500 metros cuadrados bajo tierra.

—… Si es que se ha empeñado Morenés, que ya le he dicho que para ver búnkeres estamos ahora…

— ¿Y qué te ha respondido?, le preguntó Ana Pastor, que estaba mucho por La Moncloa porque como ministra de Fomento, antes del gasto, no tenía absolutamente nada que hacer, dado que no se invertía ni un duro y lo más que se hacía en su ministerio era pensar si se cobraba más por pasar los túneles, que habían costado un congo.

Se encontraron todos en la puerta del túnel de entrada, venga de cháchara. La nota lúdico-festiva la puso una tuna

—Pues que le parece el mejor momento, que lo mismo se nos subleva el personal y nos tenemos que refugiar en el búnker, que ya sabes que más que ministro de Defensa es Don alegrías… Y me ha dicho, además, que nos quiere dar una sorpresa…

Así que el presidente cedió y dejó que Morenés preparara la visita del Gabinete en pleno al famoso búnker, que todos sabían que existía, claro, pero que nadie lo había pisado.

—Hoy he visto en el jardín a unos tíos muy raros, que iban pegados a las paredes y tenían muy mala cara, como si estuvieran verdes, le preguntó un día Arias Cañete a Margallo.

—Esos deben ser los funcionarios del búnker. Tú haz como si no los vieras, que son de mucho secreto.

Les dije a los ectoplasmas que se sumaran a la excursión. Solo se apuntaron Por consiguiente, que no perdona una, y que nos dijo que él ya había estado dentro, y Azorín. Yo también lo conozco, so listo, replicó desabrido, que genio y figura. Para Ecto era un problema, por lo de las escaleras, Fito, el pobre, estaba cada vez más desanimado, y Om dijo que él era pacifista y que no ponía un pie en aquel edificio. Y a mucha honra, nos soltó. Ya le dijimos que allí no había armas, que era otra cosa, pero nada. Por si acaso, respondió. Por consiguiente pretendió explicarnos por qué se hizo el búnker, que si la OTAN y tal. No le dejamos. Azorín tuvo que explicarnos dos veces, porque no le oíamos de las carcajadas que nos entraban a Por consiguiente y a mí, de cuando Álvarez Cascos se encerró aquí en la Nochevieja del 2000, la del anunciado efecto, por si el mundo se desbarataba con la llegada del nuevo siglo. Unas risas que nos entraban de imaginarnos el cuadro… Allí ellos tan serios con las uvas, viendo a Ramón García con capa en TVE y agobiados por si se acababa el mundo…

Así que allí se encontraron todos en la puerta del túnel de entrada, venga de cháchara. La nota lúdico-festiva la puso una tuna de la Facultad de Derecho, que Juan Ignacio Wert, con indudable galanura, encabezaba y dirigía. ¡Qué admirable su juego de codos y rodillas para hacer sonar la pandereta!, se decían asombrados los ministros, que pidieron, y obtuvieron de la generosidad del conjunto bandurriero, una sentida interpretación de Clavelitos, que cogidos por los hombros, y en agradable confraternización, acompañaron con sus cánticos los ministros a los venerables tunos, algunos de ellos, por decirlo todo, más comatosos que venerables, dada su provecta edad.

Y fue en ese momento de alegre y sana algarabía cuando se oyó un prolongado sollozo:

— ¡Yo no entro ahí, de ninguna manera, que lo que queréis es encerrarme y que no salga! ¡Me vais a dejar ahí dentro, me vais a dejar ahí dentro, sin pan y sin agua!

—Pero Fátima, cómo puedes pensar eso, mujer, la reconfortaba el presidente…

— ¡Pero qué desgraciada soy, si yo no quería ser ministra de Trabajo, que me engañaron!

—Toma, como que nadie quería serlo…

Optaron pues por dejarla fuera, junto a la tuna, a ver si se animaba un poco, que tampoco allí abajo iba a servir de nada, que lo mismo se echa una llantina encima de cualquier aparato de esos que cuestan un dineral y lo estropea, que estos archiperres, que así los llamaba el presidente, son muy delicados…

—Yo lo sé desde que me hicieron aquellos experimentos con lo del alquitrán, que yo solo veía unos hilos de plastilina y…

—Bueno, bueno, eso déjalo, presidente, que ahora estamos a otra cosa, intervino rápido la vicepresidenta, que cambió el tercio. Por cierto, me he estudiado hoy la normativa que rige para los funcionarios que aquí trabajan, y creo que voy a reformar los artículos 12, 17 y 254 bis del Reglamento, que no me gusta nada, que fijaos los que dice el artículo 12: Todo aquel…

—Disculpe la señora vicepresidenta que me permita interrumpir su interesantísima aportación jurídica, tan valiosa como es habitual, dijo Morenés —que a mí más que un ministro me parecía el maître de la Tour d'Argent— pero quería llamarles la atención sobre el grosor de estos muros de hormigón armado, reforzados con acero y titanio ante un posible ataque nuclear… (Tiros y calibres, SA, ponía en un cartelito)

—…Ahora, el ordenador ultramoderno de uso militar… (McWarren, Ltd., la marca de la multinacional en otro letrero)

—…Esta es la sala de mapas… (Antimisiles El precio justo, SA, neón)

—… aquí los comedores y allá los frigoríficos gigantes… (El racimo de oro SA, bombas, otro neón)…

—… y estos los dormitorios, alto standing, con cuartos de baño alicatados hasta el techo, grifería de primera clase… (PST, Pistolas Santa Teresa, SA, en un display).

—Una pasta que costar debería cuando hizo Felipe, un dispendio. Y tres plantas, interrumpió enfadadísimo Montoro.

Sacó la calculadora que siempre llevaba el ministro de Hacienda y sumó rápido.

—Solo en muros y mobiliario nos podíamos haber ahorrado tropecientos millones, que si se hacen de plástico —bueno, eso sí, que yo digo que no— te ahorras un dineral. Y esas butacas, un lujo, que si las compras en Ikea… Por no hablar del ordenador de comunicaciones, que con unos buenos gritos…

—No quisiera parecer que rectifico a mi colega, dijo Guindos, pero creo que no son tropecientos millones, sino equis menos de tropecientos, que he hecho las operaciones con esta calculadora electrónica last generation y hi-fi que me ha regalado mi amigo Mario Draghi…

—Oye, Pedro, preguntó el presidente, ¿y este estudio de televisión?

—Hombre, por si hace falta dirigirse a la nación…

—Pues por mí ya lo puedes clausurar, que si ahora no salgo, ya me contarás si encima empeora la cosa… Oye, ¿y qué era eso que nos querías contar?

—Pues verás, presidente, quisiera llamar la atención de mis siempre admirados colegas, a los que profeso…

—Tira, Morenés, tira, que tenemos prisa…

—Supongo que habréis notado unos cartelitos que he puesto estratégicamente en algunos lugares… Bueno, son empresas muy solidarias, que conocedoras —por mí mismo, sin ir más lejos, que he sido consejero de todas— de la difícil situación por la que atraviesa nuestro país están dispuestas a patrocinar esta gran idea que hemos elaborado en mi departamento, un plan que seguro que os va a gustar porque aúna…

— ¡Tira, Morenés, tira, que se nos hace de noche!, gritaron a coro todos los ministros.

— ¡Vamos a organizar una visita guiada al búnker de La Moncloa! Y hasta tenemos la publicidad: ¡Viva en directo la angustia que sentiría Mariano Rajoy ante un ataque nuclear!

— ¡Hombre, Pedro!

—Bueno, era solo una propuesta… Pondremos la entrada a no menos de diez euros, aunque miraríamos lo de jubilados, niños y militares sin graduación…

— ¡Una pasta, tío, una pasta!, se oyó decir a Montoro.

—Bueno, una pasta y un poco más, si se hacen bien los cálculos, puntualizó Guindos.

—Y no he acabado, frenó los vítores Morenés, que vamos a privatizarlo, otra panocha, y voy a pasar a varios generales a la empresa nueva para que hagan de guía y así ahorrarnos los gastos, otra panocha…

— ¡Bravo!, gritaba el Gabinete en pleno.

—Ah, y no os preocupéis por lo de la empresa nueva, que tengo yo unos conocidos que estarían dispuestos a sacrificarse…

Mañana, siguiente capítulo: Very well, Barack, very well.

Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese. ... (ver texto completo)
¡Alá es grande! RELATOS DE DON LEANDRO (José María Izquierdo)

(Viene del capítulo XIV)

Volví por un momento al despacho del presidente, que el embajador ya debía estar acabando su entrevista. Presentía yo que el final del encuentro tendría que coincidir con el fin, fuera cual fuera, de las maniobras en el jardín entre unos y otros.

—…Por lo que puedo asegurarle, señor presidente, que nuestro programa nuclear no esconde ningún ánimo bélico…

— ¡Atchíssss!, estornudó el ficus de la esquina.

Por un momento todos se quedaron en silencio y con la vista fija en la hermosísima planta que superaba el metro ochenta. Interrumpió su discurso el embajador, enmudeció el presidente, que no daba crédito a lo que había oído, y solo Margallo reaccionó con presteza.

—No es nada, no se preocupen, es que es un ficus que trajeron de la selva panameña y allí está acostumbrado a temperaturas de 40 grados, y claro, aquí, en el despacho, en cuanto que el aire acondicionado está un poquito fuerte… Pero no se preocupen, que ahora mismo lo retiramos. Usted siga, embajador, siga… ¡Conserje!

Afuera esperaba el comandante del CNI.

— ¡Facúndez, pero cómo se le ha ocurrido estornudar en mitad de la conversación! No voy a tener más remedio que meterle un correctivo, ha estado a punto de causar un desastre diplomático…

—Pero mi comandante, si es que ya le dije que soy alérgico a las plantas. Si al menos hubieran escogido el de plástico que les dije…

—Pero cómo vamos a tener un ficus de plástico en el despacho del presidente del Gobierno, Facúndez, que está usted tonto…

Volví afuera y mi sexto sentido, que comprenderán que un buen fantasma puede tener seis sentidos, e incluso siete si se tercia, me decía a gritos que extremara la atención. Y sí, se advertía un algo flotante en el ambiente que hacía que se notara agitados a los rumanos, menos cantarina el agua de las fuentes y algo temblorosas las hojas de los bojs.

Y fue en ese momento cuando todo reventó y los hechos se sucedieron a velocidad vertiginosa, que como será la cosa que me pareció que a alguno de las estatuas vivientes se le ponía cara de Matt Damon, que el jardín pareció convertirse en un escenario de cualquier episodio de Bourne.

—También parece de Misión Imposible y podía tener cara de Tom Cruise, me corrigió Azorín, que el caso era incordiar…

El disparo de salida —metafóricamente hablando— se produjo cuando uno de los rumanos sacó de entre los vendajes mugrientos una acordeón de gran tamaño y de forma muy sentida comenzó a tocar El Gato montés, que en aquella soleada tarde a no pocos de los miembros del CNI les recordó la plaza de toros de las Ventas en sus tardes gloriosas, tal era la habilidad de aquel vagabundo para arrancar a su acordeón los acordes más castizos del inmortal pasodoble, alma española llenando la atmósfera del jardín…

Pero mientras los agentes del CNI, con el corazón apretujado por la emoción se arremolinaban cerca del acordeonista, norteamericanos e israelís no perdían el tiempo, pues eran conscientes de la maniobra de distracción que habían emprendido los iranís. Así que los bojs, aprovechando la falta de atención de los agentes del CNI, se plantaron en unos cuantos saltos en las cercanías de aquellos, sin que nadie advirtiera la calva que dejaron donde estaban antes y la extraña concentración de arbustos en la esquina contraria. Mientras, las fuentes se hacían airosos y alegres columpios, y las estatuas vivientes se reconvertían: la Diana cazadora se transformó en un compacto y sufriente Laooconte y sus hijos, mientras David pasó a ser una piadosísima Dolorosa, confirmando de esta manera los muchos rumores que de siempre habían existido en torno al sexo real de David, que no pocos eruditos tenían abundante obra escrita en torno a este mito, que si David, que si Davidia. Bien.

Consideró en ese momento el acordeonista que el arrobo que ya había logrado entre el auditorio exigía un cambio, camino del final de la operación, y al vibrante felino le siguió un riquísimo popurrí, que de Joselito pasaba a Amparito Roca, de El Gallo a España cañí e incluso a Marcial, sin olvidar a Paquito el Chocolatero, ampliamente celebrado por la concurrencia con unos estentóreos olés surgidos de lo más hondo del alma de aquellos valerosos soldados transmutados en espías, que de muchas maneras se puede defender a la patria.

Y así, mientras el agente-músico ejercía su trabajo, el resto de los iranís se desplegaba por un ala del jardín y volvieron a entremezclase las conversaciones cifradas, ahora a gran velocidad.

—Adelante, Jafar, puerta vista. Repito, puerta vista. Alá es grande. Corto.

— ¿Una puerta grande, Majid? Aclara eso. Corto.

— ¡No, no. Que ya he localizado la puerta y que Alá es grande, Jafar!

— ¡Misión cumplida, Majid. Retirada, retirada para todos. Alá es grande, pero no se olviden de llevarse las limosnas, que hay que comprar el metrobús. Corto!

—Efraím, lo he visto todo, solo querían ver la puerta del búnker. Corto.

— ¿Y no van a entrar, Amos? Corto.

—En absoluto, que los veo de retirada… Corto, no, espera, que hay un lío… Ahora te llamo. Corto.

Y es que los israelís habían dejado de ser columpios, unos, y estatuas vivientes los demás, y se habían vestido con los trajes de policía municipal que habían escondido ladinamente en los pedestales. Así pertrechados, se acercaron a los rumanos; recogidos los platillos de las dádivas y plegado el acordeón, se retiraban a toda velocidad.

—Chist, chist, ahí paraos… Más despacito, más despacito, que a ver ande vais vosotros, que seguro que no tenís ni papeles ni ná... les abordó el jefe del comando israelí, que había pasado varios meses ensayando el peculiar argot de los municipales madrileños…

Vi que el resto del comando del Mossad se encargaba de hablar con los del CNI, y les decían aquello de…

—…Tranqui, chavales, ni os molestéis, que a estos ya les conocemos y les venimos siguiendo desde Argüelles, lo que pasa es que como no tenemos coche, por lo de los recortes, ya sabéis, hemos tenido que coger el autobús, y no veas lo que tarda… Ná, nos los llevamos ya… Vosotros a lo importante, a defender al presidente, que lo nuestro es lo de chichinabo…

Y en un momento les plantaron a los rumanos-iranís una tira de cinta adhesiva en la boca y con cuatro llaves los inmovilizaron para irse corriendo hasta los coches que estaban en el exterior.

—Que se los queden, Efraim, que para qué los queremos nosotros, dijo el de la CIA. Corto.

—Pues para casa, que tengo una rama en la oreja que me está haciendo polvo. Corto.

—Adiós, presidente, ha sido un honor, se despedía el embajador.

—Adiós, adiós, un placer. Y muy interesante lo de los kayak…

—Kayar, presidente, kayar…

—Sí, eso, kayak…

—Señor presidente, dijo el coronel del CNI que había organizado el despliegue.

—Diga, coronel, diga…

—La Operación "Petróleo-bueno-bonito-barato" ha sido todo un éxito, que mis hombres han logrado impedir que ningún agente extranjero haya traspasado el perímetro de seguridad. La profesionalidad de nuestros agentes, una vez más, ha quedado demostrada. ¡Viva España!, gritó, que los coroneles en general y éste en particular ya he visto yo que enseguida se emocionan y les sale el grito a poco que se descuiden.

—Descanse, descanse… Respecto al del estornudo...

—Señor presidente, me ha dicho la viceppresidenta que le haga saber que el interfecto se quedará hasta el retiro en el cuartel para limpiar los zapatos de varios regimientos…

Les dejé a lo suyo y en ese momento capté, muy débil, una última conversación.

—La bomba déjala en el acordeón, Majid, ni se te ocurra… Lo del cerdo da igual… No, no…

¡BOOOOOOOOOOOOMMMMM!

Miré, y allá a la altura de la Moncloa, se veía una nubecilla de humo…

Lo mismo se han cargado el Arco del Triunfo, se alegró Om, que en cuanto le hablabas de romper algo de Franco se le alegraba la pajarilla.

Y todo este jaleo por el búnker. Fíjense. Que vaya risa me he estado echando con los ectoplasmas. Otro día les cuento del búnker.

Mañana, siguiente capítulo: Pistolas Santa Teresa.

Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese. ... (ver texto completo)
AL INDIVIDUO LLAMADO ANTONIO BETETA - Secretario de Estado de Función Pública

Con sorpresa, estupor y fuera de mi jornada laboral leo sus declaraciones acerca de los funcionarios y, como le veo muy crecidito he decidido responderle del mismo modo y comienzo diciéndole que es usted un “mal nacido”, y ahora me explico.

Mi nombre es Agustín González, soy funcionario de carrera desde hace 32 años y presto mis servicios en el Ayuntamiento de Arganda del Rey. Al día de hoy mi salario neto está ... (ver texto completo)
Una aglomeración de espías RELATOS DE DON LEANDRO (José María Izquierdo)

Los de la CIA iban como bojs, que ya había notado yo un cierto amontonamiento de estos resistentes arbustos en una esquina del jardín

Sabía que era un día importante pero nunca pude imaginar cuánto. Aquello era una locura, una batahola, un tiovivo de gentes de acá para allá, de uniforme y sin él. Y eso solo si se contaban los policías, guardias civiles y militares que pululaban por Palacio. Súmenle a aquella carretada ... (ver texto completo)
Guten Morgen, Herr Präsident! RELATOS DE DON LEANDRO (José María Izquierdo)

otaba yo que los ectoplasmas estaban así como aburridos, que después de la kermés, con lo bien que nos lo pasamos a pesar de la turra de Por consiguiente, ya no habíamos tenido otro momento de auténtico desahogo, que aunque los incorpóreos aguantamos lo que nos echen, en ocasiones necesitamos algún momento de parranda, que también tenemos nuestra vesiculita. Ya, ya sé, que los humanos dicen corazoncito, pero qué quieren, nosotros decimos vesiculita. Desde tiempo inmemorial, que ya en los libros de los nigromantes… Así que los reuní, que andaban tirados por ahí, Fito ya un puro céfiro, Ecto con la nariz hecha polvo de intentar ayudarse a tocar la Bagatelle sans tonalitéde Listz en el piano, Por consiguiente hablando consigo mismo, Azorín regañando a la silla y Om asomado a la ventana viendo las nubes.

Les di tal alegría que los que podían hacerlo, ya saben la triste situación de Fito y Ecto, dieron saltos de alegría, si a lo que hizo Om se le puede llamar salto. Un ligero movimiento de rodillas. Suficiente para su estilo.

— ¡Hoy va a tener Mariano clases de alemán!, les anuncié con tono eufórico.

— ¡Bien, otro más!, gritaron.

Y es que habíamos sido testigos de cuando Felipe, Aznar y Zapatero no tuvieron más remedio que dar clases de inglés. Oigan, qué risas. Leopoldo era otra cosa, que él hablaba, o eso decía, inglés, francés, italiano, alemán y portugués. Adolfo, no: el español y el por teléfono, me susurra Fito…

Habían tomado la decisión de las clases tras un despacho con García Margallo, que ya le había advertido al presidente de que Angela Merkel estaba de un humor de perros, que lo de Hollande —So ein Scheissfranzosensozi! (¡Ese gabacho socialdemócrata de mierda!)— conseguía sacarla de quicio y no estaba dispuesta a ceder ni una décima con España, Faule Hunde! Immer nur Flamenco und Siesta! (¡Malditos vagos, venga de flamenco y siesta!).

—Procura, le decía Margallo, poner tu mejor sonrisa y decirle un par de cosas en alemán. Poco, para que ella vea el esfuerzo… Que así lo hacía yo cuando vendía telas país por país, que si una sonrisita, que si un qué guapa está usted, qué bien le sienta el amarillo…

—Oye, Margallo, dado que el presidente soy yo, y el ministro de Exteriores, tú, ¿por qué no te pones a mi lado y vas diciendo tú mismo esas cosas?

—No, no, tiene que ser el presidente quien hable, para que impresiones a la Merkel esta que nos tiene con la soga al cuello, oye, qué agobio.

— ¿Y si se lo decimos a Wert? ¿Ese no sabía no sé cuántos idiomas?

—Aquí estoy, presidente, que ha sido invocar mi nombre y como un reloj siempre a tu disposición. Por cierto, sabes ese del alemán, el francés y el español que…

—Quita, quita, que con chistes le vas a ir tú a la Merkel, que Sarkozy quiso hacer una broma y casi le tira la jarra a la cabeza… Hala, hala, dejadme solo, que una vez más me voy a sacrificar por todos los españoles. Incluso por Rubalcaba. Que entre la profesora…

Y rezongaba: “Quién me mandará a mí ser presidente de nada, con lo que bien que se debe estar con este calorcito en Santa Pola…”.

Así que nos arrellanamos con tranquilidad —bueno, Ecto ya saben hasta qué tranquilidad llega— dispuestos a asistir al espectáculo.

—Guten Morgen, Herr Präsident (Buenos días, señor presidente), dijo la profesora, que se la habían buscado un poquito entrada en carnes, rubia y con el pelo cortado a tazón, para que Mariano se fuera acostumbrando. Sonreía. Pero era de mentira. Como frau Merkel.

—Wie oft muss Ich Ihnen sagen dass Sie Trottel sind? (¿Cuántas veces voy a tener que repetirle que es usted un zote?), se aprovechaba frau de que Rajoy la miraba sin entender nada y un punto compungido, que ya se daba cuenta él de que aquello no era su fuerte.

Y para ella misma: Wie ist es möglich dass dieser Herr keine drei Sätze in einer verständliche, allmählich nicht so schelchte undeutliche Deutsche Sprache sagenkann? (“ ¿Será posible que no consiga que este señor articule tres frases en un alemán no digo ya bueno, no, simplemente humano?”).

—A ver, señor presidente, no se me ponga nervioso. Guten Morgen, meine liebe Freundin Angela… (Buenos días, querida amiga Angela…).

—No, qué va, si yo no me pongo nervioso, doña Herta Frankel…

— ¡Feuchtwanger, Herta Feuchtwanger!

—Pues eso, Herta Frankel…

¿Cómo no acordarnos de los tiempos pasados? El primero en comentarlo fue Por consiguiente. Como era habitual. ¿Os acordáis?, dijo.

—Jau du yu du, les decían los profesores, altamente respetuosos ante la alta categoría del alumno.

—Jaudúyú, decía Felipe.

—No, no, Jaudúyú, no, le decían con delicadeza. Es Jau du yu du, presidente.

—Pues eso, decía él, Jaudúyú…

Por consiguiente y yo nos las pasábamos de muerte viendo los sudores de los profesores y cómo se le iba torciendo el gesto a Felipe, que con todo lo que había que hacer, que si construir Europa, que si arreglar Latinoamérica, que si inaugurar la Expo, hacer el AVE, conseguir los Juegos para Barcelona y que si tal y que si cual, no iba a perder el tiempo con el duyú. Así que llamó a Julio Feo.

— ¡Fuera, no quiero más english! Hablo en francés —o eso que hablo yo— y se acabó. El que no me entienda que oiga al intérprete, que para eso nos cuestan una panocha, para que hablen ellos, que si no, encima se dedican a cachondearse de nosotros.

Y Julio Feo, que me acuerdo muy bien de lo mal encarado que era, feliz de dar un grito a alguien.

—Usted, profesor de inglés, a la puta calle…

Con Aznar fue aún más divertido, que a pesar de que Azorín es como es, más bien sieso y con permanente cara de ajo pocho, no puede evitar ponerse colorado ante el desastre que era su jefe.

—He dicho Jáuduyu, y no me gustaría tener que repetirlo más, profesor. Jáuduyu. Y ya.

Pero el colorado de Azorín se troca enseguida en un carcajeo contagioso cuando recordamos que estos presidentes nos han dado muy pocas ocasiones de soltar el muelle de la risa, aquella vez que salió muy serio a aquella rueda de prensa, que había estado con su amigo George Bush y nos dijo aquello de ‘Estamooouuuus trabajandoooouuuu en elloooouuuu…’. Porque tampoco es que Aznar se manejara con excesiva fluidez en el idioma de Shakespeare…

— ¿En qué idioma habla y qué está diciendo ese señor bajito de bigote?, preguntó Rupert Murdoch el día que se conocieron.

—Dice que está muy contento de conocerle, señor. Y está intentando hablar inglés.

—Ya. Inglés. Que no se esfuerce más, pobre. Que me hable por señas. A lo mejor le entiendo algo…

¿Dice algo Om? Nada. Pero también asistimos a sus clases. Eran más distendidas, que se las daba algún amigo jugando al baloncesto.

— ¡Uj, ag, huy!

— ¿Has dicho alguna frase en inglés o es que estás cansado?

Bien es verdad que lo necesitaba poco, porque lo suyo no eran las relaciones con la Casa Blanca, para qué engañarnos, que era hablarle de Washington y le daban como retortijones…

¿Y Mariano?, preguntan los ectoplasmas, que ellos no asisten a reuniones con mandatarios extranjeros, que los tengo a raya, que cada uno en su casa y yo en las de todos.

Está estudiando, les digo. Lo de Guten Morgen a lo mejor se lo acaba aprendiendo. Pero con tiempo. Que tampoco esto es un aquí te pillo y aquí te mato…

O sea, que como todos, me dice Por consiguiente. Se esfuerza poco, recrimina Azorín mientras hace unas flexiones. Qué nube más bonita, aporta Om.

Mañana, siguiente capítulo: Una aglomeración de espías.

Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese. ... (ver texto completo)
¿Qué tal, Alfredo?, dijo el rododendro

RELATOS DE DON LEANDRO (José María Izquierdo)

Rubalcaba miraba hacia donde yo estaba, guiñaba un ojo y señalaba con un dedo en mi dirección

A las órdenes de usía, don Alfredo! ¿Qué, de visita?, saludó alegre a la par que marcialmente el policía Futanítez.

— ¡Hombre, don Alfredo!, añadió el ujier mayor, ¡por aquí se le echa de menos!
... (ver texto completo)
¿Alguna otra cosita, Mr. Adelson?
RELATOS DE DON LEANDRO (José María Izquierdo)

Aquello ya parecía una sala de ahumar jamones, que todos estaban fumando como descosidos
Mariano llevaba dos habanos y el resto había recibido la orden de fumar

(Viene del capítulo anterior)

—A ver, caballero, la documentación…

—Haga usted el favor, que soy Mariano Rajoy, el presidente del Gobierno de España…

Todo se descontroló cuando Esperanza avisó de que vendría el propio Sheldon Adelson en persona.

—Me ha ofrecido organizarlo todo él. Y gratis. Le he dicho que tenía que preguntártelo, pero dado como estamos con lo de los recortes…

Adelson llegó el día antes. Un infierno.

-A ver, ese despacho, para mí. La seguridad es un asco. Los míos. Kalashnikov, claro. Fuera esos muebles. Arañas, quiero arañas, y no esos focos de oficina. Alfombras, muchas alfombras… Lujo y esplendor. Y en el cuarto ese que me habéis enseñado, montáis las cámaras de vigilancia.

-Míster Adelson, que no es por molestar, no se vaya a creer, pero es que ese despacho es el mío…

- ¿Y a mí qué me cuenta? ¿Quién ha puesto la pasta? Entonces… Usted limítese a traer a los jugadores. Y a los banqueros, que les voy a meter unos sablazos que se van a enterar…

-No, si jugadores ya tengo, ya. Lo de los banqueros está más difícil, que el que no está imputado está de viaje por el extranjero…

Esperanza ya estaba sentada, que siempre llegaba antes para inspeccionar el terreno.

-Tú allí, Ignacio, cariño. En la esquinita. Por si hay que intervenir…

Artur Mas llegaba sofocado.

-Esto del puente aéreo me va a matar…

-Pero si tienes el AVE, Arturito, que con tal de ahorrar…

-Ya, ahorrar, díselo a tu jefe. Tengo un acuerdo de puntos - ¿no ves la pegatina de la cartera?- y los vuelos me salen a la mitad, que no veas cómo me tiene el Mas-Colell, que si he pedido un botellín de agua, que si una ensaimada…

Rajoy había pensado invitar a algún valenciano, que también querían por allí el Eurovegas. Y dio el nombre de Fabra. Pero llamaron de la oficina de Las Vegas: Fabra, no. Le toca siempre. Y ponte a explicarles que es otro Fabra. Incluso en Alfredo Pérez Rubalcaba, por aquello de implicar a los socialistas, pero al final le dio un poco de miedo. Que lo mismo nos limpia a todos, unos ases por aquí, unos colores por allá, que nunca se sabe con él, se dijo, y nos hace una avería. Quita, quita, mejor de la casa.

-Menores, por ahora, no. Luego ya veremos, se oyó decir al de vigilancia de la puerta…

-Qué menor, ni qué menor. ¡Soy la vicepresidenta!

Y es que a Soraya le pasaba muchas veces, que nunca la habían dejado entrar en las películas para mayores.

También estaban por allí Luis de Guindos, que en Lehman les obligaban a jugar al póker -para vender cualquier timo sin hacer un gesto- y Cristóbal Montoro.

-Deja los montoncitos de billetes, Cristóbal, tuvo que reconvenirle Mariano, que el pobre los contaba una y otra vez…

-Es que no tenemos dinero.

-Y además están libres de impuestos, ministro, le dijo Esperanza, que ya le he dicho yo a Adelson - ¿le habéis conocido?, ¿verdad que es un sol?- que no les cobraremos nada, y que si quiere les damos un 10% más…

-Es que pagar algo efectivo podríamos con ello, decía el pobre Montoro mirando los billetes con ansia.

-Cashflow se llama eso, Cristóbal, cashflow, que nunca aprenderás.

-Bueno, qué, empezamos o me voy, que tengo que llegar a Barajas, con este caos de tráfico que tenéis aquí en Madrid, se quejaba Mas…

Apenas si llevaban dos manos cuando de pronto se organizó un lío monumental.

-Es la Merkel, ha venido Ángela Merkel, gritaba nerviosísimo García Margallo, que le habÍa pillado de improviso la visita de la canciller…

Pálido, Rajoy recolocó a los jugadores.

-Por aquí, Angela, por aquí, ¿quieres una cervecita?

-Nein, nein. Solo quería estar momentos vosotros.

-Un honor, Angela, pero si sé que vienes te preparo una reunión…

-Mejor así, ver cómo gastan españoles los recursos de los obreros alemanes… Vino, whiski - ¿eso es un Macallan, Windows?-, póker…

-No, verás, Angela, es que… Adelson, el magnate de Las Vegas…

-… Ja. El gánster defraudador…

- Hombre, gánster, gánster…

- ¿Alguien me ha llamado?, se oyó una voz de ultratumba por todos los altavoces de la casa.

-Usted tranquilo, don Sheldon, no se preocupe por nada…

-No et preocupis, míster Sheldon, apoyaba Mas…

Aquello a esas alturas de la tarde ya parecía una sala de ahumar jamones, que todos estaban fumando como descosidos. Mariano llevaba ya dos habanos, y el resto, aunque no fumaban, habían recibido la orden de hacerlo…

- ¿Ha visto usted que dejamos fumar, don Sheldon?, dijo Esperanza. Venga, Ignacio, saca los habanos. Si ya se lo dije yo, que lo íbamos a conseguir… No, en Cataluña no creo, no… Fíjese, fíjese. Mariano, da un par de caladas…

-Esperanza, que soy el presidente de un Estado soberano…

-… ¿Soberano, ha dicho? No estaría mal un poquito de coñac, no, dijo míster Adelson…

-Todos borrachos, yo saber, intervino Merkel.

- ¿Y qué me dice usted de los camareros, don Sheldon?, preguntó Artur Mas, que iba a lo suyo. Ahí los tiene, el que menos bilingüe, ingeniero de caminos o arquitecto, sin estar en ningún sindicato, ¡y por diez euros la jornada! ¡Y sin contrato, don Sheldon, sin contrato!, que son unos charnegos que me he traído yo de Cataluña… Toca'm el nas i balla, Esperanza…

- ¡Basta ya!, intervino Rajoy. Impóngase el imperio de la ley. Bueno, o no…

- ¿Qué dicen de leyes?, se oyó por los altavoces.

-Un chiste, era un chiste que nos estaba contando el presidente, dijo García Margallo, que siempre estaba al quite…

- ¡Un momento!, gritó Soraya. Ese maquillaje, Merkel, se está agrietando, ya se ha caído un trozo… No, no puede ser…

- ¡Sí, efectivamente, soy Cayo Lara, que he venido a denunciar el capitalismo corrupto, martillo de los derechos de los honrados trabajadores de este país, arrojados a las sombras por unos banqueros miserables, camisa blanca de mi esperanza!

Justo cuando varios agentes de seguridad se lo llevaban arrastrado por las alfombras, se oyó un grito desgarrador….

-… Cardenal, por favor, despierte, Ave María Purísima, despierte, cardenal, despierte…

Entraba en la sala una camilla con el cardenal Antonio María Rouco, flanqueada por los ministros del Interior, Jorge Fernández Díaz, que era quien gritaba, y de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, que acababa la oración: …como en el cielo.

-Que nos habían dicho que había aquí un acto importante, y hemos pensado Jorge y yo, dijo Gallardón, que estaría bien que invitáramos al señor cardenal arzobispo, dignísimo representante de la Iglesia…

-Pues no sé yo si hoy era lo más indicado, dijo Rajoy…

-Lo peor es que le hemos llevado a dar una vuelta y hemos entrado en aquellas salas que…

- ¿En aquellas sala con el cardenal? ¿Pero aquéllas, aquéllas?

-Ésas, ésas, si lo sabré yo, se explicaba Gallardón…

-Y es que además tuvimos una mala suerte doble, porque ya lo de la barra tuvo lo suyo, que estaban los escoltas poniendo unos billetes, bueno, ya sabéis dónde, que tampoco hay que explicarlo todo, se azoraba Fernández…

-… Y para huir lo más rápido posible nos metimos sin querer en la sala del striptease, justo cuando, bueno, el final de la actuación, una chica pelirroja que era, que me he dado cuenta yo…

- ¡Alberto, que hay señoras!

Adelson ya estaba retirando a los suyos…

-Tendrán noticias mías, dijo, que hoy no habido tiempo, pero a ver si me presentan a esos banqueros. Que lo mismo se piensan que yo voy a poner un dólar…

-Usted devuélvame el carné de identidad y deje el despacho libre de una vez, dijo Rajoy, que ya hablaré yo aquí con unos y con otros. Y llévese a las, a las, a las… trabajadoras de aquellas salas, que lo mismo las ve mi señora y tenemos un lío. Y solo me faltaba eso, con la que tengo liada con la prima de riesgo…

-Por cierto, ¿A dónde lleva la ambulancia al cardenal?, preguntó Esperanza.

-Creo que lo llevan al Gregorio Marañón, informó la vice…

-No, por Dios, allí no, que hoy he quitado las aspirinas y las vendas, y he cambiado las camas por unas sillitas plegables de Carrefour…

Mañana, siguiente capítulo: ¿Qué tal, Alfredo?", dijo el rododendro

Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese. ... (ver texto completo)
El ministro de los recortes se compra un ático de medio millón de euros
Luis de Guindos y su esposa han adquirido una vivienda en la Moraleja por la mitad de lo que costaba en 2007 y unos meses antes de que el Gobierno suba el IVA

El elegido por el PP para llevar a cabo los recortes presupuestarios más drásticos de la democracia, el ministro de Economía y Competitividad Luis de Guindos, no hace gala de la tan apelada "austeridad" y se ha comprado un ático en el lujoso barrio madrileño de La Moraleja ... (ver texto completo)
RELATOS DE DON LEANDRO (José María Izquierdo)

¡Gusto de verte, Esperanza!

Hola, Pedro, que te llamaba para ver si tenías por ahí un buen chaleco antibalas. Que no se note mucho, que tengo que llevarlo con el traje.

Silencio del ministro de Defensa al otro lado de la línea.

— ¿Estás ahí, Pedro? Este teléfono cada vez funciona peor…

—Sí, sí, presidente, estoy aquí. Es que me has dejado un poco sorprendido, que hombre, un chaleco antibalas así, de pronto…

— ¡Esperanza! ¡Es que viene Esperanza!

—No digas más. Ahora mismo te envío el chaleco, presidente. Y no sé si un casco. Tengo unos buenísimos, por cierto. Fíjate si serán buenos, que son de una empresa en la que yo, bueno, ya me entiendes…

Organización cronometrada. Todas las interrupciones previstas. Vaso de agua, ejercicios respiratorios, inspirar, expirar, inspirar, expirar…

—Que pase la presidenta de la Comunidad de Madrid.

Esperanza Aguirre entra como un vendaval.

— ¿Cómo está mi presidente favorito? Ni contestes, que te veo superguay… Aunque… no sé, ¿has engordado un poco? Te noto así como un poco hinchado por la zona troncal… Y esa cara, ¿un poco triste? Claro, ni contestes, que con esos ministros que tienes como no vas a estar de mal humor…

—Esperanza…

—Ya, que querrás saber a qué he venido.

—Si no te molesta…

— ¿Cómo me va a molestar, presidente? Pues mira, verás, es que estoy diseñando un plan en la Comunidad no solo para ahorrar sino también para obtener recursos. Y he pensado que tenía que contártelo, porque podías implantarlo a nivel estatal, que debes coger a las autonomías esas y vas y les dices que…

—Esperanza…

—Bueno, al plan. Mira, se trata de que cada consejero se busque un patrocinador. Yo estoy pensando para mí en Movistar. O en Vodafone. O en Orange. O aún mejor, ahora que lo pienso, en el Santander o en el BBVA. El que más pague… Pero a lo que iba. Le he dicho a mi mano derecha y gran amigo tuyo, Ignacio González…

—Esperanza…

—Ah, que no es muy amigo tuyo, pues yo creía que sí… Bueno, le he dicho que dé las ruedas de prensa con una gorra. Y un cartel de Bimbo. O de Rolex. Como los tenistas, que si ellos pueden, a ver por qué no mi Ignacio, con ese mechón blanco tan sexy… Y fíjate, le he propuesto a Lucía Figar, la de Educación, que ella, con lo monísima que es, que salga con una camisetita de tirantitos de Coca-Cola, que quedaría divina de la muerte…

—Ya…

—Y aquí viene ahora lo importante: te he traído una lista de las cosas que podían anunciar tus ministros… No digas nada, no, ni me lo agradezcas, que ya sabes que yo por mi Mariano es que mato… He pensado que Luis de Windows podía anunciar esos cursos de inglés con mil palabras, que sería un tiro: ¡Hable inglés como yo y ya le contratarán en Lehman Brothers!...

—Esperanza…

—Bueno, y a Cristóbal Montoro queremos convertirlo en el símbolo de las escuelas de Negocio. Fíjate, un tiro. Pones una conferencia de prensa suya, esas de que sí de que no, de que voy y vengo, pero me quedo, y luego un rótulo en grande: “El rigor y la precisión siempre obtienen su premio. Hasta se puede ser ministro”.

—Esperanza…

—Y no sé qué te parecerá, pero a Alberto, como es así de mocetón, podía patrocinarle una sastrería fina, tipo Brioni, que con ese estilazo que tiene, aunque tampoco descarto marcas multiproductos, como Armani o Yves Saint-Laurent, desde ropa a perfumería, porque Alberto gusta mucho, sabes, que no sé si te he dicho que me han llamado para decirme que el otro día le vieron con…

—Esperanza…

—Pero hay más, hay más, que no te creas que no hemos trabajado… Que tengo en el equipo a unas primas de Ana Botella, una hermana de un consejero y un sobrino de una viceconsejera que le ponen mucho interés… Por ejemplo, Wert podía llevar la representación del Cirque du Soleil, que una conferencia de prensa sobre el pago de tasas por utilizar los pupitres es otra cosa si se ameniza con unas pelotitas al aire o incluso unos graciosos volatines…

—Esperanza…

—García-Margallo debía llevar una multinacional. ¿Qué te parece Repsol? Por cierto, hablando de Repsol, ¿nos han pagado ya Cristina y Evo?

—Esperanza…

—Y no me digas que Fátima Báñez no va a encontrar una firma de tanatorios que patrocine sus informes, que es que lo bordaría, solo salir y ya… Y Ana Mato, pues oye Ana Mato, pues bueno, Ana Mato ya encontraríamos ya…

—Esperanza…

—Sí, bueno, y a Sorayita lo tengo clavado, que lo he pensado mucho porque como la quiero y la admiro tantísimo, ella tan lista y que sabe de todo…

—Esperanza…

—… Pues que anuncie ropa infantil. Que no sé por qué se me ha ocurrido, fíjate...

A la hora prevista, interrumpe Soraya Sáenz de Santamaría.

— …Buenos días, hoy estoy con la ley de Piensos y Otros Alimentos, que tal y como están las cosas la vamos a necesitar para los supermercados. Mira, verás, artículo 37, bis…

—Levanta la cabeza, Sorayita, hija, dijo Mariano, que es que entras como un ciclón y no te has dado cuenta de que tenemos visita…

—Uy, si tenemos aquí a esta presidenta que es, sí, no me lo digas, Mariano, es de una comunidad uniprovincial, como La Rioja y como Murcia… Lo tengo en la punta de la lengua… Ah, sí, Esperancita, hija, que presides Madrid, es que me había olvidado de tu nombre… Y os dejo, que me esperan varios ministros para que los vicepresida…

Como un reloj, llamada a la puerta.

—Soy la Cospe. ¿Puedo entrar?

—Pasa, pasa, para qué cortarnos…

—Huy, perdona, Mariano, me han informado mal, me han dicho que estabas con una amiga…

—Dolores…

—Déjala, Mariano, déjala, como viene de provincias, intervino Esperanza… Es que La Mancha es otra cosa, que si lo del Quijote, el queso manchego, en fin, las ovejitas, la rueca, ya sabes, cosas rústicas…

—Esperanza…

—Sí, sí, es verdad, claro, que aquí hacéis churros y gallinejas, respondió Dolores de Cospedal. Por cierto, ¿cómo llevas lo del empresario ese tan importante… ¿Se llama Bill Gates? ¿Ah, que no es ése, que es el de las tragaperras? ¿Ya ha construido algo este mecenas? ¿Cuántos miles de empleos llevamos ya? ¿Diez mil, veinte mil?

—Dolores…

—No, está bien, que se desfogue… Si ya sé que es la envidia, que ella no tiene un Percival de consejero. Que no me digas que no es un sueño un consejero que se llama Percival… Quieres hablar con cualquier emprendedor norteamericano, y les dices que les envías a Percival y oye, cómo se quedan… Hace unos meses, por ejemplo, le mandé a ver a ese gran empresario, el del ocio y el entretenimiento…

—El gánster de los casinos, sí…

—Gánster, gánster… Pues Percival no notó nada. En cuanto se presentó y dijo quien era, bajaron los kalashnikov, se quitaron las pistolas de la sobaquera y oye, de lo más normales…

—Bien, pues ahí te dejo, presidente, tan bien acompañado…

—Una cosa antes de irte, Esperancita: he decidido encargarme yo de dónde instalar el Eurovegas ese. Voy a organizar una timba la semana que viene, aquí en La Moncloa… Se lo voy a decir a Artur Mas y a algún otro, y lo mejor es que tú se lo cuentes al gran empresario… Y ahora, sí, ahora ya te puedes ir, Esperanza, ¿Verdad que te ibas?

El presidente espera hasta oír cómo se aleja el coche oficial.

Se da la vuelta, me ve y murmura:

— ¿Por qué será que después de hablar con ella siempre busco los 101 dálmatas,
Leandro?

(Continuará)

Mañana, siguiente capítulo: ¿Alguna otra cosita, Mr. Adelson?

Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese. ... (ver texto completo)
RELATOS DE DON LEANDRO (José María Izquierdo)

El Rey, mártir, se flagela

Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir, le dijo el Rey a Mariano en la puerta del Palacio de la Zarzuela.

Hacía meses desde que había ocurrido lo de Botsuana, pero desde entonces se le había quedado la manía.

—Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir, le dijo también al chófer de Mariano.

—Y si viene ese contigo, ya sabes a quién me refiero, dile que también lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir.

Eso iba por mí, claro. Es que la primera vez que me colé en el coche del presidente para llegarme hasta aquí, curiosidad que tenía uno, lo hice con Felipe González.

— ¿Cómo estás, Rey?, le dijo.

—Tío, como un reloj, le contestó el Monarca.

Y ahí ya empezó el gatuperio. Porque fue poner un pie en el interior del palacio este fantasma y ya noté que aquello iba a ir fatal, que oí gritos desgarradores y sollozos lastimeros. Él no, él no, oí que decían entre un insufrible ruido de cadenas y ecos extraños que distorsionaban las voces, que a ver si se creen que los seres de las tinieblas hablamos como Iñaki Gabilondo.

—Oye, Felipe, aquí está pasando algo…

Y vi que miraba de una manera muy particular hacia donde yo estaba, siempre dos o tres pasos por detrás de mi presidente, sea el que fuera. Que es que los reyes —y dicen que los papas, pero ahí no llego— tienen un sentido especial para advertir nuestras etéreas presencias. De pronto me di cuenta de que había cometido un error terrible: ¡no había cambiado de aspecto y aparecí en La Zarzuela con la cara del genuino Leandro, el bigote del genuino Leandro y hasta los modos del genuino Leandro! Y a todos los restos que quedaban por allí de fantasmas ya reducidos a meros espíritus, decenas y decenas de Borbones, más los ectoplasmas de los aún vivientes, consideraron que aquella presencia era una agresión y trataron de expulsarme, mayormente todos los relacionados con Alfonso XIII y sus legítimos descendientes, allí agarrados a los cortinones de palacio. Consiguieron echarme, claro, que eran muchos: todo un batiburrillo espectral desde Felipe V, por no hablar de los restos de los Capetos. Un mogollón. Y eso que hacía nada que habían echado a unos cuantos, que no vi yo en esta última visita ni pantalones estrafalarios ni maletines de cuero. Emprendedores. Eran los emprendedores.

No les he contado que si me esfuerzo puedo cambiar de aspecto físico. Siempre que no abuse de ello, que podría ser perjudicial para mis interlocutores, un día de una manera y otro día de otro. La verdad es que les he hablado poco de mí mismo, que no soy yo muy dado a ello, así que irán descubriendo novedades poco a poco. Total, que a la vez siguiente corregí el error garrafal y fui de Curro Romero, con capote de paseo y demás arreos, que iba yo como un pincel. Luego he ido de todo, que si de astronauta, cuando el desastre del Columbia, que me pareció un detalle bonito, hasta de Rafa Nadal si el encuentro era en Mallorca. Ahora voy siempre de Clooney. Ya puestos…

Cracccccc, craccccc, craccccc, se oía cuando el Rey se acercaba a la mesa.

—Ni preocuparte, que es el tobillo.

Rrrrrrgggggg, rrrrrrrgggggg, rrrrrrgggggg, cuando se dobló para sentarse.

—Tranqui, que es la rodilla.

Troc, troc, troc, troc, sonó cuando definitivamente se aposentó en el sillón.

—Esa era la cadera. Estoy fenomenal, Mariano, estoy hecho un toro.

Al final te acostumbras, que incluso reconocías el crujido: esa ha sido la rodilla. Y así.

—Por cierto, presidente, que quería comunicarle oficialmente —don Juan Carlos siempre usaba el usted cuando se ponía en plan jefe del Estado— que he decidido irme a Nepal, a hacer trekking. Aunque no sé si irme para el Panchase Hill o al Valle del Gokyo. Con veinte de comitiva ya tengo bastante. Que no hay que exagerar.

Ocurre que este presidente lo pasa fatal porque no se acostumbra nunca. Le vi palidecer. Y se oía el intento de tragar saliva.

—Bueno, Señor, la verdad, no sé yo si…

— ¡Que era broma, Mariano, que era broma! Lo más lejos y lo más caro, Torrevieja. Ya lo sé, ya…

Con Felipe González era otra cosa. Llegaba y le decía al Rey.

—Majestá, ya tengo preparado el referéndum para elegir entre monarquía y república.

—Así que tu padre era lechero, le contestaba don Juan Carlos.

Y así se estaban un par de horas, que trabajar trabajaban, hay que reconocerlo —que si puedes ir al moro, que si un toque a estos de Chile, a ver si entran en razón— pero se lo pasaban en grande.

—Oye, ¿y tú crees que Alfonso Guerra me pegará un tiro por la espalda un día de estos?

—Ná, tranquilo, mucho presumir de rojo y luego se le va la fuerza por la boca, que mira que escuchar al Máler ése, que vaya pestiño…

—Quita, quita, que a mí la Reina me hace ir a todos los conciertos y ya no sé qué hacer, chico, que el otro día hasta Stockhausen, y quería además que fuera a otro de Luis de Pablo…

Con Aznar era distinto, porque si este de ahora tiene un sentido del humor más bien escaso, aquel es que era para la ironía como una iguana. Ya al final encontraron un punto de unión en esto del humor, que a los dos les gustaban los chistes verdes. Y cuando más verdes, mejor.

—Señor, sabe aquel de un español que…

Y se reían mucho. Pero quitando esos momentos, las relaciones eran frías. Que digo frías, gélidas, porque Aznar le daba a todo una prosopopeya que a don Juan Carlos le atacaba los nervios.

—He pensado, Majestad, que para el mayor beneficio del pueblo español deberíamos señalizar convenientemente los semáforos…

-Los semáforos, sí…

Y el Rey bostezaba. Sonoramente, espectacularmente, desvergonzadamente…

—Uuuuuaaaaahhhhh!

—Pues nada, adiós, Señor.

—Hala, hasta la vuelta, José Mari. Y no tengas prisa, que ya me las apaño yo…

Con Zapatero solo vine una vez. Ya noté que se aburrían los dos por igual, que en una ocasión estuve en un tris de intervenir porque uno leía, el otro escuchaba y según avanzaban cada vez les oía menos, hasta que se hizo el silencio. Me había quedado yo traspuesto, que ya tiene mérito dormir a un fantasma, y cuando me desperté dormían los dos como bebés. Criaturas, que con tanto trabajo caían derrotados a las primeras de cambio.

Con el Príncipe era otra cosa, que en las sesiones de trabajo siempre estabas despierto. Qué remedio, porque don Felipe atizaba unos zurriagazos a las patas de la mesa con la fusta de montar que un día se había dejado su hermana en el despacho. No quise indagar cuál. Qué más da. Ni en realidad a quién le estaba dando los latigazos por mesa interpuesta. Herencia materna.

—A ver, presidente, que aquí no estamos de fiesta. Las cifras del comercio exterior del último trimestre. Bitte, bitte, que no tenemos todo el día…

—Bueno, verá, Su Alteza, le puedo dar datos del déficit…

—Esos, también. Espero que la próxima vez vengamos mejor preparados. Nuestro deber nos exige Arbeit, arbeit y arbeit… Y aún digo más: Verantwortung, verantwortung y verantwortung. No sé si me he explicado bien. Pero por si acaso: In erster linie, die linie der pflicht.

Miraba yo a la espalda de don Felipe, que me pareció ver algo así como un ectoplasma —era del género femenino, de eso estoy seguro— ya formado del todo y otro a medio hacer, también femenino, que estaba en ese camino largo y peligroso que separa al aura del ectoplasma. Se tocaba la primera con un gorro prusiano de esos que acababan en punta, como los de Otto von Bismarck, que sin saber exactamente por qué aparecía perfectamente acoplado a la educada sonrisa de su propietaria, gesto de aquí estamos todos a cumplir con nuestro trabajo.

La segunda era todavía como un aura, rubia y con tacones muy altos.

Qué raro.

Mañana, siguiente capítulo: ¡Gusto de verte, Esperanza!

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RELATOS DE DON LEANDRO (José María Izquierdo)

El irreprimible llanto de Fátima

Me di cuenta enseguida de que iba a haber nuevos datos sobre el paro.

—Me voy un par de días, presidente, porque si no me voy no podré llegar y entonces cómo vuelvo —oí que le decía Montoro al presidente.

—Yo tengo también un roadshow, ya sabes, que nos conviene que vaya a Kazajistán, que lo mismo hay que echar mano de un buen offshore… Y si no, oye, un buen abrigo de astracán… —explicó De Guindos.

—Así que van a salir los datos de la EPA —les dijo Mariano, que se creían que le iban a pillar desprevenido. A él, que se tiró años escaqueándose cuando fue vicepresidente. Y presidente, si a eso vamos.

— ¡No, de ninguna manera, cómo puedes pensar eso! —dijo De Guindos, colorado como un semáforo.

— ¡No, no —protestó Montoro—, cómo piensas nosotros solo a ti, que eso no podría ser porque estarías sin nadie!

—Ya te has vuelto a liar, Cristóbal, que has dicho justo lo contrario de lo que querías decir.

—Si es que me tienes hecho un lío, Mariano, que como siempre tengo que lo contrario del día decir anterior… Así no hay quien pueda hilar dos seguidos pensamientos.

—Eso te pasa porque te lo preparas poco, Cristóbal —le dijo De Guindos—, que sales a pecho descubierto ante las fieras y pasa lo que pasa. Fíjate y aprende, que en Lehman… perdón, allí, en aquel sitio sin nombre, teníamos que hacer mucho de esto. ¿Que los datos son un espanto? Pues nada, se dice que “hay un cambio de giro en la evolución cíclica”, que lo mismo te vale para una subida que para una bajada.

—Oye, Windows, que yo dije “no vamos a subir impuestos en España, vamos a cambiar la ponderación”…

—No está mal, no —intervino Rajoy—. A ver si me lo aprendo…

—Pues escucha esta, que la dije de corrido y mirando al infinito cuando anunciamos que íbamos a subir el IVA: “El Gobierno está planteando una modificación del sistema impositivo en España”. ¿Qué os parece?

—Oye, Luis, que has dicho un párrafo entero sin palabras en inglés…

—Perdón, perdón… Pero ahora os cuento lo de la due diligence. Bueno, o si preferís lo de los revolving credit…

Así que llegaron los datos de la EPA. Más parados. A miles. Qué digo a miles, a decenas de miles, a centenares de miles…

— ¿Pero hay tantos españoles, Fátima?

—Sí, presidente, sí, pero polvo somos y en polvo nos convertiremos —dijo Fátima entre grandes lloros. ¡Buaaaaa!

Que es que era aparecer la ministra de Trabajo en una reunión, como aquella del Consejo de Ministros, la sala se quedaba en media penumbra y se oían rayos y truenos en el exterior. Cómo sería la cosa que un día estuve a su lado, observándola, porque yo mismo pensé que lo mismo esta Báñez venía de algún mundo de las tinieblas, como los ectoplasmas y yo mismo. Y no. Es humana. Pero triste y ceniza como una recopilación de fados. Sepulcral, para qué ocultarlo. Arenas siempre se le aparecía por detrás, que la patrocinaba mucho, y la animaba: ¡Fatimita, campeona, a ver esa sonrisita! Ella se esforzaba, la verdad. Pero era peor.

—Toma un clínex, toma un clínex. A ver, venga, esas cifras…

—El número de cadáveres ha aumentado este trimestre…

— ¡Fátima!

—Y es que, compañeros de Gobierno, pues para los vivos queda la envidia ante sus adversarios, en cambio lo que no está ante nosotros es honrado con una benevolencia que no tiene rivalidad.

—Al porche, sacarla al porche, a que la dé el aire…

—Porque los cuervos que revolotean en torno a nuestros niños, esperando su desfallecimiento por la maldita viruela…

—Fuera, fuera…

El momento fue tremendo, con todos los ministros lívidos ante el panorama de los pajarracos, que menos mal que el presidente se recupera con facilidad.

—Bueno, venga. Hagamos una tormenta de ideas, que cada vez que digo eso de la herencia recibida me da una punzada el hígado y empiezo a preocuparme…

—Eso te pasa, presidente, porque no hemos alargado lo suficiente esto de la herencia, intervino Soraya. Si le echamos la culpa a Sagasta, a lo mejor… Por cierto, que me he aprendido yo un par de artículos de una ley muy interesante de 1877, y si queréis os puedo…

—Otro día, Soraya, otro día…

—Verás, presidente, a mí se me ha ocurrido una idea —dijo Ana Mato.

Noté cómo se hizo el silencio. Espeso. Ni el vuelo de una mosca, que se dice. Mariano se quedó paralizado y a los ministros les entró como tortícolis, que nadie quería mirar al que tenía al lado, no fuera a ser que la cosa pasara a mayores…

—Lo que sí puedo asegurar, Mariano —rompió el hielo García Margallo, que para eso es el amigo del jefe—, es que cualquier cosa que pongamos en marcha me comprometo a venderla en el ancho mundo, comenzando por nuestros amigos hispanoamericanos, sangre de nuestra sangre, allí la espada y la cruz y la Madre patria…

—Bien, Margallo, bien, pero antes habrá que pensar en algo.

—Pues mira, se me ha ocurrido que lo mejor que podemos hacer es crear una comisión, todo privado, que conste, para que coordine a los asesores que coordinen a los comisionistas para que trabajen en un papel para que luego el presidente, con su superior criterio, toda nuestra confianza en tu capacidad, qué haríamos sin ti…

—Basta, Margallo, que ya nos conocemos…

— ¡Alabado sea el Santísimo! —interrumpieron entonces Gallardón y Jorge Fernández al unísono.

— ¿Y?

—Nada, que alabado sea el Santísimo… \[Gallardón \].

—Bueno, y que si contratamos a unas decenas de miles de policías, que me faltan manos para tanto alborotador… \[Fernández \].

—No sé si me habéis oído, pero he dicho que he tenido una idea —repitió Mato.

Silencio. Más denso aún. Caliginoso. Plúmbeo.

—Pues yo creo, presidente, que podíamos poner en marcha una cosa muy original que se me ha ocurrido y es un plan para pintar barandillas y poner bordillos y esas cosas y podíamos llamarlo Plan E…

— ¡Wert!

—Si lo hacía por animar el ambiente, es que cada día que viene Fátima no tenemos un momento de paz…

— ¿He oído paz? ¡La paz de los cementerios! —se oyó gritar a Báñez desde la entrada, que ya se había recuperado un tanto tras dos copazos de coñac, contribución desinteresada a la causa del cuerpo de conserjes.

Eché la vista atrás y la verdad es que pocos ministros de Trabajo salieron dicharacheros y jacarandosos, que ya me contarán el que entregó el relevo a Báñez, Valeriano Gómez. Le acompaño en el sentimiento, le decían en la calle. ¿Almunia, Chaves, Griñán?

El primero que lo llevó con garbo y galanura fue Javier Arenas, que lo vio clarito. “Les mato a desayunos, jefe, les mato a desayunos”, le decía a Aznar refiriéndose a los sindicatos. “Ni respirar les dejo, que paquí pallá y ahora pactamos y luego esperad un poco”. Vino luego un paréntesis pedregoso con los dimisionarios Pimentel y Aparicio. Pero de nuevo renació el mundo de la alegría, el jolgorio, la parranda y el bullicio, que pronto llegó Eduardo Zaplana.

Ya me he ido de Gobierno otra vez. Cada día estoy peor.

—… Acabamos entonces —estaba diciendo el presidente—. Hemos quedado en que seguimos con lo de la herencia recibida, y cuando lleguemos a los tres años nos lo volvemos a plantear. Que aquí paz y después gloria.

Se levantó el Consejo y todos hicieron como si no se oyeran los gritos que llegaban desde la calle, mientras el coche oficial se alejaba: “Los cielos se cerrarán sobre nosotros y una lluvia de fuego acabará con todas las oficinas del Inem…”.

—Qué buen tiempo hace —le decía Morenés a Ana Pastor.

Y es que hay que ver cómo se queda uno de tranquilo cuando encuentra soluciones sencillas a problemas tan complejos, que me dijo una noche Mariano en el intermedio de un Deportivo-Celta.

—Un partidazo, Leandro, un partidazo.

Mañana, siguiente capítulo: El Rey, mártir, se flagela.

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RELATOS DE DON LEANDRO (José María Izquierdo)

Los ectoplasmas y yo

Tú me aseguras que no tendré que hablar con la Merkel, José Manuel? Chico, es que me agarra de la manga y venga a decirme cosas en inglés, que cuando dice Cameron y Monti bien está, pero el resto ya me dirás…

—No te preocupes, Mariano, que yo no me muevo de tu lado y ya sabes que mi inglés es, sin ánimo de presumir, francamente extraordinario, contestaba García Margallo.

—También yo estaré allí, presidente, que es cierto ... (ver texto completo)
RELATOS DE DON LEANDRO (José María Izquierdo)

Tiembla, Argentina, tiembla

Fíjate, Leandro, qué papelón, se lamentaba Mariano, que esto se lo hubieran hecho a Zapatero bien está, pero a mí…

Aquel fue un día espantoso, terrible, Leandro. ¿Porque le puedo llamar Leandro, verdad?

Malo, me dije, que cada vez que un presidente me pregunta si me puede llamar por mi nombre me espera la del pulpo: fachoso y con ramificaciones.
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RELATOS DE DON LEANDRO (José María Izquierdo)

Jorge, Alberto y el santo rosario
Yo sé, me lo confesó un día el presidente, que no soporta al titular de Justicia, que desde que le nombró ministro está cada día más pelota.

Ave María Purísima, presidente.

Jorge Fernández-Díaz es muy educado. Asoma siempre la cabeza y pide permiso para entrar.

—Sin pecado concebida, presidente.

Alberto Ruiz-Gallardón le acompaña, que ahora están que parecen Dixie y Pixie.

—Pasad, pasad, pero os recuerdo que la catedral de la Almudena está en otro sitio.

— ¡Qué graciosísimo, qué ingeniosísimo!, gorjea Ruiz-Gallardón.

Yo sé, que me lo confesó un día el presidente, que no soporta al titular de Justicia, que desde que le nombró ministro está cada día más pelota. Ya lo era, ¿eh?, me dijo, que uno no se vuelve así de la noche a la mañana… Que un poco siempre gusta, la verdad, para qué negarlo, pero un mucho cansa. Así que le miró con un gesto un poco atravesado.

—Menos rollo y más currar, que no está la cosa para bromitas. Ya sabéis lo del peligro de intervención…

Y es que se le había quedado como un poso en el cerebro, que a todo el que le visitaba le soltaba lo de la intervención.

—… Aunque al final podré evitarla, que me costará mucho trabajo pero oye, trabajando como Dios manda…

—Eso, eso, obedeciendo a Dios, sí…

—…todo se consigue. ¿Os he contado lo que le dije un día a Merkel, que estaba así como chulita y fui yo y gracias a Dios…

—Ahí, ahí, gracias a Dios. ¿Rezamos algo?, dijo Fernández Díaz.

—Sí, bueno, eso, gracias a Dios, pero verás, presidente —terció Gallardón que veía cómo Rajoy miraba al titular de Interior como si fuera un extraterrestre— es que se nos ha ocurrido una reforma de la ley esa…

— …que llamamos la de leña al borroka, siguió Fernández-Díaz, que oír otra vez lo de Monti era demasiada penitencia incluso para él.

—… que sabemos que te va a gustar muchísimo, acabó la frase Gallardón.

—Bueno, bueno, ¿y eso cuesta algún duro?

— ¡Ni uno!, dijeron los dos ministros como si fueran el dúo Pimpinela, que yo les oía mucho porque en época de Aznar les gustaba mogollón a las gentes de por aquí.

—No solo no solo no cuesta dinero. ¡Es que está pensada para ingresar!

—A ver, a ver…

—Es una idea genial, que reportará beneficios económicos, sí, pero también espirituales, que reforzará la unidad de la familia, y tú ya sabes cómo nos importa la familia, dijo el de Interior mientras asentía el de Justicia.

—Sí, bueno, la familia, bien. Primero lo de la pasta. Si no te importa.

— ¡Cómo nos va a importar!, en absoluto, presidente, terciaba Gallardón. Hemos pensado que está bien esto de cercar a las del aborto, meter a la gente en la cárcel por quedarse quieta ante los palos de nuestros aguerridos policías, almas cándidas y sin ninguna maldad…

—… Y no te olvides de lo de incluir a todo el que haya convocado fiestas de cumpleaños por Internet, que tuvo mucho éxito, apuntaba Fernández-Díaz…

—Pues a raíz de todo ello hemos pensado…

Otra vez Pimpinela.

— ¡Que no los metemos en la cárcel, pero les vamos a sacudir unas multas de aquí te espero! Pasta por dos sitios: ahorro de rancho en las prisiones, y recaudación para el pobre Montoro, que ya ves, presidente, cómo anda, que no hay quien le dirija la palabra…

— ¿Y si no tienen dinero, que casi todos ellos son unos mataos?

—Esto es lo mejor, respondió Gallardón. ¡Se lo cobramos a los padres, y si no tienen, a los hermanos, y si esto también falla, a los primos en primer grado, y luego a los de segundo y más allá a los de tercero, o a los suegros, o a los hermanos de los suegros, o a los primos de los suegros… ¡La familia, presidente, la familia, ese núcleo fundamental de la civilización occidental que ya nos dijo el Santo Padre…!

—Por cierto, intervino Fernández Díaz, que también se me ha ocurrido que si traemos al Papa, Dios lo tenga bien protegido, varias veces al año, y le llevamos en una ronda por las provincias, tal que si fuera la Vuelta a España, pero en papamóvil, y recaudamos…

—Ya, bueno, sí, ya os he entendido, Jorge Alberto… Lo pensaré, lo pensaré…

—Que el señor sea contigo, dijo Gallardón.

—Y con tu espíritu, añadió Fernández Díaz un tanto atropellado, que yo me quedé pensando si es que sabía algo de mi existencia. Que es hablar de los espíritus y es que me entra un mosqueo…

Esto de los ministros recaudando no era nuevo, que se pegaban entre ellos para ser el primero de la clase. Yo los veía cómo se miraban de refilón en los Consejos a ver quién ahorraba o recaudaba más, que un día de estos van a proponer alquilar La Moncloa durante el mes de agosto como residencia de verano. A mí es que me gustan mucho los previos de los Consejos. Recuerdo yo que…

—Ni se te ocurra volver con lo de Semprún y el libro al revés de Guerra, Leandro, que ya lo han contado hasta Los Morancos, me cortó el hilo el ectoplasma de Felipe, que siempre estaba por allí, el tío.

Decía que ninguno de los ministros soltaba la cartera, no fuera a ser que el de al lado le viera algún papelillo…

—He pensado presidente, que si los soldados hacen la instrucción con palos de madera, que total, para las guerras que no tenemos, decía Morenés. Y eso los de Infantería, que en Aviación estamos haciendo pruebas con las consolas, que oye, presidente, lo mismito que volar en un caza y sin gastar un euro en carburantes… Por no hablarte de la Marina, porque como ya sabemos que los barcos no se hunden, para qué ponerlos a navegar, que moverlos es una ruina…

Wert se ufanaba:

—Las tasas ya las hemos subido, ya. Pero vamos a juntar a los alumnos de varios cursos en una sola clase. Total, como no va nadie… Y el resto de aulas vacías se las cedemos a los Legionarios de Cristo o a los kikos, y una pasta que nos embolsamos, que no se irán a quejar de que no tienen machacante… Y eso en la universidad, que en primaria ya ni te cuento…

—Las medicinas para curar están bien, intervino Ana Mato, pero mis chicos han descubierto algo mejor: ¡las hierbas para curar! Mismamente cogidas del campo…

A Montoro la cosa le gustaba poco. A Guindos, tampoco, la verdad, que yo les notaba que se iban calentando… Y saltaron.

—A ver si me voy a tener que poner yo a aviones conducir en la Marina porque las guerras a lo mejor, quién sabe, que es posible que se produzcan pero quizá suba el presupuesto de Defensa, que las camillas en las aulas las lleven los kikos, dijo Montoro, que acababa de reunirse con los consejeros de Hacienda de las Comunidades y estaba como para aguantar bromas.

Lo tradujo Soraya. Era la costumbre.

—Cristóbal quiere decir que agradece mucho el interés de todas las señoras ministras aquí presentes, así como a los ministros, a los que tanto aprecia, y les aplaude porque se preocupen tanto por las cuentas del Estado, pero que él ya se dedica a ello. Sobre poco más o menos, que aquí cada uno se lama etcétera y que como alguien se meta en lo suyo le va romper la crisma. Por cierto, que ando ya muy adelantada con el Código Civil. Artículo 39: “Si por haber expirado el plazo durante el cual funcionaban legalmente, o por haber realizado el fin para el que se constituyeron…”.

De Guindos intervino solo un momento. Pero serio, para que vieran que con él, bromas, las justas.

—Bien. Está bien. Lo de las hierbas, Anita, por cierto, me ha gustado mucho. Pero espero que las cobréis. El que se quiera curar con manzanilla, que la pague. Y si no, agua del grifo, y ya. Siempre hay mejoras en los procedimientos, que decíamos en Lehman. Pero yo sigo creyendo que lo mejor es un cherry tree, o si no un outsourcing o bueno, si me forzáis, un over-the counter…

— ¿Habéis llamado a Bruselas a pedir permiso?, preguntó Rajoy.

Mañana, siguiente capítulo: Tiembla, Argentina, tiembla

Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese. ... (ver texto completo)
RELATOS DE DON LEANDRO (José María Izquierdo)

¿Se confirma lo de Luis y Cristóbal?
Rato era muy amable. Llegaba con cara de invitar a un vermú. A Aznar le contaba lo imprescindible, para que le dejara en paz

Luis de Guindos entró en el despacho del presidente como una tromba. En realidad entró como siempre, que el ministro de Economía y Competitividad —yo también quiero dos nombres, le había dicho a Rajoy, como Montoro, que lo es de Hacienda y Administraciones Públicas— acostumbra a entrar ... (ver texto completo)
ASI ESTAN LAS COSAS, Y ASI NOS VA.

Como queremos salir de la crisis si todos los del gobierno suspenden, y están peor valorados que los del gobierno de ZP.

Comparativa de ministros

El CIS publicado el pasado lunes es así de cruel con este Gobierno: por ejemplo, Arias Cañete (3,59) tiene medio punto menos que Rosa Aguilar en su último mes como ministra de Agricultura de Zapatero (4,1). José Manuel Soria (3,16) empata virtualmente con el denostado Sebastián (3,17) o Ana Pastor (3,50) apenas ... (ver texto completo)
EN EUROPA LO TIENEN MUY CLARO.

El semanario 'Der Spiegel' se suma a otros medios germanos que alertan del rápido desgaste del presidente español y de la descoordinación de su Gobierno

En Alemania decretan la “quiebra política” de España: el “rescate total” sería el final de Rajoy

No es la primera vez que un medio alemán alerta de la desconfianza que genera el Gobierno de Mariano Rajoy, y esta vez el prestigioso semario 'Der Spiegel' no se ha andado con paños calientes. Subraya que genera ... (ver texto completo)
RELATOS DE DON LEANDRO (José María Izquierdo)

Ataca Soraya

Leandro recuerda hoy los despachos semanales en La Moncloa de los jefes del Gobierno con las vicepresidentas

Hola, presidente, buenos días, que vengo corriendo y así de alterada porque ya sabes que tengo muchas cosas que vicepresidir.

Ni se atrevió a contarle lo de la voz tronante, que debió darle vergüenza.
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RELATOS DE DON LEANDRO (José María Izquierdo)

Hola, Mariano; soy Leandro
En la entrega de hoy el fantasma Leopoldo relata su primer encuentro con Rajoy en el Palacio de la Moncloa

Para esto de las apariciones hay que tomarse su tiempo. Porque ya he comprobado que ninguno de los presidentes le ha informado a su sucesor de mi existencia. No, si yo lo entiendo. Si se tienen la tirria que se tienen, a ver en qué momento se introduce en la charla del relevo, si es que la hay, eso de verás, Leopoldo, o verás Felipe, o verás Aznar —que no José María, ya lo expliqué— o verás José Luis, o verás Mariano, es que aquí, en La Moncloa, hay un fantasma que se llama Leandro y se nos aparece a los presidentes. Así que tengo que enfrentarme a cada uno de ellos a pecho descubierto, que ya se imaginan que es una manera de hablar, que ni puedo descubrirme esa zona ni, si a eso vamos, cualquiera otra de mi invisible anatomía. Así que primero observo y luego actúo.

Con Mariano me decidí por el método de las voces. Es una manera demasiado clásica de iniciar la relación entre un fantasma y un mortal, lo sé, pero es efectiva a la par que elegante. Busqué la ocasión con cuidado. Elegí justo el momento en el que abandonaba el despacho Cristóbal Montoro, el ministro de Hacienda, que aun siendo más bien escuchimizado, habla y gesticula como si fuera el coro entero de la Ópera de Viena ensayando el Carmina Burana. Rajoy, por cierto, entiende lo mismo de una cosa y de la otra: nada.

Así que consideré que ya había llegado la hora, que llevaba días con ganas de meter baza, que si uno no puede intervenir, ya me contarán para qué se es fantasma:

—No te fíes, presidente, que este tío nos lleva a la ruina.

Así, al pronto, ni se dio cuenta, porque debió creer que se oía a sí mismo, que ya llevaba él varias semanas dándole vueltas a la misma conclusión. Esto es un desastre, Cristóbal me mata, se decía por las escaleras y los largos pasillos.

Presidente, Aquí me tiene usted para servirle y ayudarle en lo que pueda para acabar con tanta sanguijuela"

—Y además te lía, presidente —volví a decirle—, que entre este y el Guindos, mientras se despedazan, te van a hundir en la miseria.

Ahí ya se quedó como pasmado, que no es que yo le viera así por primera vez, qué va, pero ya me di cuenta de que me había oído. Lo noté también porque hizo ese acto reflejo que hacen todos de girar la cabeza hacia atrás con un movimiento a derecha a izquierda, con precaución, para saber de dónde llegaban las voces. Ese día, que no hay que abusar, lo dejé ahí. Para que se fuera entrenando.

El ectoplasma de Aznar, que es como una mosca cojonera, me regañó airadamente de inmediato: más fuerte, Leandro, tenías que haberle entrado más fuerte. Que eres un tipo sin sangre y él es aún peor. Ni caso le hice, que le tengo comida la moral, y según se pone impertinente me acerco a él, le agarro del hombro y se queda hecho polvo, que tiene que mirar hacia arriba porque lo mismo le saco 20 centímetros. Le sienta fatal, que lo veo. ¿Has crecido un poco estos días, chiquitín?, le digo. Así que ceñudo como siempre, se zafa del abrazo y se va a una alfombra —será por alfombras, que para eso estamos en palacio— y se lía a hacer flexiones.

Esto de ir paso a paso en los comienzos lo aprendí a la primera. Cuando me presenté a Adolfo, que aunque solo por unos días, incluso por unas horas, quise mostrarle mi admiración. Una experiencia. Que aprender a palos te educa en la prudencia. Ilusionado como estaba por saludar a mi héroe, cual grupi adolescente, me puse enfrente de él el mismo 24 de febrero, que andaba el hombre recogiendo las carpetas. La mitad, vacías. Eso también. Nervioso, pero marcial en forma y fondo, le espeté:

—Presidente, se presenta el fantasma (recuerden que entonces no tenía nombre). Aquí me tiene usted para servirle y ayudarle en lo que pueda para acabar con tanta sanguijuela.

No les voy a decir que se quedó tal cual, no. Pero reaccionó como un rehilete:

— ¡Me c*** en todo lo c******, que el CESID me ha metido un espía, y tú vas ahora mismo a saber con quién te juegas los cuartos, que me sobran c****** para eso y para más, que para chulo yo, y para defenderme, mi primo!

Dicho lo cual, sacó del primer cajón a dicho familiar, un hermoso pistolón, y con gesto un punto teatral lo puso encima de la mesa. Reconozco que me dejó así como parado, que a ver cómo reaccionas ante tan contundentes razones.

—No, si a mí no me manda ningún militar, acerté a balbucir, anonadado ante sus palabras. Y ante la Browning, la verdad, que las armas las carga el diablo.
— ¡Peor!, se encaró Adolfo, levantándose del sillón presidencial. ¡Entonces!, gritó, ¡es aún peor: te mandan los democristianos! ¿Cuánto te paga Óscar Alzaga? Confiesa, truhán, confiesa. Esos santurrones meapilas, chupacirios, ratas de sacristía…

De lo que deduje que no confiaba mucho en los democristianos. Opté por la desaparición, que ya sé que es cosa de fantasmas cobardes, pero yo sí creo en eso de avances estratégicos sobre la retaguardia, máxime si enfrente tienes a un milhombres enfadado, que ya les conozco a los que son como él. Así que Adolfo y yo no empezamos con buen pie, pero poco a poco, buscando los intersticios de la complicidad, acabamos siendo buenos amigos en aquellas últimas horas de su presidencia sin nada que presidir. Todo lo amigos, es verdad, que pueden ser un presidente y su fantasma. Al final nos parecíamos mucho Adolfo y yo. ¡Estaba tan solo! Los dos acabamos siendo transparentes, inasibles y absolutamente prescindibles. Él me lo decía.

—Tú es que eres así, y ya estarás acostumbrado, pero a mí me jode que me traspasen por la zona del bajo vientre, como si no me vieran y no tuviera cuerpo, ¡Me c*** en tal y cual...!

… que le pongo yo un respeto a sus palabras, porque él se sabía perfectamente los nombres de a quiénes invocaba.

Les decía de Mariano. Aún estamos en esa fase de conocernos, que solo le he dejado verme en contadas ocasiones, que ya pueden decir conmigo que no es fácil charlar con él, que lo mismo —y perdonen el chiste consabido— sube que baja. Y es que está muy preocupado, que no le dan las horas del día para atender a tanto ministro y ni le dejan ver el Tour con comodidad ni nada.

Ayer, por ejemplo, vino el ministro de Defensa en plena etapa de los Alpes. Le vi la cara a Mariano, que yo también había bajado a ver a los esforzados de la ruta, y me temí lo peor.

— ¿Vamos a atacar a Rusia?, le preguntó a Morenés, que cada día está más estirado.

—No, presidente, claro que no. ¡Cómo se te ocurre!

— ¿Y algún otro país va a declararnos las hostilidades? ¿No? Pues entonces hemos acabado la reunión y decide tú lo que hayas venido a preguntarme, que a ver si te crees que se te ha hecho ministro para que me des el coñazo. ¡Media vuelta, ar!

Que eso sí tiene Mariano, que cuando está enfrascado en complejos asuntos de Estado no se le puede ni molestar.

Ya les cuento otro día cómo lo llevo con Soraya Sáenz de Santamaría, que es que con ella tengo delirio. Viene así, pizpireta y arrebolada, repasando los apuntes, y le pego unos sustos de muerte.

Me pongo al lado suyo en un pasillo y con voz tonante —a los fantasmas se nos da muy bien poner voz tonante— le suelto: “Soy Rubalcaba y vengo a robarte el alma para hacerme con ella un chalequito, que dado el tamaño no da para más”. Me encanta el gritito, y ver cómo suelta los papeles y se alborota de pies a cabeza. Bueno, la cabeza se le alborota menos, que me he apostado unos tejeringos con el ectoplasma de Felipe, que es un cachondo, a que consigo que se mueva en este semestre esa melena de hormigón que corona a la vicepresidenta y ya veo que lo tengo crudo.

¿Utilizará superglue?
Mañana, siguiente capítulo: Ataca Soraya.

Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese. ... (ver texto completo)
RELATOS DE DON LEANDRO (José María Izquierdo) (1)

Seducido, llego a Palacio

Un trasgo divertido, entrañable y un punto insolente recorre las dependencias de palacio

Es Leandro, el fantasma de La Moncloa, principio y fin de esta serie que arranca hoy y que se prolongará durante todo el mes de agosto

Buenas noches. Me llamo Leandro y soy el fantasma de La Moncloa. Digo noches porque quienes nacimos de las sombras vivimos en una perpetua semioscuridad que ni el sol más radiante, y cuidado que en los interiores de este palacio entra a raudales, logra desgarrar del todo. Y me he autobautizado como Leandro porque Felipe, que ya les voy diciendo para que nos vayamos conociendo que solo me pueden ver en carne apretujable los presidentes que son y han sido de esta España, y algunos otros seres elegidos por mí en muy contadas ocasiones, el primer día que me le aparecí, me dijo: “ ¡Coño, el hijo ese de Alfonso XIII!”. Que luego me enteré y es que hay un señor que se llama Leandro Alfonso Luis de Borbón Ruiz, que ya le vale ese Ruiz, que al parecer es cagadito a mí. Lamento no poder corroborar el parecido, porque ya se sabe que los espejos no devuelven la imagen a los fantasmas, a los vampiros y a los banqueros. Así que di por buena la capacidad fisiognómica de Felipe y ya he aceptado que soy poseedor de un pelo imposible, una barba imposible y una nariz imposible. O sea, que tengo un aspecto imposible, tal que Borbón Ruiz, que cuidado que veo a gente pasar por estas dependencias y nunca he visto a nadie tan imposible.

Recuerdo muy bien cómo era Felipe. Siempre estaba que si unas olivitas, que si una manzanilla, que si tío, pasa contigo, que por consiguiente. Aunque a lo mejor no es este momento de hablar de él. Lo que pasa es que ya me conocerán, que se me va la cabeza de un presidente a otro según suspiro, conocido como es que los fantasmas tenemos un cerebro inconsútil, por así decir, y nos cuesta mantener un hilo lógico. Vamos, como a los presidentes. Así que lo más apropiado será que les cuente cómo me las entiendo con Mariano Rajoy, que es el mandamás con el que ahora tengo que lidiar. Bien. Pues es muy simpático. Y quiere mucho a sus niños. Bueno, y a Viri, claro, que ustedes la ven así como lánguida pero ya les contaría yo cosas que oigo. Pero resulta que…

Bueno, no, estoy pensando que mejor les explico qué hago aquí y por qué hay un fantasma en La Moncloa, que lo he dado por hecho desde la primera línea y es posible que a ustedes, preocupados por sus cosas, y por la crisis, que yo lo comprendo, nunca se les hubiera ocurrido ser conscientes de mi existencia. Porque la gente, así en general, sabe poco de fantasmas, que nos tienen muy poco valorados. Y no sé por qué. Porque si alguien se despepita por tener un consultor espiritual o gurú que se le dice, un asesor fiscal, un entrenador personal y hasta un personal shopper, no sé por qué va a ser menos un fantasma individual. Ayuda mucho, ya se lo digo. Para un roto y un descosido. Que nuestra vida simula un permanente echarse a la briba, pero ya les daría yo aguantar a Aznar cuando venía de ver a Bush. Por hacer terrorífico el cuento.

Pues les decía. Yo era el fantasma titular del Congreso de los Diputados, situado, como saben todos, porque sale mucho en televisión, en la madrileña carrera de San Jerónimo, cerquita de Sol, que más castizo no hay lugar. ¡Qué tiempos aquellos!, nos decíamos los fantasmas de plantilla, que entonces teníamos delante a un Sagasta, a un Cánovas, a un Prieto, a un Largo Caballero, a un Gil-Robles o incluso a un Lerroux, que siempre gusta un poco de picante frente a tanto jamón york. Pero claro, es que luego vinieron las Cortes franquistas. Y qué les voy a decir que no sepan. No quiero ni acordarme, que en aquella época hasta iba gente con chaqueta blanca, boina roja o camisa azul, y algunos con todo puesto, la chaqueta, la camisa y la boina, como si estuvieran en el probador. Un horror. Y lo peor es que hablaban, sobre todo, de la familia y los municipios. Y de los luceros. Muchos luceros. Incluso había alguno que hasta gruñía. Recuerdo que un día, José Antonio Girón de Velasco… Bueno, no, lo dejo. Es la inconsutilidad.

Pues les decía que estaba yo allí un día de febrero de 1981, temiéndome lo peor, que aunque en los últimos años aquello había mejorado mucho, que si bien seguía por allí Manuel Fraga, el señor le acoja en su seno y le asede el carácter de macho cabrío, ya nos habíamos divertido un rato largo con que si ese que llegaba era Carrillo, aquella otra La Pasionaria que bajó las escaleras, cual enjuta y adusta Mistinguette, cogidita del brazo de un señor con el pelo largo y blanco como si de un ángel se tratara, que luego me enteré de que era un tipo más bien revoltoso, Rafael Alberti, y otras novedades que nos alegraron la pajarilla después de aquellos terribles treinta y cinco años de momios y —pocas— momias. También habían aparecido en ese tiempo unos jóvenes que parecían venir de una excursión en cualquier dehesa, como Felipe González y Alfonso Guerra, sobre todo este último, que siempre tenía cara de querer armarla. Había también un tipo que a mí me gustaba más que a un tonto una tiza. Acababa de presentar su dimisión como presidente y se llamaba Adolfo Suárez. Es que era verle y me entraban unas ganas locas de jugarme con él una caña a los chinos.

Pues digo que aquel febrero de 1981, el día 23, para ser más exactos, andaba este menda incorpóreo por los pasos perdidos, que solo de pensar en que íbamos a tener unos cuantos años a Leopoldo Calvo Sotelo de agitador de las masas es que me daba como un yuyu. Ya habíamos disfrutado de Landelino Lavilla, que pedazo juergas nos había tocado disfrutar como mandón de la casa de los leones. Y en estas que zas, aquel Tejero con el tricornio, inolvidable imagen, armó la que ya saben, que como sería aquello que aún perduran las ondas sísmicas y de vez en cuando alguien escribe un libro o suelta una pretendida novedad sobre el susto. Y es entonces cuando se produjo la chispa, la descarga, la conmoción, el escalofrío y el barquinazo. El flechazo, vamos. Fue ver a ese Adolfo Suárez ponerse en pie, levantar el mentón y ponerse chulo, como si estuviera en la cantina del cuartel y un subordinado le hubiera insinuado un mal gesto, fue un decir aquello de “como presidente le ordeno que deponga su actitud”, que me dije para mis adentros, en el caso de que los fantasmas tuviéramos adentros, que no está confirmado que así sea, me dije, digo, este es mi hombre. He aquí un tipo con el que uno se puede ir a una timba de póquer y sabe que siempre te va a defender del tahúr. Gesto de piedra, hombros hacia atrás, mirada al frente, “No sabe con quién está hablando”, le diría enérgico al bandolero, que incapaz de aguantar ese fuego en la mirada huiría sin rematar la vileza que hubiera preparado.

Así que, cuando el tricorniado Tejero se destejió y pasó de fiero león, como los pétreos de la puerta, a despeluchado gatito, y los civilones saltaron las ventanas con aquella actitud tan digna, gallarda y valerosa, aquí Leandro, un servidor, todavía invisible, se metió de rondón y con tanto arte como cuidado en el coche oficial de don Adolfo Suárez. Llegamos a La Moncloa, gran alboroto en esta casa, tan nueva entonces para mí, tan resabida ahora. Y hasta hoy.

Hay que ver cómo pasa el tiempo. Y los presidentes: Adolfo, Leopoldo, Felipe, Aznar, José Luis y Mariano. Habrán notado que no he dicho José María. Es que no me sale, ignoro por qué. Y si les parece duro tratar con dichos personajes, todos grandes hombres, cuerpos unos más tangibles que otros, qué les voy a decir de sus ectoplasmas, que aquí se quedan y ponte a aguantarles.

Bueno, de Leopoldo hay medio, que duró muy poco. Ecto, le llamamos.

Mañana, siguiente capítulo: Hola, Mariano; soy Leandro.

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CORTINAS DE HUMO PARA QUE NO SE HABLE DEL VERDADERO PROBLEMA DE ESPAÑA.

Siguen la misma estrategia que “Paquito” con el Lute, (hay que ser torpes)

Porque no se preocupa del espionaje de la Aguirre, ¿o ya no se acuerdan?

El portavoz del PP en el Congreso, Alfonso Alonso, ha dicho que no es aceptable la "callada por respuesta" de Alfredo Pérez Rubalcaba ante la información sobre la trama montada por altos cargos del ex ministro en Interior que, entre otras cosas, “pudo” espiar la sede nacional ... (ver texto completo)
La vicepresidenta pierde su vara de mando, con lo que le gusta a ella ese juguete.

El PP cuestiona la acumulación de poder de Sáenz de Santamaría y piden un vicepresidente económico, (otro enchufado)

La última encuesta del CIS deja poco margen para la duda sobre la imagen del Gobierno: todos suspenden y sus calificaciones descienden por debajo del cuatro. Sin embargo, según sus propias palabras, el presidente Mariano Pinocho Rajoy (que obtiene un 3,33) está orgulloso de su Ejecutivo y no tiene ... (ver texto completo)
Esta TEUTONA, es la gran amiga de Pinocho Rajoy y de su mismo “partido”, la que nos iba a echar una mano (al cuello) a salir de la crisis.

Y el calzonazos de Pinocho R. callado cual puta en cuaresma.

Cuando Alemania hacía lo que ahora critica

Ejemplo número 1. Un país de la Unión Europea (por ejemplo, España) logra que el BCE le compre directamente 3.900 millones de euros de deuda con el objetivo de "afrontar un indeseable aumento de los tipos de interés".

Alemania se opone. El Bundesbank ... (ver texto completo)
Copiando al gobierno de Zapatero
(Ellos PP) botaron en contra.)

Esto pasa cuando esta claro que no existe gobierno y tiene que recurrirá a copiar del PSOE.

El Gobierno promete a Bruselas elevar la “edad efectiva” de jubilación
Hacienda planea reformas para endurecer las prejubilaciones

El programa presupuestario 2013-2014 que el Gobierno de Mariano Rajoy remitió el pasado viernes a Bruselas También se pretende adelantar la entrada en vigor de los principales parámetros del sistema (edad ... (ver texto completo)
Con ministros asi es lógico que nos tomen por el pito de un sereno en Europa.

El ministro insistía en los riesgos de gravar las grandes fortunas. No lo ha hecho y el dinero ha escapado en niveles sin precedentes
Montoro presumió de la fórmula para atajar la fuga de capitales… y ha visto en sus narices una desbandada histórica

El propio Montoro advertía en 2010 de que se iba a producir en España este fenómeno, pero una vez con las riendas el problema se ha agravado seriamente. Alertó de que ... (ver texto completo)
Este Pinocho Rajoy cada vez esta peor y no se entera.

Dependemos del señor Draghi, a ver si nos enteramos de una vez por todas. Y Draghi, nos guste o no, depende sobre todo de Alemania. O sea, de Ángela Merkel. Éstos dos son los que mandan de verdad en la Europa de la crisis y en la España del PP

La prima y el subidón

Volvimos, pues, de inmediato, a instalarnos en el espanto. A la prima de riesgo le sacudió de repente un subidón de padre y muy señor mío que perjudicó obviamente a las Bolsas. ... (ver texto completo)
ADIOS A SU MAYORIA HOLGADA,

Caída en picado del PP, sin precedentes en ningún otro Gobierno

El Partido Popular pierde siete puntos en menos de un mes. Un ritmo de caída sin precedentes en ningún otro Gobierno, según un sondeo hecho público este domingo.

En ese resultado es significativo que en los propios votantes del PP se refleja el malestar generalizado de los ciudadanos por los recortes brutales del Gobierno, entre ellos la reducción de las prestaciones a los desempleados, los recortes ... (ver texto completo)
Algo pasa, amigo Sancho, cuando están borrando algunos escritos, ¿Por qué será?, de todas formas el daño ya esta hecho, así que eso no vale de nada, bueno si que vale, para demostrar lo poco que valen algunas personas y a lo que llegan con su soberbia y paranoia mental.

Espero que se olviden de mí, y así que cada cual escriba lo que quiera y como mejor pueda.

Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese
Además de insulton, ciego, o no saben leer y todo lo que pone se lo escribe algún iluminado.

Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese.
Te das cuenta, Sancho, cuando la gente no tienen la formación necesaria para estar en esta sociedad, y no están acostumbrados a que se les reproche su mala educación, la salida mas fácil para ellos es el insulto, eso es solo la falta de cultura o la mala leche que le dieron de chicos que la están echando ahora de viejos, o que están amargados de la vida y se la quieren amargar a los demás, son gente que deberían de vivir fuera de la sociedad, pues esa enfermedad es contagiosa y lo peor es que no ... (ver texto completo)
Mira, Sancho, igual que los niños chicos, (o gano yo o me llevo la pelota) ja, ja, ja.

Esto es lo que vale un (lo que sea) cuando no deja de tocar los h… a la gente, y cuando recibe un sopapo se hecha a llorar como las (…….) y corre a decírselo a mamá para que lo defienda.

Hace poco había por ahí un (…..) llorando a moco caído que le habían vetado y no le dejaban poner mensajes, y resulta que es el quien se dedica a vetar a la gente que no le da la razón, lo dicho igualico igualico que el difunto de su (Paquito).

Mira como temblamos, aquí se cren algunos que son los dueños del cortijo y que todos somos iguales, y de eso nati de nati, los hay con dos cojones, y los hay que se tienen que defender resguardándose detrás de otros/as y de las enaguas de su mamá porque no valen ni para estar escondidos.

Espero que con esto se olviden ya de mi (C) y (A) y no den mas porculo, ya que yo a ellos no le hago ni puto caso.

Me gustaria saber como se puede vetar, para poderlo hacer yo tambien, o si hay que mandar un mensaje a foro comun.

Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese. ... (ver texto completo)
¿Quien es el que inslta a los demas? este mensaje no lo mande yo, fue un tal CHANDO.
Valla tres patas para un “banco,” buen Sancho.

Tres ejemplos que por méritos propios compiten en despropósitos con 'clásicos' como Montoro o Cospedal

Los empleados del mes en el PP: un aristócrata metepatas, un alcalde derrochador y un alto cargo ‘presionante’

Hoy os traemos tres ejemplos de estos monosabios que ya quisieran parecerse al que puse en (mascotas), que por méritos propios llevan camino de convertirse en empleados genoveses del mes de Julio 2012.

1º) Barón de Claret. Este ... (ver texto completo)
Ya te decía yo, Sancho, que aquí había tomate.

Angela Merkel y Mariano Rajoy son una pareja sadomasoquista en la que ella pone el sado

Angela Merkel y Mariano Rajoy son una pareja sadomasoquista en la que ella pone el sado y él el maso. Así que cuando la canciller azota el culo del gallego, nos castiga a todos los españoles por haber sido malos. Lo que al principio parecía un juego inocente, una mera representación de burdel democristiano, ha devenido con el tiempo en porno duro de casa de ... (ver texto completo)
¿COMO SE LE PUEDE LLAMAR A ESTO?

UN PROFESOR DENUNCIA LAS PRESIONES DE UN ALTO CARGO DE MATO PARA QUE LE SUBA LA NOTA A SU HIJO.

Compara la situación con las coacciones de la dictadura cuando, pistola en mano, se obligaba a aprobar a determinados alumnos

El director del Departamento de Cirugía, Oftalmología, Otorrinolaringología y Fisioterapia de la Universidad de Valladolid, Carlos Vaquero, un catedrático de Cirugía con 39 años de experiencia, ha denunciado ante el rectorado las "presiones" ... (ver texto completo)
LE TACHA DE “MENDIGO” Y LLAMA “MENTIROSO” A MONTORO

Cascos estalla contra “el incompetente” Rajoy y pide elecciones anticipadas
El presidente de Foro Asturias y diputado por esta formación en la Junta General del Principado, Francisco Álvarez Cascos, ha acusado este miércoles al presidente del Gobierno central, Mariano Rajoy, de actuar "como un mendigo" en Europa ante Alemania, y ha solicitado la convocatoria de elecciones generales para "cambiar el rumbo" de la política en España.

En una ... (ver texto completo)
Con estos sinvergüenzas, amigo Sancho, no tenemos solución, salvo exiliarlos en su isla de Perejil.

EL MINISTRO DE HACIENDA PERCIBE 1.823 EUROS MENSUALES

Montoro tiene tres pisos en propiedad en Madrid y sigue cobrando dietas de alojamiento

Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda y diputado del PP por Sevilla, se embolsa 1.823,86 euros mensuales del Congreso en dietas de alojamiento y manutención, pese a que tiene tres pisos en propiedad en Madrid. Ninguno de los 10 miembros del Gobierno ... (ver texto completo)
No merecemos un presidente de patrañas y caos, AMIGO Sancho.

“Yo sé cómo salir de la crisis”
Convendría recordar al respecto que un trilero de la política como Aznar se pavoneaba afirmando que “yo sé cómo salir de la crisis”. Llegó a publicar un libro enseñando sus recetas contra la crisis. Sus teorías no sirvieron para nada. No le hicieron caso ni siquiera los jefes de Gobierno o de Estado más o menos de su cuerda.

Un vuelco aún más escalofriante.

Pero ahora la situación de la economía ... (ver texto completo)
YA NO AGUANTO MAS BUEN SANCHO.

Estoy hasta “los mismísimos” de estos mamarrachos que tenemos por gobernantes.

Yo no me llevé el dinero de la banca, yo no me llevé el dinero de la
construcción y ahora sí tengo que pagar el crédito a los bancos, y
pagar indemnizaciones a empresarios, partidos políticos, sindicatos,
sueldos y dietas a políticos corruptos e ineficaces, y ya no aguanto más.

Tengo 54 años mujer y dos hijos los cuales continúan a mi ... (ver texto completo)
A esto lo llamo yo un secuestro policial y CHANTAJE en toda regla, para forzar una situación que debería estar penado con la cárcel.

Bomberos
La marcha que ha cercado el Congreso estaba formada por los bomberos de Madrid en su primera fila y uno de ellos ha sido detenido. Los mayores momentos de tensión se han vivido a raíz de este incidente, ya que los bomberos se han negado a retirarse hasta que se le liberase. Algunos manifestantes aseguraban que un cargo policial ha prometido a los bomberos ... (ver texto completo)